Ilustraciรณn: Rafael Vargas

Italo Svevo o la risa en la madrugada

En la novena entrega, un leedor de diecinueve aรฑos encontrรณ en la obra de Italo Svevo a un personaje que adquiere conciencia de vivir a travรฉs de la literatura.
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El descubrimiento de esta novela es uno de los acontecimientos capitales de mi vida como lector, sobre todo porque representรณ la franca y consciente irrupciรณn del humor en mi idea de la literatura y, sobre todo, de la novela. En medio de la metafรญsica gravedad de Dostoievski o la melancolรญa chejoviana, la ironรญa y la comicidad de Italo Svevo fueron como el descubrimiento de otro continente (y el que, en definitiva, es el mรญo). Entre mis mรกs gratas memorias de lectura estarรก siempre la de tener diecisiete aรฑos, leer La conciencia de Zeno en la cama, en la madrugada, a la luz de una minรบscula lรกmpara โ€“la misma con la que leรญa a Sherlock Holmesโ€“ y reรญrme a carcajadas con las modestas peripecias de Zeno.

El libro (Seix Barral, Barcelona, 1956) estaba hacรญa mucho tiempo en mi casa. Era un volumen grueso, alguna vez color naranja, muy decolorado por el sol, y en el viejo formato de la colecciรณn Biblioteca Breve (esta, al igual que todo Seix Barral y tantas otras editoriales antes exigentes y prestigiosas, se degradaron de manera lamentable cuando pasaron a formar parte de los grandes consorcios editoriales; vaya desde aquรญ una elegรญa por aquellos catรกlogos). Siempre me llamรณ la atenciรณn la โ€œconcienciaโ€ del tรญtulo y me intrigaba la nota de la contraportada, que comparaba a Svevo con Joyce, quien fue su profesor de inglรฉs y amigo, y Proust. Finalmente empecรฉ a leerlo y fue uno de esos libros con los que te identificas de inmediato. A las pocas pรกginas sabรญa que habรญa encontrado mi tipo de novela.

La conciencia de Zeno es la supuesta autobiografรญa que un paciente escribe a peticiรณn de su psicoanalista. Narra la vida de Zeno Cosini, un burguรฉs de Trieste de principios del siglo XX (desde entonces, por cierto, sentรญ una gran curiosidad y afecto por esa pequeรฑa ciudad, encrucijada de lenguas y culturas, que luego aumentarรญan con otras lecturas triestinas โ€“Claudio Magris, Umberto Saba, Fulvio Tomizzaโ€“ y que finalmente conocerรญa aรฑos despuรฉs, en un viaje en que me dediquรฉ sistemรกticamente a seguir los pasos de Svevo y Zeno). El protagonista es, bรกsicamente, un bueno para nada, uno de los antihรฉroes de la novela moderna, como el Leopold Bloom de Joyce o el Ulrich de Musil. Ha heredado una pequeรฑa fortuna, de la que un administrador se encarga, pues รฉl, por supuesto, carece de habilidades financieras, y no necesita de trabajar. Tiene todo el tiempo โ€“demasiado tiempoโ€“ para cavilar y examinarse, porque, eso sรญ, es sumamente introspectivo y estรก resuelto a conocerse a sรญ mismo.

En ese camino cuenta con un gran recurso: la enfermedad o, mejor dicho, la imaginaciรณn de la enfermedad, pues Zeno es un hipocondriaco rematado y todo el tiempo cree estar contrayendo un nuevo mal (comienza a estudiar medicina, pero la abandona pronto, pues, cada vez que conoce un padecimiento nuevo, al poco tiempo cree presentar sus sรญntomas). Su vida carece de grandes acontecimientos y transcurre de forma completamente ordinaria: su padre muere, contrae matrimonio โ€“no con la mujer que hubiera querido, ni siquiera con la segunda, sino con la tercera, todas hermanas, a quienes se declarara sucesivamente en el transcurso de una noche en uno de los episodios mรกs hilarantes de la novelaโ€“, tiene un amante, monta un negocio, se psicoanalizaโ€ฆ

Nuevo Ulises, como Bloom, la suya es la รฉpica de la vida burguesa ordinaria, la antiรฉpica, la รบnica a la que modernamente podemos aspirar. No obstante, Zeno posee grandes cualidades de observaciรณn y, sobre todo, un redentor sentido del humor y la ironรญa, que aplica no solo a los demรกs, sino a sรญ mismo, volviรฉndose asรญ un personaje entraรฑable. Sostiene que la vida no es buena ni mala, sino sencillamente original, y posee, como observรณ Bruno Maier, un tipo de sabidurรญa รบnica. Zeno intuye que la vida no es un drama o una tragedia, como la creรญan los protagonistas de Una vida o Senectud, sino mรกs bien una comedia o, en todo caso, una tragicomedia, โ€œdonde todo es posible, casual, absurdo, imprevisible, โ€˜originalโ€™ โ€.

Para Svevo, la comicidad y la ironรญa fueron una conquista (pero, ยฟno lo son siempre?). Sus primeras novelas eran mรกs bien serias, melancรณlicas. No poseรญan esa maravillosa ligereza que solo el humor da y que despliega ampliamente en La conciencia de Zeno. Se trata, ademรกs, de un humor muy benรฉvolo, humano, compasivo; para decirlo en una palabra, cervantino. Hay un hilo que une claramente al hidalgo de Cervantes con el burguรฉs sveviano.

Retrospectivamente, no deja de sorprenderme un poco que me gustara tanto esta novela desde los diecisiete aรฑos. Es mรกs bien una novela para la madurez y casi dirรญa que para la vejez. Quizรก porque siempre ha habido en mรญ, desde niรฑo, ciertos aspectos viejunos (โ€œยฟtรบ eres muy serio, verdad?โ€, es una pregunta que me cansรฉ de escuchar en mi infancia y adolescencia), aspectos que hoy, paradรณjicamente, conviven con otros mรกs bien juveniles o francamente adolescentes. Muchas cosas en Svevo tienden a la vejez, cosa evidente ya desde los tรญtulos, Senectud o la esplรฉndida Novela del buen viejo y la bella muchacha. Sin embargo, la idea de la vejez de la primera es una idea triste, taciturna, mientras que la que se va perfilando en La conciencia de Zeno y aparece ya nรญtidamente en la segunda es lรบcida, cรณmica, desengaรฑada. En uno de sus รบltimos textos, un relato en el que aparece un viejo que no puede ser sino Zeno, lo encontramos en su cama, insomne en medio de la noche. De pronto piensa que esa es la hora en que suele aparecerse el diablo para proponer sus pactos y se pregunta, si apareciera, quรฉ podrรญa ofrecerle que fuera realmente una tentaciรณn. Luego de un breve repaso llega a la conclusiรณn que nada; ha llegado a un punto de la vida en que nada podrรญa tentarlo. Cuando toma conciencia de ello, suelta una carcajada, una carcajada franca y liberadora. El viejo ha vencido al diablo y a la muerte.

Una de mis primeras tentativas de crรญtica literaria fue, previsiblemente, sobre Italo Svevo. Tenรญa diecinueve aรฑos y estudiaba Letras. En la Facultad, los viernes, se organizaba un ciclo de lecturas en el que los alumnos hablaban sobre alguno de sus autores favoritos, al margen del programa escolar. Cuando me invitaron a proponer uno, no dudรฉ. Fue la primera vez que, mรกs allรก de una obligaciรณn acadรฉmica, me dispuse a leer lo mejor que pude a un autor y decir algo sobre รฉl.

Nuevo Ulises, como Bloom, la suya es la รฉpica de la vida burguesa ordinaria, la antiรฉpica, la รบnica a la que modernamente podemos aspirar.

Dudaba que tuviera en alguna parte aquel texto escrito hace mรกs de veinte aรฑos, pero acabo de darme cuenta que increรญblemente se conserva en un viejo archivo de Word (aunque originalmente fue escrito en el antediluviano WordPerfect) que de hecho ya no se puede abrir en las versiones actuales del programa, pero que todavรญa es posible leer utilizando el TextEdit de Mac. Lo he releรญdo y, a pesar de cierta rigidez y formalidad excesiva en la prosa, no me ha parecido del todo mal. ยกQuizรก era mejor lector y crรญtico a los diecinueve que a los cuarenta y dos!

En realidad, de lo que me doy cuenta es que ya entonces era fundamentalmente el lector que soy ahora. Desde luego que, idealmente, un lector se va refinando con el paso del tiempo (no indefinidamente, pues llega un punto en que se topa con sus lรญmites) y, sobre todo, aumentando su cultura literaria, cosa que solo puede ocurrir acumulando aรฑos de lecturas y que es lo que le permite establecer relaciones que antes sencillamente no podรญa ver, pero estoy convencido de que el tipo de lector que vamos a ser se define muy pronto, precisamente en la adolescencia. Creo que lo fundamental es la clase de relaciรณn que vamos a establecer con los libros: si va a ser la de un gusto sincero, pero superficial y que puede acabar en simple pasatiempo o, fenรณmeno tรญpico entre quienes estudian Letras, mero interรฉs profesional โ€“en cuyo caso quizรก mรกs valdrรญa no haber leรญdo nunca nadaโ€“, o si va a ser otra cosa, una relaciรณn verdaderamente vital, en la cual los libros se volverรกn parte de la sustancia de la que estamos hechos y leer un acto tan imprescindible como respirar.

En sus รบltimos textos, la obra de Svevo, como el uroboros, se cierra sobre sรญ misma y se muerde la cola, convirtiรฉndose en una reflexiรณn sobre la escritura. En el relato โ€œLas confesiones del viejoโ€ volvemos a encontrar a Zeno, que medita sobre las memorias que su psicoanalista le habรญa mandado escribir, y anota: โ€œquรฉ viva estรก esa vida y quรฉ definitivamente muerta la parte que no contรฉ. Me pongo a buscarla a veces con ansia, sintiรฉndome manco, pero ya quiรฉn la encuentra. Y ademรกs sรฉ que la parte que dejรฉ contada no es la mรกs importante. Se hizo la mรกs importante al fijarla. ยฟY ahora quiรฉn soy yo? No el que viviรณ aquello, sino el que lo contรณโ€.

Tras esta cita, el leedor de diecinueve aรฑos concluรญa su ensayo asรญ: โ€œZeno Cosini (y, en este caso, en su lugar, creo que podrรญamos decir Italo Svevo) pertenece a ese tipo de personas que solo adquieren conciencia de vivir a travรฉs de la escritura. Escribir es el acto mediante el cual se rescata la vida y se le intenta dar forma y sentido; es, por esto, el รบnico acto que puede salvarnosโ€.

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(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.


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