Ilustración: LL / dall-e

Narradoras mexicanas, por fin profetas en su propia tierra

Las escritoras mexicanas son hoy celebradas, estudiadas y reconocidas. Nada de esto es casualidad ni producto de una moda.
AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

El mes pasado en este mismo espacio, Adriana Pacheco, académica y fundadora de Hablemos, Escritoras, habló acerca de lo inadecuado e insuficiente que resulta el término Boom femenino para referirse a la labor y éxito literarios que hoy disfrutan tantas escritoras latinoamericanas. Estamos tan enamorados, parece, del sonido de aquella etiqueta y de los escritores cobijados bajo su impronta que buscamos que quepan decenas de plumas femeninas hoy en el molde creado por un puñado de ellos ayer, como si de un caparazón unitalla se tratara. Y si hay algo que queda claro es que la obra escrita por mujeres latinoamericanas en este momento es de una robustez incontenible, vibrante y llena de brío que poco tiene que ver con lo anterior.

Dentro de este universo, México y sus narradoras brillan con luz propia. La primera mitad de 2023 ya ha confirmado lo que desde hace unos años ha quedado claro: son ellas quienes están acaparando la atención de los amantes de los libros en su propio territorio y en el extranjero. Guadalupe Nettel, con La hija única, su novela más reciente, traducida al inglés como Still born por Rosalind Harvey y publicada por la prestigiosa Fitzcarraldo Editions, fue semifinalista del Premio Internacional Booker. La trayectoria de Nettel es deslumbrante en cuanto a reconocimientos se refiere: el Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero (2013) por El matrimonio de los peces rojos, el Herralde de Novela por la novela Después del invierno, además del Anna Seghers en Alemania (2009), el Prix Radio France Internationale (1993) y, en México, el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen (2007).

Un caso similar es el de Cristina Rivera Garza, quien desde 1999 con Nadie me verá llorar ha cosechado un éxito sin precedentes en México (es la única escritora que ha obtenido dos veces el prestigioso Premio Sor Juana Inés de la Cruz, primero en 2001 por la novela antes mencionada y luego en 2009 por La muerte me da, así como el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores, en 2021, y el Premio Mazatlán de Literatura, en 2022, por El invencible verano de Liliana), y más allá de nuestras fronteras (fue acreedora al Anna Seghers, al igual que Nettel, y a la MacArthur Fellowship, conocida en el mundo literario como una beca exclusiva para genios). Este último reconocimiento lo obtuvo también Valeria Luiselli, quien asimismo ha sido recibido incontables reconocimientos por su labor literaria, particularmente en Estados Unidos, país donde reside.

A este selecto grupo de autoras pertenece también Fernanda Melchor, quien con su Temporada de huracanes cimbró el panorama editorial y también obtuvo una nominación al Premio Internacional Booker, además de ganar el Premio Internacional de Literatura de la Haus der Kulturen der Welten Berlín, Alemania (2019), donde también recibió el Anna Seghers ese año. La lista no estaría completa sin Brenda Navarro, cuya novela Casas vacías obtuvo el English PEN Translation Award (2019) y el Premio Tigre Juan (2020), mientras que su segunda novela, Ceniza en la boca, fue simultáneamente declarada Libro del Año por los Premios Cálamo y las Librerías de Madrid (2021). A todas ellas, la crítica académica las celebra, estudia y reconoce. En las conferencias especializadas hay mesas enteras dedicadas a hablar de sus libros, analizar sus estilos y propuestas literarias, y reafirmar su relevancia. 

Nada de esto es casualidad ni producto de una moda. La literatura escrita por autoras mexicanas está siendo conocida y reconocida dentro de nuestro país y en el mundo entero. Y tras los pasos de estas famosas y exitosísimas escritoras vienen muchas más. Son pocas las que puedo nombrar en adición a las anteriores sin caer en graves omisiones o injusticias, pero no puedo dejar de pensar en Liliana Blum, Alma Mancilla e Isabel Zapata, por ejemplo, todas ellas también receptora de premios y elogios más que merecidos. Como bien apuntó Adriana Pacheco, este no es un boom femenino: ninguna de estas autoras habla de asuntos de mujeres en exclusiva, al contrario. La enorme variedad de temas que abordan (desde pederastia hasta feminicidio, pasando por un sinfín de perversiones y violencias) dejan en evidencia que esto es un cambio definitivo al status quo y a las reglas del juego que hace tiempo era urgente.

Aunado al esfuerzo de todas y cada una de las escritoras cuyos libros iluminan ya incontables estantes, es necesario reconocer el que han hecho las gestoras culturales detrás de escaparates valiosísimos que ayudan a diario a difundir la obra de quienes no reciben la misma atención ni oportunidades que sus colegas consagradas. Me viene a la mente, en primer lugar, Cristina Liceaga, escritora y fundadora de la página Escritoras Mexicanas, pionera que abrió una importante brecha que desembocó en un concurso nacional que ha publicado ya varias antologías de textos ganadores y que incluso dio a luz la ahora independiente Feria Nacional de Escritoras Mexicanas (Fenalem). Otra escritora abanderada de esta causa es Esther M. García, creadora del Mapa de escritoras mexicanas contemporáneas. Este mapa surgió en respuesta a la Brigada para Leer en Libertad, que en plena pandemia anunció un curso en línea “Para escribir en libertad” en el que los maestros eran todos varones. Cuando se cuestionó a los organizadores la ausencia total de escritoras en su plantilla docente, dijeron que “las tres mujeres previstas para participar no estaban disponibles por conflictos de agenda.” Esas tres escritoras eran Mónica Lavín, Laura Esquivel y Elena Poniatowska. Las redes sociales ardieron con la pregunta: ¿No hay acaso más de tres escritoras en el país? Claro que sí, y en este mapa cualquiera puede conocer no solo a las decenas de ellas que viven en México sino a las muchas otra que escriben y publican desde el extranjero.

Adriana Pacheco y Hablemos, escritoras completan la tríada. Este proyecto es podcast, enciclopedia, biblioteca y hasta tienda tiene para ayudar a enlazar la obra de las autoras con quienes desean leerlas.

El enorme trabajo y esfuerzo que, desde su trinchera, llevan a cabo cada una de ellas (y sus equipos) para darle visibilidad al trabajo literario de las escritoras mexicanas (famosísimas o no) es titánico y muy necesario, porque a pesar de que sobra talento por parte de ellas para escribir y  también sobran ganas por parte del público para leerlas, todavía hay muchas editoriales, editores e incluso escritores que se aferran a los viejos cánones y minimizan esta ola que es mar embravecido. Embravecido porque durante siglos la obra de las escritoras fue discriminada, y como prueba de ello ha nacido la colección Invictas, creada por Socorro Venegas en la UNAM, que rescata valiosos libros escritos por mujeres en una época en que los hombres dominaban la escena.

En inglés hay un dicho que me gusta mucho: to be preaching to the choir. Ojalá yo esté predicándole al coro y quien pasee la mirada por estas líneas haya leído ya la obra de las escritoras aquí mencionadas y conozca los sitios web que les sirven de escaparate y línea de contacto no solo a ellas sino a decenas de otras: Daniela Tarazona, Bibiana Camacho, Verónica Gerber, Sara Uribe, Laia Jufresa, Vivian Abenshushan, Gabriela Jáuregui, Laura Baeza, Sylvia Aguilar Zéleny, Alaíde Ventura, Eve Gil, por mencionar solo algunas.

De no ser así, les invito a que se acerquen no solo a quienes ya gozan de merecida fama, sino también a las que están luchando por dar a conocer su obra literaria. A las que publican en editoriales independientes. No todas verán su nombre escrito en reflectores ni recibirán premios nacionales o internacionales de gran prestigio, pero para cada una de ellas, saber sus libros en manos de alguien que lo lee con interés será, sin duda alguna, el mejor de los reconocimientos. ~

+ posts


    ×  

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: