Richard Brautigan: ascenso y caĆ­da de un escritor en la era de acuario

La pesca de trucha en AmĆ©rica se sigue leyendo en todo el mundo y es, al dĆ­a de hoy, un libro de culto que reĆŗne a lectores en una suerte de cofradĆ­a. Brautigan no es para cualquiera: deja mĆ”s preguntas que respuestas; desconcierta, pero tambiĆ©n seduce.
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I

Hay una asociaciĆ³n de lectores de Richard Brautigan allĆ” afuera. Se reĆŗnen en un arroyo o riachuelo a leer sus poemas. Beben Kool-Aid y, cuando terminan, suben a sus coches y se van de fiesta. Indefectiblemente todos regresan a casa donde, en algĆŗn momento, vuelven a ver alguno de los libros de Brautigan en los que aparece en portada con distintas mujeres.

Uno de ellos se llama Trout fishing in America (La pesca de trucha en AmĆ©rica). La portada tiene una fotografĆ­a tomada en la plaza Washington Square, en San Francisco. Brautigan parece una mezcla de hippie y soldado confederado ā€“su bigote tapa las comisuras de sus labios y viste un abrigo grueso hasta las rodillas. Tiene las manos en los riƱones, como si fuera a sacar de su espalda algĆŗn revĆ³lver.

La foto fue tomada en 1966. Hoy Brautigan estĆ” muerto. La pesca de trucha en AmĆ©rica, por su parte, enseƱa inglĆ©s en JapĆ³n ā€“antes de esto querĆ­a ser pilotoā€“ y da conciertos en Arkansas. Tal vez desee ser enterrado en Washington Square, aunque esto es imposible. No pesca, por supuesto.

II

Richard Brautigan naciĆ³ en Tacoma, Washington, en 1935. En medio de la Gran DepresiĆ³n, su niƱez estuvo marcada por la pobreza. Tuvo, al menos, tres padres adoptivos y una infancia itinerante en la costa Oeste.

ComenzĆ³ a escribir poemas desde muy temprana edad. De acuerdo a su hermana, pasaba las noches escribiendo en la oscuridad mientras que, de dĆ­a, realizaba cualquier trabajo que le dejara algo de dinero. En 1955, a los veinte aƱos, se enamorĆ³ de una chica a la que le dio a leer sus poemas. Tal vez ella fue su primera lectora o la primera, al menos, que se animĆ³ a criticar su poesĆ­a. Brautigan quedĆ³ deshecho. CorriĆ³ a la estaciĆ³n de policĆ­a y pidiĆ³ que lo arrestaran. ā€œPero no has hecho nada, chicoā€, contestaron. SaliĆ³ de ahĆ­, tomĆ³ una piedra y la arrojĆ³ por la ventana. PasĆ³ una semana en la cĆ”rcel y luego fue trasladado al Hospital Estatal de Oregon[1]. Era la navidad de 1955. Nadie lo fue a visitar. Nadie, siquiera, se enterĆ³ que estaba ahĆ­.

Tres meses despuĆ©s saliĆ³ y se mudĆ³ a San Francisco para convertirse en escritor. LlegarĆ­a entre dos momentos clave: la mĆ­tica lectura pĆŗblica de Howl por Allen Ginsberg (1955) y la publicaciĆ³n de On the road de Jack Kerouac (1957). Su primera publicaciĆ³n fue The return of the rivers, un poema escrito en dos partes, impreso y doblado como un volante y envuelto en un papel negro sellado por Inferno Press. Siguieron tres volĆŗmenes mĆ”s de poesĆ­a antes de su primera novela, A confederate general from Big Sur, libro que tuvo un Ć©xito moderado. Sobre esta transiciĆ³n de la poesĆ­a a la narrativa, Brautigan explicĆ³: ā€œescribĆ­ poesĆ­a por siete aƱos para aprender a escribir una frase. UsĆ© a la poesĆ­a como una amante, pero nunca la convertĆ­ en mi esposa. He tratado de escribir poesĆ­a que llegue a las cosas difĆ­ciles que hay en mi vida, el tipo de cosas que solo se pueden contar a tu seƱora.ā€

Esas cosas fueron su infancia[2]. Los inicios de Brautigan como escritor parten de la desesperaciĆ³n pero, asombrosamente, no siguen esa ruta. Influenciado por Thoreau, Twain y Whitman, su obra se decanta por la naturaleza, la inocencia y el humor. No fue sino hasta la publicaciĆ³n en 1967 de La pesca de trucha en AmĆ©rica, obra que alcanzarĆ­a dos millones de ventas, que Brautigan se convirtiĆ³ en un autor reconocido.

Tres aƱos despuĆ©s estaba en la cĆŗspide: habĆ­a ganado becas y residencias artĆ­sticas, sus textos de publicaban en la revista Rolling Stone y sus libros se comentaban en todas partes. La revista LIFE, incluso, publicĆ³ un reportaje sobre el sĆŗbito culto alrededor de su obra.

Brautigan aprovechĆ³ esta Ć©poca para cultivar una personalidad extravagante. Se separĆ³ de su esposa y comenzĆ³ a tener problemas de insomnio y paranoia. En su Ćŗnica fiesta de cumpleaƱos evitĆ³ soplar las velas, aludiendo que se apagarĆ­an solas por ser la era de Acuario. RehusĆ³ cualquier apariciĆ³n pĆŗblica y se aislĆ³ en un rancho en Montana en 1973, donde se dedicĆ³ a beber, pescar y disparar su escopeta. PublicĆ³ tres libros que recibieron malas crĆ­ticas, incluyendo una novela sobre JapĆ³n que lo hizo establecerse ahĆ­ por un tiempo. En 1976 conociĆ³ a Akiko Nishizawa, su segunda esposa, pero la relaciĆ³n durarĆ­a poco: para 1980 Brautigan se habrĆ­a divorciado de nuevo.

III

Considerada por muchos como una de las obras mĆ”s originales del siglo XX estadounidense, La pesca de trucha en AmĆ©rica generĆ³ comentarios como ā€œno hay dos personas que puedan ponerse de acuerdo sobre el tema del libroā€ o ā€œen 1962 el seƱor Brautigan mandĆ³ el libro a Viking Press. Me entero por los reportes que no versa sobre la pesca de truchasā€.

Es difĆ­cil decir que La pesca de trucha en AmĆ©rica es una novela, al menos no bajo una definiciĆ³n convencional. No hay una historia ni cronologĆ­a. Los dos personajes principales son el narrador y La pesca de trucha en AmĆ©rica, cuya presencia adquiere a momentos el grado de celebridad.

Lawrence Ferlinghetti, poeta beat, editor y fundador de City Lights, juzgĆ³ la obra de manera severa: ā€œcomo editor, me quedĆ© esperando que el trabajo de Richard madurara. Nunca me interesĆ³ la escritura linda o adorable. Brautigan nunca podrĆ­a convertirse en un escritor importante ā€“como Hemingwayā€“ con ese tono infantiloide. Esencialmente, su estilo era ingenuo, era un estilo basado en una percepciĆ³n infantil del mundo. El culto hippie era tambiĆ©n esto. Supongo que Richard fue el novelista que los hippies necesitaban en una Ć©poca analfabetaā€.

Pero el texto se resiste a ser encasillado en estos tĆ©rminos: cada capĆ­tulo es una postal que refleja una imaginaciĆ³n desbordante, destellos de un mundo personal formado a partir de un puƱado de recuerdos iluminados con una luz poĆ©tica rara y, a momentos, absurda. Encima hay una gran dosis de humor que, para muchos, constituye el mayor triunfo de la novela. El resto es inapresable.

Tal vez por esto la imagen de la pesca de truchas sea tan relevante: en el capĆ­tulo ā€œTrout Fishing on the Street of Eternityā€ Brautigan, despuĆ©s de hablar de las calles de Guelatao, Oaxaca, narra cĆ³mo encuentra el diario de Alonso Hagen, un pescador que dejĆ³ escapar 2,231 truchas en siete aƱos. ā€œCon toda su frustraciĆ³n ā€“reflexiona Hagenā€“, creo que fue un experimento interesante de pĆ©rdida total.ā€ Tratar de apresar algo es perderlo. He aquĆ­ una definiciĆ³n de la literatura.

IV

Toda la popularidad de Brautigan se evaporĆ³ en el transcurso de una dĆ©cada. Hay anĆ©cdotas penosas que cuentan cĆ³mo, al final de su carrera, fue ignorado en lecturas o despreciado por mujeres en bares de San Francisco. Borracho, pedĆ­a dinero prestado y firmaba pagarĆ©s con un pez diciendo que eran ā€œtrout moneyā€[3] o aparecĆ­a de madrugada en casa de sus amigos demandando un trago.

En 1982 publicĆ³ su Ćŗltima novela, So the wind wonā€™t blow it all away, pero fue ignorada por la crĆ­tica y los lectores. Su agente, poco despuĆ©s, le pidiĆ³ que no le enviara nada mĆ”s. Cansado de San Francisco, se mudĆ³ a Bolinas, California, en 1984. Una noche, su amiga Marcia Clay le llamĆ³ por telĆ©fono y Bratigan le preguntĆ³ si le gustaba su mente. ā€œSĆ­, Richard. Tienes la habilidad de brincar de adentro hacia afuera en cualquier espacio. No es un pensamiento linear. Es excitante, catalĆ­tico, azarosoā€, le contestĆ³. ā€œTe voy a leer algoā€, dijo Richard.

Marcia quedĆ³ de llamar de nuevo, pero diez minutos despuĆ©s nadie contestĆ³ el telĆ©fono. Brautigan se habĆ­a disparado en la cabeza[4] con una Winchester Western Super X .44 Magnum. Lo encontraron seis semanas despuĆ©s de su muerte. Su cuerpo, durante el proceso de descomposiciĆ³n, dejĆ³ su sombra estampada sobre el suelo.

V

El primer poema de Brautigan, The Light, fue publicado en el periĆ³dico escolar a sus quince aƱos. Habla sobre la esperanza en medio de la desilusiĆ³n: ā€œWhere the wind is the cry of the / suffering / There came a glorious saving light / The light of eternal peace / Jesus Christ, the King of Kingsā€[5].

Brautigan no encontrarĆ­a esa gracia cristiana, aunque sĆ­ una especie de salvaciĆ³n a travĆ©s de la literatura: La pesca de trucha en AmĆ©rica se sigue leyendo en todo el mundo y es, al dĆ­a de hoy, un libro de culto que reĆŗne a lectores en una suerte de cofradĆ­a[6]. Saben, al leerlo, que Brautigan no es para cualquiera: deja mĆ”s preguntas que respuestas; desconcierta, pero tambiĆ©n seduce. Es como el nado errĆ”tico de un pez: hermoso, poĆ©tico, pero incapaz de sostenerse entre las manos.

 

 

 

 

[1] Donde fue diagnosticado como esquizofrƩnico-depresivo y tratado con terapia elƩctrica.

[2] A sus nueve aƱos fue abandonado junto a BĆ”rbara, su hermana, en una habitaciĆ³n de hotel. Vivieron de la caridad al menos unas semanas hasta que ella regresĆ³.

[3] Dinero trucha. En inglĆ©s, ademĆ”s, es un juego de palabras que puede sonar como ā€œdinero verdadero (true)ā€.

[4] Regresan a mi mente las palabras de David Foster-Wallace, otro suicida: ā€œPiensen en el viejo clichĆ© de la mente es un excelente sirviente pero un terrible amo. Este clichĆ©, como tantos otros, tan poco excitante y banal en la superficie, expresa una gran y terrible verdad. No es para nada una coincidencia que la mayorĆ­a de los adultos que cometen suicidio con armas de fuego se disparan en la cabeza. Le disparan al terrible amo.ā€ Curiosamente, Brautigan estaba dentro del syllabus de Foster-Wallace en Harvard.

[5] ā€œDonde el viento es el llanto / de los que sufren / Viene ahĆ­ la gloriosa luz salvadora / La luz de eterna paz / de Jesucristo, el Rey de Reyesā€

[6] Gracias a Blackie Books, disponible tambiƩn en espaƱol.

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(Tampico, 1982) es narrador. En 2015 publicĆ³ ParĆ­s D.F., su primera novela, por la que ganĆ³ el Premio Dos Passos. En 2017 ganĆ³ el IX Certamen Internacional Sor Juana InĆ©s de la Cruz en la categorĆ­a de cuento con el libro Los recuerdos son pistas, el resto es una ficciĆ³n. Actualmente vive en Barcelona, desde donde mantiene El Anaquel, un blog y podcast sobre literatura y cultura.


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