Simetría de las palabras

Si podemos comprender las frases que involuntariamente dicen una cosa diferente de la que pretenden, es porque son como imprimaciones de la frase que se quería decir.
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Por la tarde, después de haber dado una larga caminata bajo el sol primaveral, me tumbo en el sofá y me pongo a leer un libro. Es Sombra do aire na herba, del poeta lucense Luis Pimentel, nacido en 1895. En la biografía del principio se describe la plaza mayor tal y como era durante su infancia, con una fuente con leones y con la “fronda de negrillos”. Yo no lo sabía, pero lo aprendo ahora: los negrillos son los olmos, es otro nombre que llevan. Es un grupo de olmos, pero son también una de las alas de una mariposa, y eso lo aprenderé más tarde.

Por la noche me meto en la cama con Papeles falsos, de Valeria Luiselli, y leo un párrafo sobre el origen de la palabra saudade que acaba así: “Pudo incluso haber sido un instrumento musical de las costas de Mozambique, como también es probable que fuera el nombre de una negra frondosísima de las selvas de Guinea Bissau”. Primero echo de menos alguna palabra, no sé cuál, porque me chocaría que negra funcionase ahí como sustantivo, y como adjetivo no sé a qué se puede referir. Pero entonces recuerdo la esquina de la plaza de Luis Pimentel, la fronda de negrillos que hace unas horas también me ha hecho levantar la mirada del libro: fronda de negrillos, negra frondosísima, qué curioso que los dos sintagmas un poco chocantes con que me he topado hoy se parezcan tanto, tengan ese aire especular, con el diminutivo de negrillos reflejado en el superlativo de frondosísima (que además semánticamente indica también una abundancia). Encuentro que los dos sintagmas, en su simetría vistosa, en su imprimación por el movimiento repetido, son como las alas izquierda y derecha de una mariposa. 

Achaco estas coincidencias a movimientos sutiles que nuestra razón no sabe descifrar, pero que funcionan como recuerdos desde el mundo inconsciente. Hay épocas en las que desde ese mundo se nos tira más a menudo de la manga raída y cotidiana. Quizá lo que sí pueda hacer la razón, con su capacidad catalogadora, sea reconocer los signos que distinguen a esas épocas.

Por otro lado, al leer los poemas de Luis Pimentel, encuentro muchos ejemplos de saudade, aunque sigamos sin saber de dónde viene la palabra.

Ya sugestionada puedo reconocer otras frases mariposa, que a su vez se acercan atraídas por la circunstancia volantina. Lo que pasa por ejemplo es que se estropea el lavaplatos, y cuando llamamos a un técnico para que le eche un ojo, dice que cobra 36 euros por venir. Y añade que si lo arregla, no cobra. La lógica silogística dice que la frase que sigue es que si no lo arregla, cobra, y me echo a reír, porque parecería que vivimos en un cuento de Lewis Carroll y porque nunca dejan de aparecer ejemplos de que el orden lingüístico y el sentido común de la vida cotidiana andan a la greña, pero ¿no debería más bien verlos ahora, al orden y al sentido, como las dos alas que permiten el vuelo?

Si podemos comprender las frases que involuntariamente dicen una cosa diferente de la que pretenden, es porque son como imprimaciones de la frase que se quería decir, porque podemos reconocer el modelo en la huella, aunque sea leve, ya que nuestro cerebro se maneja bien en la simetría.

Colecciono (un verbo que también atrae a las mariposas) frases que por imprecisión o descontextualización aciertan. Es bonito que podamos ver los dos sentidos a la vez, lo que se dice literalmente y lo que se ha pretendido decir, como en esos dibujos en que se ve a un viejo y a un joven a la vez, o un jarrón y a dos perfiles que se miran. Una que me gusta mucho es esta:

−¿Cómo podemos maquillar los ojos para que aguanten toda la noche?

−Con una máscara de pestañas resistente al agua y labios rojos. También aconsejo llevarlos en el bolso para que luzcan perfectos. 

O esta otra:

¿Qué hace el oro en un orzuelo? [Propuesta por el propio buscador tras una búsqueda de oro orzuelo.]

Las dos, surrealistas por encuentro fortuito sobre una mesa de disección, tratan de los ojos.

A ver qué dice Cirlot en su diccionario de símbolos. “Mariposa: Entre los antiguos, emblema del alma y de la atracción inconsciente hacia lo luminoso […].” “Ojo: La expresión de Plotino: que el ojo no podría ver el sol si no fuese en cierto modo un sol, expone el fondo y la esencia de la cuestión […].” Y Artemidoro, en su interpretación de los sueños: “[…] Tener tres, cuatro o más ojos es una buena señal tanto para el que desea casarse como para el que no tiene prole. El uno conseguirá una esposa, y el otro un hijo. De esta forma existirá un mayor número de ojos en torno a una sola persona […].” No encuentro que Artemidoro dejase nada sobre las mariposas. Ahora pienso que, más que volar, las mariposas parecen estar colgadas de un hilo invisible que alguien moviera.


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