Foto: Steve Connerton

Tortuga preñada

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Si pudiéramos ver lo suficiente

añoraríamos

  el lomo de las tortugas,

su longevidad

y su manera de inclinarse

para agradecer a los imperios

  de silencio

en el mar.

 

Negar la oquedad

de nuestros caparazones

es la principal razón para

  crear objetos

sin lugar alguno.

 

Bolsas de plástico,

falsos dioses

  a la deriva,

medusas de polietileno exiliadas

del mercado.

 

Todo este daño sin voluntad

debería condenarnos

a no conocer la arena.

 

2

Para comprender la paciencia de un reptil,

basta usar popotes.

 

Ninguna piel bastó

  para evitar las lejanías

en el transcurso de los siglos:

en lugar de construir mirillas

para observar las costuras del agua

y sus posibilidades de apertura,

nos alimentamos con objetos externos,

como si decir

proli propi leno

fuese una oración sagrada,

como si los daiquiris valiesen la pena.

 

3

Si insertamos popotes

en nuestros orificios nasales,

rezaremos por tener

  la paciencia de un reptil.

 

Cerrar los ojos con gracia

para esperar

quien nos recoja de la costa.

 

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(Guadalajara, 1994) Egresada de la Licenciatura Hispánicas por la Universidad de Guadalajara (UdeG). Responsable del área de educación del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA). Ganadora del Premio Estatal de Literatura Hugo Gutiérrez Vega (2018) y segundo lugar en el Torneo Arreola/Velarde en la categoría poesía (2017). Sus textos han sido publicados en diversos medios como La Jornada, Liberoamérica, Luvina, Cultura Colectiva y Posh Magazine.


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