1
Si pudiéramos ver lo suficiente
añoraríamos
el lomo de las tortugas,
su longevidad
y su manera de inclinarse
para agradecer a los imperios
de silencio
en el mar.
Negar la oquedad
de nuestros caparazones
es la principal razón para
crear objetos
sin lugar alguno.
Bolsas de plástico,
falsos dioses
a la deriva,
medusas de polietileno exiliadas
del mercado.
Todo este daño sin voluntad
debería condenarnos
a no conocer la arena.
2
Para comprender la paciencia de un reptil,
basta usar popotes.
Ninguna piel bastó
para evitar las lejanías
en el transcurso de los siglos:
en lugar de construir mirillas
para observar las costuras del agua
y sus posibilidades de apertura,
nos alimentamos con objetos externos,
como si decir
proli propi leno
fuese una oración sagrada,
como si los daiquiris valiesen la pena.
3
Si insertamos popotes
en nuestros orificios nasales,
rezaremos por tener
la paciencia de un reptil.
Cerrar los ojos con gracia
para esperar
quien nos recoja de la costa.
(Guadalajara, 1994) Egresada de la Licenciatura Hispánicas por la Universidad de Guadalajara (UdeG). Responsable del área de educación del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA). Ganadora del Premio Estatal de Literatura Hugo Gutiérrez Vega (2018) y segundo lugar en el Torneo Arreola/Velarde en la categoría poesía (2017). Sus textos han sido publicados en diversos medios como La Jornada, Liberoamérica, Luvina, Cultura Colectiva y Posh Magazine.