William-Adolphe Bouguereau, Public domain, via Wikimedia Commons

Veneno insoportable

La literatura naciรณ ambigua. En estos tiempos de fรกcil juicio y lapidaciรณn, hay piezas clรกsicas que conviene leer.
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Yo pensaba que leer literatura clรกsica nos entregaba la posibilidad de concebir el mundo como un territorio ambiguo, y la condiciรณn humana como un complejo fenรณmeno que nunca acaba de revelar sus misterios. Pero como se estรก viendo mรกs cine que leyendo buenas novelas, mirando mรกs tele que leyendo ensayo o historia, tuiteando mรกs que filosofando, ahora la vida se simplifica como en una pelรญcula de policรญas y ladrones.

La literatura naciรณ ambigua. En la Ilรญada, uno no sabe a quiรฉn irle. Aquiles serรก el sumo guerrero, pero no es un ejemplo de รฉtica y buenas costumbres. Su mรกs baja humanidad se da cuando arrastra el cuerpo de Hรฉctor, pero luego se eleva cuando se sienta a hablar con Prรญamo y le devuelve el cadรกver de su hijo, el domador de caballos. Este encuentro es de tremenbunda belleza, tristeza, humillaciรณn, misericordia y humanidad.

Luego viene el teatro griego. Como espectadores o lectores, en muchas escenas sentimos que tomamos el papel de jueces, aunque afortunados de no tener que tomar una decisiรณn categรณrica, porque no es lo mismo tener una opiniรณn que emitir una sentencia.

Pensemos en la Orestรญada: Cuando Agamenรณn parte a la guerra de Troya, para que el buen viento conduzca sus embarcaciones, sacrifica a su hija Ifigenia. Luego de diez aรฑos regresa triunfante a su palacio, pero ya Clitemnestra, su mujer, lo ocupa con otro hombre. Ella y su amante lo asesinan en la baรฑera, y de paso matan a la flamante Casandra, que Agamenรณn pensaba disfrutar como botรญn de guerra. El hijo, Orestes, decide vengar al padre. Mata a la madre y al otro hombre. Orestes sufre la furia de las Furias. Para acabar con el ciclo de venganzas, Atena anuncia un nuevo orden legal y establece que el caso serรก juzgado por un jurado. Tras la presentaciรณn de argumentos y pruebas, Orestes es exonerado con igualdad de votos, pues Atena habรญa declarado que el empate se resolviera en favor del acusado, tal como ocurre hoy en algunos sistemas de justicia.

Orestes se siente agradecido. โ€œOh, Atena, has salvado mi casaโ€.

El veredicto no deja contentas a las Eumรฉnides o Erinias o Furias. โ€œHarรฉ sentir sobre esta tierra el peso de mi cรณleraโ€ฆ me vengarรฉ destilando de mi corazรณn sobre este paรญs un veneno insoportableโ€ฆ de รฉl saldrรก una lepra mortalโ€ฆ seamos abrumadoras a los ciudadanosโ€ฆ Hemos sufrido un gran ultrajeโ€ฆ Respiro furor y cรณlera por doquierโ€ฆโ€.

Atena les aconseja que โ€œen su excesiva cรณlera no hagan la tierra difรญcil de cultivar para los mortalesโ€.

Hay que leer la Orestรญada en estos tiempos de fรกcil juicio y lapidaciรณn. Tambiรฉn Las troyanas, de Eurรญpides: una mezcla de guerra, justicia, venganza, crueldad, compasiรณn y perdรณn. La posibilidad de aceptar un argumento al igual que su contrario llega cuando Elena y Hรฉcuba hablan con Menelao. La primera se presenta como vรญctima de un secuestro, no como la caprichosa causante de una guerra; se justifica con el destino y las diosas. โ€œYo, a quien uno desposรณ a la fuerza, y que lejos de salir victoriosa tuve que servir amargamente en mi segunda casaโ€.

Pero Hรฉcuba no estรก para tales explicaciones. โ€œNo trates de hacer de las diosas unas insensatas por adornar tu maldad; no vas a persuadir a personas juiciosasโ€. La acusa de haber sido ella quien sedujo a Paris. โ€œCuando lo contemplaste con ropajes extranjeros y brillante de oro se desbocรณ tu menteโ€, y entonces pasa a exhibir sus mentiras. No fue secuestro sino fuga.

Hรฉcuba hace valer su testimonio. Elena es mujer infiel, es causante de mucha muerte, y Menelao ha de ejecutarla segรบn la ley. ร‰l parece estar de acuerdo, pero pone algo mรกs en la balanza. ยฟQuiรฉn osarรญa matar a mujer tan bella?

Por otro lado estaba la obligaciรณn de evitar el disparate: Menelao organiza una guerra que dura diez aรฑos porque le robaron a la mujer, y el dรญa que al fin la recupera, la mata.

En Tucรญdides se puede leer el episodio del debate mitileneo. Nos cuenta de que tras la insurrecciรณn en Mitilene, los atenienses, โ€œmovidos por la ira, decidieron dar muerte a todos los varones mitileneos mayores de edad, y reducir a la esclavitud a los niรฑos y mujeresโ€. Pero muy pronto se les pasa el acaloramiento. โ€œAl dรญa siguiente les sobrevino un cierto arrepentimiento, unido a la reflexiรณn de que aniquilar a una ciudad entera, en lugar de a los culpables era cruel y monstruosaโ€.

Entonces Cleรณn y Diรณdoto dan un par de discursos sobre el castigo a los mitileneos que resultan dignos de la mejor pieza dramรกtica; el primero quiere mantener la sentencia de exterminio, el segundo pretende indultar a quienes no participaron en la insurrecciรณn. Aunque las razones de Cleรณn son firmes, Diรณdoto se impone en la polรฉmica, pues aclara que no se trata de hallar o no delito en los habitantes de Mitilene. โ€œNuestro debate no versa sobre su culpabilidad, sino sobre la prudencia de nuestra resoluciรณnโ€, dejando claro que no despliega razones humanitarias sino egoรญstas y de utilidad. โ€œNo debemos perjudicarnos por erigirnos en jueces severos de quienes han cometido una faltaโ€ฆ Con castigos moderados podremos disponer en el futuro de ciudades poderosas en el aspecto econรณmico.โ€

Entonces envรญan una embarcaciรณn rumbo a Mitilene, para que, remando a marchas forzadas, lleve el aviso de que se ha revertido la sentencia antes de que sea demasiado tarde. Un lector contemporรกneo suele empujar a estos remeros para que salven la vida de tantos seres humanos. Pero en aquellos dรญas la cosa no era tan clara. Tucรญdides nos dice que en la votaciรณn habรญan quedado casi empatados, y comoquiera, entre los demostradamente insurrectos, ejecutaron a mรกs de mil.

Asรญ es la historia, asรญ es el drama, la รฉpica, la literatura. Por lo tanto asรญ es la realidad.

Por lo mismo las Eumรฉnides o Furias de Esquilo son parte intrรญnseca de la existencia. โ€œSi no gano la causaโ€, advierten, โ€œharรฉ sentir pesadamente mi presencia sobre este paรญs.โ€

Aunque al final Atena puede razonar con ellas, y las soborna un poco, les ofrece otro puesto con mejor salario. Ha de imperar el orden de las leyes, no de impulsos, filias y caprichos. Las impulsoras de la venganza serรกn ahora las guardianas de la justicia. โ€œQue nunca la discordia insaciable de miserias brame en esta ciudad. Alรฉgrense todos los de esta ciudad, divinidades y mortales.โ€

A veces la ficciรณn es solo ficciรณn.

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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