Viera-Gallo y Maori Pérez: “Intentamos llevar la autobiografía a una especie de hipérbole”

Una entrevista con María José Viera-Gallo y Maori Pérez, autores de Química y nicotina (Alpha Decay), una historia de amor epistolar en la época de la instantaneidad.
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María José Viera-Gallo y Maori Pérez, dos autores, dos generaciones distintas y una sola novela epistolar, Química y nicotina (Alpha Decay), donde dos personajes, máscaras de ellos mismos, se intercambian cartas construyendo una historia de amor que trata de “no evaporarse, de no perderse en el tiempo”. Nacida en 1971, Viera-Gallo es considerada una de las autoras de referencia de la literatura chilena posdictatorial, mientras que Maori Pérez pertenece a la llamada generación 2011, aunque allí ocupe una posición excéntrica, “solitaria”, en palabras del propio Pérez, y “distante”. Una historia de amor epistolar en la época de la instantaneidad, así podría resumirse Química y nicotina, que contiene largas reflexiones sobre el ejercicio literario, sin obviar contundentes críticas a la “escena literaria” chilena y a las más jóvenes generaciones literarias.

Maori sostenía que el hecho de apoyarse en un género clásico como el epistolario no implica que la escritura no sea contemporánea

Maori Pérez: Efectivamente, además el libro juega con un sentido paródico, puesto que se instala para presentarse como un libro de hoy, pero en contra de su tiempo.

María José Vera-Gallo: Hay un tema de la velocidad que es muy contemporáneo. El ping-pong que jugamos en este carteo es propio de un lenguaje bastante inmediato, un lenguaje que le debe mucho al pensamiento en tiempo real, algo que es propio de las redes sociales, donde se escribe casi en contemporáneo aquello que uno vive y siente. Esta forma inmediata, rápida y directa de escritura la trasladamos a este soporte más clásico.

Maori Pérez: En el arte y en la poesía hay la tendencia de tomar prestado cosas muy cotidianas y muy comunes. Piensa, por ejemplo, en la antipoesía de Parra o, inclusive, en la narrativa de Bolaño, donde uno se encuentra con el discurso de los amigos. Puedes leer Los perros románticos y sentir que los términos del lenguaje son los mismos que tú empleas en las conversaciones con los amigos. Y supongo que pasa lo mismo con este libro: una pareja que se toma fotos, que se escribe posts en ocasión del aniversario, puede verse reflejada perfectamente en nuestro libro.

¿Hay una voluntad de trasladar el lenguaje coloquial?

María José Vera-Gallo: El lenguaje coloquial y amoroso. Decía Ignacio Echevarría que el lenguaje amoroso es peligroso en cuanto tiende a no innovar, tiende a repetirse. El lenguaje amoroso es una zona peligrosa porque es muy difícil escapar del cliché. Nuestro reto era reapropiarnos de ese lenguaje amoroso que, por todo esto, había sido alejado de la literatura y había sido coaptado por las telenovelas.

¿Podemos definir Química y nicotina como una falsa escritura del yo?

María José Vera-Gallo: Sí, por esto no quisimos dar a los personajes nuestros nombres, porque nos parecía que si les dábamos nuestros nombres el libro se convertía en una autoficción conservadora y volvíamos a ese apego al yo que, a nosotros, no nos interesaba, porque lo que queríamos era hacer más bien una novela rizomática: una novela en la que hay distintos niveles de realidades cohabitando. Respondiendo a tu pregunta, yo creo que el libro es una transfiguración de la autoficción, podríamos decir una posautoficción. Intentamos llevar la autobiografía a una especie de hipérbole, más que ser fieles al yo y a su relación con la realidad, buscamos ser fieles a lo emocional y a lo mental. Creo que el libro es más bien una foto impresionista que realista. En la novela, además, el yo funciona solamente porque hay un “tú”, es esta relación entre un “yo” y un “tú” la que nos gustaba establecer, más que un “yo” solo.

¿El tú es el que construye el yo?

María José Vera-Gallo: Exactamente. Y en este sentido, no se establece una verdad del yo, sino que existen dos subjetividades que chocan entre sí en un mundo cerrado que es el mundo amoroso. En su relación, no existe el mundo exterior, la maternidad de ella aparece muy poco… lo único que se presenta es el yo en su relación con ese tú. Volviendo a la autoficción, en Chile aún no estamos tan saturados de la literatura del yo, pues tengo entendido que aquí es bastante diferente…. El yo funciona, para nosotros, solo cuando hay riesgo.

Antes Maori hablaba del elemento paródico. ¿Podemos pensar en la novela como un intento de romper el cliché, por ejemplo, el del poeta maldito?

Maori Pérez: Durante el proceso de escritura del libro, proceso que fue bastante ritual, pensamos en el carácter paródico del libro en cuanto pensamos que el libro podría servir para destronar ciertas cosas de la escena literaria. Cuando se publicó, nos dimos verdaderamente cuenta de la parodia que suponía, porque nos vimos enfrentados a los medios chilenos. Nos dimos entonces cuenta de que, si bien no de forma consciente, habíamos escrito un libro que iba a desclasificar lo más épico de las obras románticas.

María José Vera-Gallo: La deconstrucción de los personajes se realiza a partir de la sinceridad, de la sinceridad completa. Si él es un poeta de 30 años que vive con su madre entonces lo contamos tal y como es, aunque esto impide idealizar el poeta maldito. Y lo mismo sucede con Kim, mi personaje: ¿por qué no mostrar una mujer normal, una mujer que se puede mover en distintos niveles, una mujer madre, pero que le gusta salir, que tiene una amante? Se trataba de deconstruir estos clichés y mostrar nuestra versión tal y como es, sabiendo además que nuestra versión es mucho más común y universal de lo que se cree.

Algo que se apunta en el libro es que el mundo literario ha terminado por creerse algunos de sus mitos.

María José Vera-Gallo: Totalmente. José Donoso decía que era necesario “correr el tupido velo”. ¿Para qué sirve la literatura del yo si no voy a narrar cosas incómodas? El mundo literario chileno, pero creo que también cualquier otro, está lleno de mitos y es bueno derribarlos. Es bueno decir que el ser escritor es a veces penoso, que entre los escritores todos se pelean un mismo premio, que todos se creen muy indies, que es duro vivir de la escritura… Existe un gran relato que envuelve a los escritores chilenos que, teóricamente, deberían tener a Isabel Allende como prototipo de escritora exitosa a la que hay que admirar. Esto es un castigo, Allende es un espejo en el que uno no se quiere ver, porque no se identifica. Por todo esto, quisimos contar el mundo literario tal y como es, sabíamos que algunas de las cosas iban a provocar revuelo, pero queríamos asumir que nosotros somos escritores y que los escritores chismean mucho. Los escritores, más que hablar de libros, hablan de escritores y de sus vidas. Hay que asumir que el chisme es parte del diálogo de los escritores.

Hay una gran crítica a las generaciones más jóvenes de escritores, a los que se los describe como una imagen muy cool, pero sin contenido.

Maori Pérez: En Chile hay de todo. Existen los escritores “simulacrados”, los escritores desnudos y los escritores que son pura imagen. Y entre los últimos, yo hallaría algunos ejemplos y te diría que también en mi generación hay algunos cuantos. La idea del libro era no dar un espaldarazo, sino un espaldazo al mundo de la literatura y hacerlo con total tranquilidad. Yo no soy mucho de cotilleos, ni como autor ni como personaje, pero cuando llega el momento de establecer cuál es el rigor de la situación, siento que me puedo distanciar del grupo y de mi generación.

María José Vera-Gallo: Maori pertenece a una generación llamada “la nueva narrativa 2011”, donde están nombres como Pablo Toro, Diego Zúñiga, Pablo Hidalgo, Claudia Apablaza, aunque puede que ella sea algo anterior. Maori apareció junto a todos ellos, pero luego se distanció al publicar cosas más raras, seis libros experimentales y locos, muy diferentes de la obra de los otros escritores de su generación.

Maori Pérez: Yo cada vez que entro en estos sucuchos de la escena literaria joven chilena me siento muy tranquilo, pese a estar solo. Y me siento tranquilo, porque creo que la literatura es un lugar seguro. Lo que sucede es que yo no tengo la relación de amistad que los demás del grupo sí que tienen entre ellos.

Distingues entre literatura y escena literaria

Maori Pérez: Sin duda. Yo no sé si me podría definir como oveja negra, como mucho lo soy solo en el sentido tooliano, es decir, como el protagonista de La conjura de los necios de John Kennedy Toole. Todos los chicos de la noventa nos creímos el personaje de Toole. Además, yo no puedo ser una oveja negra porque soy un personaje demasiado cómodo, no me da ni tan siquiera el esfuerzo de publicar en una editorial como RD. Soy un ser flojo para ser oveja negra, pero, al mismo tiempo, sé que puedo mirar la escena literaria chilena desde afuera.

¿Y esto supone para ti un privilegio?

Maori Pérez: Es un privilegio en términos de calidad literaria. Y no me refiero a calidad en cuanto bueno o malo, sino a la posibilidad de diferenciarme de la mayoría, si bien sé que pertenezco a esa generación. Sin embargo, aun sin renegar mi pertenencia a la generación que me ha tocado, mi lugar es el de la soledad y el de la diferencia.

En vuestro libro la locura se define como expresión de genio y de cordura.

María José Vera-Gallo: Todo lo que es asunto de la mente es un tabú, un tabú literario, salvo en Estados Unidos, donde hay muchas publicaciones sobre trastornos mentales. En nuestra cultura, más católica y del disimulo, no se habla de los asuntos de la mente, simplemente se medica. La locura incomoda a una sociedad anestesiada, incomoda porque se convierte en expresión de libertad, de decir lo que se quiere, de sentir, de hacer… La gracia de la locura es que no te hace ser temeroso frente a la escritura, te permite tomar más riesgos y exponerte más sin pensar si vas a quedar bien o mal en relación a los demás. Vivimos en una sociedad totalmente correcta, donde todo lo que sale de la corrección es criticado. Piensa en la novela de María Moreno, Black Out, libro que trajo mucha polémica porque en él María cuenta sus noches locas y dibuja la anti-imagen femenina a la que estamos acostumbrados.

¿Otro ejemplo podría ser Fuguet?

María José Vera-Gallo– Sí, Fuguet es otro de los nombres.

La novela hace referencia a la escena literaria chilena, ¿habéis pensado en cómo puede percibir vuestro libro un lector español que desconozca, aunque sea en parte, las referencias que manejáis?

Maori Pérez– Creo que la mejor manera de leer el libro, si no se conocen los referentes literarios a los que se alude, es investigándolos. Nuestro libro puede funcionar como una forma de rescate o de ajusticiar a ciertos autores y a ciertas realidades típicamente chilenas. Yo siempre creo que la investigación de lo que no se conoce es la mejor forma de aproximación a cualquier texto.  Aunque muchos de los autores sean vilipendiados, el hecho de ser mencionados por nosotros puede ser una forma de llegar a ellos. Algunos, como Zambra o Zúñiga, publican en España, pero muchos otros no, así que buscar sus referencias puede ser una aventura.

María José Vera-Gallo: Nosotros queríamos que el libro saliera de Chile, queríamos que encontrara un lector más virgen y me alegro mucho ver que los libros de alguien como Zambra, al que encuentro un grandísimo escritor, están traducidos en muchas lenguas. Me alegré mucho también al ver que Paulina Flores se publicaba en España. Es muy difícil cruzar el charco.

¿No creéis que España ha dejado de ser sinónimo de consagración para los autores hispanoamericanos?

María José Vera-Gallo– José Donoso, Vaqué y muchos otros autores, todos los del Boom, tenían que viajar a Barcelona y vivir en Barcelona para encontrar su destino literario. Afortunadamente, en los últimos años ha habido una apertura del mundo editorial con la aparición de editoriales independientes que hace que no sea necesario ya ir al centro del mundo editorial, como era Barcelona. Ahora mismo creo que hay más conexión entre Santiago de Chile, Buenos Aires, Lima, Ciudad de México y esto nos hace ser más independientes. Yo nunca pensé en venir a Barcelona o a Madrid para hacer una carrera literaria.

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