Internet y las redes sociales han transformado el sistema de la opiniĆ³n pĆŗblica. El modelo econĆ³mico tradicional de los medios ha dejado de funcionar y su debilidad financiera los hace mĆ”s vulnerables a las presiones polĆticas y econĆ³micas. AdemĆ”s, los avances tecnolĆ³gicos permiten que generar y distribuir desinformaciĆ³n sea mĆ”s fĆ”cil y mĆ”s barato: los gobiernos y los medios ya no tienen el monopolio de la intoxicaciĆ³n; otros actores aprovechan la nueva situaciĆ³n para desestabilizar las democracias. Regulaciones como la Ley de servicios digitales y la Ley de libertad de medios de la UniĆ³n Europea tratan de adaptarse al nuevo ecosistema y restaurar la opiniĆ³n pĆŗblica, en buena medida en torno a la idea de transparencia. Los buenos propĆ³sitos pueden encontrar obstĆ”culos: a veces, las medidas pueden utilizarse para lo contrario de lo que pretenden defender. En EspaƱa, el presidente del gobierno ha usado el reglamento europeo para justificar su ataque a la prensa. Los intentos de regulaciĆ³n pueden producir excesos y consecuencias no deseadas. En este nĆŗmero analizamos los cambios en el sistema comunicativo, los mecanismos de la captura polĆtica de los medios y los objetivos del reglamento, y tratamos de iluminar algunas de las aristas del debate.