Una anatomía del nuevo tráiler de horror

La narrativa de los tráilers para películas de horror, ¿cómo ha evolucionado, cuáles son sus mejores exponentes?
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Estructura

Es probable que el tráiler de horror sea cada vez más proclive a una estructura clásica similar a la de casi cualquier película de ficción en la tradición hollywoodense.[1] En Storytelling in the new Hollywood Kristin Thompson propone que un largometraje clásico de ficción consta de cuatro partes, sin contar los créditos iniciales o finales, cada una más o menos de 25 o 30 minutos: 1) the setup o establecimiento del mundo y las metas de los protagonistas, 2) the complicating action, donde sucede algo que fuerza a los protagonistas a cambiar sus metas o los métodos para alcanzarlas e incluso puede cambiar radicalmente su mundo, p. ej., la protagonista debe mudarse a Nueva York en una comedia romántica, 3) the development (un periodo de dilación, de obstaculización de metas y de desarrollo de subtramas) y 4) el clímax.[2] Thompson agrega la posibilidad de un epílogo, mucho más corto que las otras partes.

Hasta hace una treintena de años la mayoría de los tráilers de horror solían estar hechos de pura exposición o ser una colección instantes e invitaciones al miedo. (Considérese entre paréntesis que hasta los años setenta, después de cierto auge en los treinta, el horror vivió un poco en los cinturones de miseria de Hollywood.) Vean por ejemplo el tráiler de una película de horror narrativamente clásica y económicamente inserta en el gran flujo de dinero hollywoodense, tal vez la primera después del auge de los monstruos de los años treinta.

El tráiler original de El exorcista no pertenece a la narración clásica. Hay unos segundos de algo que podríamos llamar ‘exposición’, aunque realmente no establece las circunstancias de la protagonista (es decir: Chris, no su hija Regan) ni siquiera del exorcista titulares, y después se despeña en imágenes de horror tremendo para terminar con tipografía del título y sus autores. Pavoroso tráiler, por cierto.

Miren ahora una inmensa mayoría de tráilers de horror de los últimos años y notarán su proclividad a agruparse en una estructura que podría dividirse así: 1) exposición, donde se establece o la situación de la protagonista o la premisa general de la película; 2) complicación, que cambia la situación o propicia un descubrimiento; 3) desarrollo, donde vemos algunas consecuencias del cambio de situación o del descubrimiento; 4) clímax, generalmente un crescendo violento que termina súbitamente. Como en el modelo de los largometrajes, existe la posibilidad de un epílogo, que no es el epílogo real de la película anunciada sino una última frase, un susto final u otro detalle de unos pocos segundos de duración.

La exposición del tráiler de House of the devil (2009) nos muestra la difícil situación de Samantha, quien agobiada por la renta y otros gastos decide aceptar el trabajo de niñera en una casa “en medio de la nada”; la complicación del tráiler de The witch (2015) llega cuando un bebé desaparece súbitamente durante un juego de dónde está el bebé?… aquí taaá (probablemente ése sea el punto en que comienza la complicating action en la película, que yo no he visto); el desarrollo del tráiler de The nightmare (2014, raro caso de documental de horror) comienza justo después de la leyenda “Para algunas personas la parálisis del sueño es mucho más inquietante” (segundo 49) y el clímax del tráiler de Unfriended (2014) se desata inmediatamente después de que la presencia fantasmagórica teclea “Digan quién posteó el video o alguien va a morir”. Por último, el epílogo del tráiler de Housebound (2014) es un brevísimo pero muy efectivo chiste que de alguna forma comenta o pone en duda lo que acabamos de ver.

(A veces la exposición comienza con uno o dos establishing shots: una casa a la distancia en el tráiler de Goodnight Mommy (2014), unos riscos y un enorme letrero que anuncia ‘Bienvenidos a Lago Victoria’ en el de Piranha 3D (2010). Algún analista podría decir que estas imágenes son una suerte de prólogo.)

No es demasiado común que un tráiler tenga tan nítidamente definidas estas partes ‘clásicas’ como el de Déjame entrar (la ‘original’, de 2008). Helo aquí:

Tras una toma abierta inicial que nos sitúa en un helado paisaje urbano, la exposición nos indica que el protagonista padece bullying y está gestándose en él un principio vengativo; la complicación está marcada por la aparición de una niña, que en principio es apacible pero de pronto se torna violenta y ¿vuela?; en el desarrollo se ofrece la posibilidad de que la niña sea en realidad un vampiro y el clímax es un montaje acelerado de muerte, violencia y un poquito de ternura. Hay un epílogo: sobre negro, el protagonista pregunta: “¿Quieres ser mi novia?” (El resto son citas y créditos, que en este caso no forman parte de la narración.)

 

Textura

El andamiaje del tráiler de horror va cambiando hacia una estructura narrativa clásica. ¿Y cómo se comporta un tráiler de horror de los últimos años en su textura, su filigrana, sus pequeños artificios? Un detalle importante: el narrador extradiegético proveedor de exposición tiende a desaparecer. Probablemente la tendencia a crear pequeñas narraciones cerradas va llevando esta voz al desuso, pues forma una suerte de barrera entre nosotros y la narración: nos habla directamente, no pertenece a ninguno de los personajes y puede conocer y mencionar los nombres de los actores y directores de la película. Nos recuerda en un nivel que lo que estamos viendo no es la película sino un anuncio comercial de la película. El tráiler de Ravenous (1999), aunque contiene una exposición y un clímax, todavía posee esta voz que viene de fuera. Se siente como una reliquia:

(El tráiler de El orfanato (2008) contiene la voz extradiegética pero ésta, creo, parece ser parte de la narración: “Hay niños que pueden ver un mundo oculto…” ¿Un tráiler muy redundante para nuestros tiempos, tal vez?)

¿Quién provee la exposición en el nuevo tráiler de horror? En el caso de Déjame entrar, únicamente el montaje: una imagen citadina helada, un niño que bullea en silencio a otro niño, este segundo niño entrenando con un cuchillo. Pocos tráilers son tan aventados. Sus creadores prefieren asegurarse de que la información llegue a su destino (así sea aplicando algo de redundancia). Hoy, los dos métodos más comunes son informar con leyendas o con una voz en off que sí pertenece a algún o algunos personajes de la película, con diálogos tomados de ella (esta voz puede comenzar o terminar con el personaje en cámara). Ejemplo del primer caso: el tráiler de The nightmare:

 

Ejemplo del segundo: el tráiler de The seasoning house (2012), en el que Viktor, regenteador del burdel, explica las “reglas de la casa” sobre imágenes también expositivas:

 

En edición el cambio más notable es el del uso de un negro que llena la pantalla y permite una elipsis o, cuando las cosas se ponen feas, sirve para incrementar la tensión –o tal vez para ocultar algo demasiado terrible para ser mostrado. El recurso está extendidísimo, pero el tráiler de Siniestro (2012) es buen ejemplo porque lo utiliza de las dos maneras: primero para marcar elipsis, después para enervar el clímax:

 

El tráiler de Ahí viene el diablo (2012) usa los negros casi indiscriminadamente; además, participa de una práctica que va extendiéndose y también nos llega desde la narrativa clásica: el uso de motivos, repeticiones que recorren la obra y contribuyen entre otras cosas a la sensación de unidad o de coherencia. En su caso, los cerros como entidades malignas. En el tráiler de la impresionante Kill list (2011) los motivos son el fuego y las despedidas:

 

El clímax está formado casi inevitablemente por un doble crescendo: de velocidad de edición y de volumen y violencia de sonido. Como ejemplos están todos los que hemos visto arriba. A veces el crescendo auditivo termina cayendo a una música apacible o un casi silencio (como en el ejemplo de Déjame entrar). A veces se ayuda de frases escritas. Un ejemplo muy ingenioso es el del tráiler de It follows (2014), que utiliza las leyendas para crear una suerte de tercer crescendo, uno ‘literario’, que comienza en negativo y culmina en una rotunda afirmación: “It doesn’t think / It doesn’t feel / It doesn’t give up / It follows” –

 

En cine de horror más que en otros géneros, la última toma suele estar cargada de emoción o de amenaza. También, de un último shock más o menos arbitrario. Piensen por ejemplo en el final de Siniestro, donde la cámara se aleja lento de una caja de películas hasta que, súbitamente, aparece la cara del demonio poseedor de almas infantiles Bughuul, ¡BU!:

En tráilers de horror el volumen del sonido, que en el clímax estuvo en su nivel más alto, baja drásticamente si hay un epílogo. Éste suele suceder casi en silencio cuando se trata de dar un susto final. Ya vimos el de The ward, pero un ejemplo más acabado es el de The conjuring (2013), cuyo epílogo es un poco más largo de lo normal (unos 15 segundos) porque contiene el setup del susto y luego el susto en sí:

 

A propósito, ese tráiler de The conjuring utiliza una tipografía que se ha vuelto prevalente en cine de horror: trajan, una invención de Adobe hacia el final de los ochenta basada en la scriptura monumentalis de inscripciones latinas. Pueden ver algunos pósters de horror con trajan, en su versión normal o ligeramente modificada, aquí.[3] (Más horror: ésa es también la tipografía oficial del gobierno de Peña Nieto.)

Una nota antes de terminar: el found footage se cuece un poco aparte en estas convenciones. Primero, sí: hay exposición, pero ésta suele estar tomada directamente de pietaje al principio de la película, pues es común que los protagonistas en este subgénero declaren sus intenciones a cámara; por ejemplo, el tráiler de Grave encounters (2011) –cuyas leyendas por cierto están en trajan–. Segundo, sí: hay algo equivalente a las disolvencias a negro que sirven para elipsis y tensión, pero suelen ser glitches o manchas de interferencia o ruido blanco (a veces combinadas con disolvencias a negro) que recuerdan la naturaleza supuestamente amateur de lo que vamos a ver. Ejemplo: el tráiler de Paranormal activity 4: The marked ones (2014:

 

Epílogo

En estas cosas el cambio es siempre lento: sucede a lo largo de las décadas; y gradual: unos ejemplares son más notablemente nuevos que otros y hay muchos (como el de El orfanato) que no son nuevos casi en absoluto. Algunos simplemente están en los límites de otras tradiciones (como el del tráiler de la coreana Los poseídos). Pero creo que es cierto que el tráiler de horror de la tradición hollywoodense ha ido adoptando en la última década o en los últimos quince años una forma cada vez más parecida a la de las películas que nos vende.

No es imposible que la prevalencia de YouTube haya contribuido a este cambio. Los creadores de tráilers solían tener un público cautivo: el que iba al cine. En el cine casi no hay manera de escapar de los tráilers (o los avances, como los llamaban nuestros ancestros), y ese cautiverio acaso otorgaba el arma de la narrativa suelta o floja o de la no-narrativa, como en la segunda parte del tráiler de El exorcista. Hoy vemos tráilers en YouTube o en iTunes o en cien sitios más. Antes eran el pilón del precio de un boleto de cine; hoy por supuesto son gratuitos. Hoy, visto en la laptop, a la derecha del tráiler hay una fila de tráilers similares o que un algoritmo considera similares esperando nuestro clic. El tráiler que estamos viendo necesita mantener nuestra atención durante esos brutales dos minutos de esperanza. Es probable, entonces, que esto haya servido parcialmente a cerrar las narrativas del tráiler, a crear una pequeña ‘historia’ de unos 120 segundos que te atrape y no te suelte. (Es sólo una probabilidad. Pero alguien seguramente ya hizo ese estudio.)

Lo cual desemboca en al menos dos espacios. Primero: en la competencia. Todo ecosistema creativo, más aún si hay varo involucrado en la ecuación, terminará llevando a los creadores que no avanzan en piloto automático a la búsqueda de nuevas maneras de decir algo dentro de la fórmula, forzando hacia fuera los límites de la propia fórmula. Por dar un ejemplo, este temible tráiler de The conjuring está ya muy lejos del tráiler de Frailty (2001) en su sentido de no anunciar una cosa que produce terror sino de ser una cosa que produce terror. Cada nuevo creador que le pregunta a la fórmula: ¿a dónde te puedo llevar? enriquece esa fórmula. Segundo: en el conservadurismo. El tráiler de horror se ha vuelto más y más rígido. Cerrar narrativas, como tiende a cerrarlas el tráiler de horror hollywoodense de las últimas décadas, es negar una ambigüedad posible. Cerrar narrativas es negar la posibilidad de la pesadilla, de la lógica del sueño o de la alucinación. (Es raro pero algunos tráilers, como el de The witch, equilibran los dos espacios.) Miren alrededor: la textura de lo incomprensible puede ser pavorosa. Muchas veces lo es.



[1]En este ensayo me refiero sólo a tráilers ‘completos’, no a teasers, que por su naturaleza brevísima no están estructurados como una narrativa clásica.

[2]Si el lector quiere una estructura más común aunque menos precisa, puede empaquetar The Complicating Action y The Development en un solo gran bloque. Así, una película clásica estaría dividida en tres actos: el primero de 30 minutos, el segundo de 60, el tercero de 30. Se puede hacer lo mismo con las cuatro partes de la estructura del nuevo tráiler de horror propuesta un poco más adelante en este texto.

[3]Curiosamente, los publicistas de House of the devil, que crearon un extraordinario trabajo en el póster de la película, también hicieron de su tráiler un desastre tipográfico. Ya lo había linkeado arriba, pero véanlo ahora con ojos de diseñadores: clic.

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Escritor. Autor de los cómics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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