No hay mejor manera de conocer a una sociedad que observando sus prácticas y sus costumbres sexuales. Para medir la temperatura de una ciudad no basta con saber el número de sus habitantes o qué partido la gobierna, hay que preguntar también si en ella la gente se besa en las calles, cómo se contrata a una prostituta, cuántos sex shops aparecen en la guía telefónica. Un país que exhibe de noche a sus mujeres en vitrinas como cajas de muñecas no puede parecerse a otro donde las chicas atienden en el mercado, rodeadas de frutas y verduras, en plena luz del día. Sexografías el interesantísimo libro de la periodista peruana Gabriela Wiener, retrata a la sociedad desde este ángulo tan elocuente. Sus textos, escritos con una frescura e inteligencia que se agradecen, responden a una investigación empírica y profunda.
Así, para hablar de los casos de poligamia en Lima, Gabriela Wiener consiguió pasar unos días en la casa de una familia compuesta por una especie de gurú y sus siete mujeres que, de tanto alabar las maravillas de la vida comunitaria, casi logran convertirla en la octava concubina. En otra de esas crónicas, Wiener visita un presidio peruano en busca de un preso. Conoce las diferentes secciones de la cárcel, y se entera de las alternativas que tienen los reclusos para mantener activa su sexualidad.
En el periodismo gonzo, al que esta autora adhiere por completo, el reportero no sólo se somete a la acción y se convierte en protagonista, sino que de alguna manera propicia o genera las situaciones absurdas o desquiciadas que después se complacerá en describir. Así, el método que utiliza esta escritora se asemeja mucho más al practicado por Hunter S. Thomson que al del reportero común y corriente. Al leerla, el lector tiene una sensación de cercanía inesperada, capaz de acelerar su ritmo cardiaco. Gabriela Wiener no parece tener ningún tabú ni prurito en revelarnos su propia sexualidad, su propio sufrimiento su curiosidad o su morbo, y esa sinceridad otorga a su prosa un carácter admirable, una valentía poco habitual en nuestros tiempos.
Uno de los textos más impactantes de este libro describe la experiencia de las inmigrantes que venden sus óvulos a las clínicas de fertilidad españolas. También en esta ocasión, la autora se sometió a esa prueba física poco recomendable y de esa experiencia surgió su detallada descripción de las distintas etapas –tanto burocráticas como emocionales– por las que atraviesan las jóvenes que han decidido vender sus óvulos. “Adiós ovocito adiós” no sólo cuenta con una minuciosidad escalofriante los estados alterados de conciencia que produce la ingestión de hormonas, el trato con el personal médico, la operación quirúrgica que la aventura implica, los olores y los ruidos del hospital, sino la recepción que reciben las donantes según su origen étnico. Al final, nos cuenta Wiener, no queda sino la nostalgia del hijo que no se tuvo y que otra lleva en su seno.
Es verdad que muchas veces, tras la lectura de estas crónicas, uno se queda con una inquietante sensación de vacío o sin sentido por eso es de celebrar la inclusión del texto “Ayahuasca” que, aunque no comparte el tema de la sexualidad, recuerda esa dimensión espiritual tan presente en las culturas latinoamericanas, mucho más parecida a la oriental que a la que promueve el catolicismo.
El erotismo femenino –ya sea humano o porcino y sin importar las edades– es uno de los grandes ejes de este libro que no deja de lado el tema de la maternidad. “While you were sleeping” describe las fantasías sexuales de la embarazadas que intercambian fotos por internet, pero también los hombres que sienten por las preñadas una inclinación irresistible. Nos enteramos entonces de que esta perversión constituye un nicho importante en el mercado pornográfico. El texto termina con una interesante reflexión de la autora quien acaba de enterarse de que tendrá una niña. Wiener se dirige a su futura hija y le habla con esa complicidad que a veces se produce en nuestro género. Así, una de las mayores virtudes de este libro es que pone en evidencia algunas facetas ocultas de la feminidad así como las costuras y los vínculos retorcidos que representa el sexo en nuestras sociedades.
Sexografías abarca un espacio geográfico y cultural bastante delimitado: los personajes son en su mayoría latinoamericanos que, o bien viven en su país de origen o bien emigran hacia Europa en busca de una vida mejor que muy pocas veces encuentran. Convencida de la gran capacidad de observación de esta periodista y de su talento narrativo –que la han convertido ya en un referente imprescindible de la crónica latinoamericana– propongo que se le otorgue una beca para seguir estudiando estos asuntos tan importantes en regiones menos conocidas para nuestra cultura, como África o Extremo Oriente. El resultado sería sin duda igual de extraordinario. ~
(ciudad de México, 1973) es escritora. En 2011 publicó en Anagrama El cuerpo en que nací.