Una rápida búsqueda en Google arroja montones de resultados sobre el muy extendido, y exitoso, uso de las analogías deportivas en el trabajo y la “cultura empresarial”. A un clic de distancia están las sesudas recomendaciones para echar mano de las analogías deportivas y ser un líder exitoso, balancear “la química” de tu equipo de trabajo, alcanzar los “estándares globales más altos”, aprender a “jugar en equipo”, cerrar negocios con la contundencia de Don King (sin citar, obviamente a Mike Tyson), infundir “lealtad, entusiasmo y determinación a tu organización”… incluso, dejando el pudor de lado, uno puede abrazar el “soccer thinking” y triunfar sin escalas.
Las analogías son una herramienta muy práctica para razonar y una vía inductiva de argumentar, y quizá no es una exageración decir que son “la base y el alma de todo el lenguaje humano, pues el hombre entiende, conoce y razona por medio de comparaciones y ejemplos”. Pero las analogías deportivas, las futboleras en particular, se han convertido en una obsesión sin sentido de muchos directivos. En serio, ¿qué reacción esperan cuando en medio de una junta sueltan: “Muchos jugadores se creen Pelé, pero como bien dijo O Rei, ‘nunca habrá otro, mi padre y mi madre cerraron la fábrica’” o “Entre más abras tu juego, más goles puedes meter… o más goles puedes recibir”?
Además, lejos de crear “espíritu de equipo”, estas comparaciones mandan mensajes contraproducentes sobre qué entienden y qué esperan de un resultado exitoso. Pese a ello, Josh Chetwynd, autor de The field guide to sports metaphors: A compendium of competitive words and idioms, cree que las analogías deportivas no van a dejar de utilizarse en los negocios o en la política, porque son accesibles y motivacionales.
Entonces, si es cierto que hay que resignarse al uso de analogías, vale la pena notar que, dado que el beisbol va a ser el deporte nacional de la Cuarta transformación
No hay que pensarlo mucho. El programa deportivo 2018-2024 tendrá tres vertientes: actividad física y deportiva, en todos lados, para la salud y el bienestar; de alto rendimiento para ganar muchas medallas; y el béisbol, escuelas y formación de prospectos para grandes ligas. pic.twitter.com/syiEuBdoeM
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) 14 de agosto de 2018
, vamos a tener que darle un giro a los referentes que usamos para ellas, porque aunque no se cantará “play ball” hasta el 1 de diciembre, no veo quién le va a alegar al “ampáyer”… Soy terrible para las analogías deportivas, lo sé. Pero si ustedes quieren irse preparando en serio para entablar una conversación seria con los próximos stakeholders, les comparto unas útiles lecturas preparatorias:
- Para una zambullida general: el glosario de términos beisboleros y el glosario de modismos en inglés derivados del béisbol.
- Si quieren empezar a enamorarse de este deporte, lean “El béisbol es como un poema de Neruda”, para que comprendan por qué “como la poesía, el béisbol procede por acumulación. Lenta, cerebralmente”, “precisión poética no apta para insensibles”, porque “el asunto no es que el béisbol se parezca a la vida, sino que la supera en ese elegante cruce de emociones que es un doble play”.
- Y si quieren alcanzar a vislubrar por qué el beisbol quizá sea el deporte que más se asemeja a la vida, lean a Nicolás José.
No podría cerrar este texto sin citar a Yogi Berra: “Cometimos demasiados errores equivocados”, pero “esto no se acaba hasta que se acaba”.
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.