Foto: Jesús Cornejo / Archivo Tambuco

Tambuco, 30 años expandiendo los límites de la música de percusión

La música de percusión tiene gran riqueza y posibilidades de experimentación. El conjunto mexicano se ha dedicado a demostrar que siempre se puede ir más allá.
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La música de percusión es tan antigua como la humanidad. Con sonidos rítmicos producidos al golpear palos, piedras, conchas marinas, aplaudir y pisotear, nuestros antepasados remotos se comunicaron y manifestaron emociones, en una expresión musical humana temprana. Sin embargo, fue hace menos de un siglo que se crearon las primeras obras para ensamble de percusión: las Rítmicas V y VI (1930), del compositor cubano Amadeo Roldán.

Esta música tiene una gran riqueza expresiva y extraordinarias posibilidades de experimentación, pues en ella las fuentes sonoras son ilimitadas; se entremezclan sonidos heterogéneos de disímiles alturas, registros, colores y matices, junto a una enorme diversidad de ritmos y acentos. Por ello, durante la segunda mitad del siglo XX se hizo frecuente la organización de ensambles dedicados a crear música de estas características. Creadores como Edgard Varèse, Henry Cowell, John Cage y Carlos Chávez siguieron sus pasos, y la percusión fue ganando un lugar significativo en la creación contemporánea.

Entra en escena Tambuco, conjunto de percusión procedente de México, comunidad artística que tiene el propósito principal de interpretar y experimentar con las diferentes músicas del mundo. Este ensamble cumple este año tres décadas de existencia, en las que no ha dejado de cautivar al público por el enfoque innovador de sus actuaciones, la destreza artística y el compromiso de expandir los límites de la interpretación de la música de percusión. El grupo, que tomó su nombre de la obra escrita para seis percusionistas por el maestro Chávez, fue fundado en noviembre de 1993 por Ricardo Gallardo –su director artístico–, Alfredo Bringas, Raúl Tudón e Iván Manzanilla, este último reemplazado años más tarde por Miguel González.

Su historia, en realidad, comienza años antes, cuando sus integrantes estudiaban la carrera de percusiones en la Escuela Nacional de Música (hoy Facultad de Música) de la UNAM y formaban parte de su Orquesta de Percusiones, con la que se presentaron en salas de concierto y festivales. Ahí adquirieron valiosas experiencias en el montaje y estreno de obras compuestas por Manuel Enríquez, Rodolfo Halffter, Blas Galindo, Carlos Jiménez Mabarak y Leonardo Velázquez, entre otros.

Tambuco, según explica Gallardo en entrevista, tiene objetivos muy claros que hasta la fecha siguen vigentes: “el estreno y la difusión de las nuevas obras para ensamble de percusión; la divulgación del repertorio histórico para ensamble de percusiones; y el constante uso de técnicas de instrumentos de percusión tradicionales, y su incorporación a los lenguajes de la música contemporánea de concierto.”

Tambuco trabaja con creadores y músicos de todo el mundo, encargando y estrenando obras que amplían las posibilidades de la música de percusión, fomentando un rico tapiz de piezas únicas que superan constantemente los límites de la interpretación de percusión y muestran la adaptabilidad y versatilidad del grupo. Su repertorio abarca una amplia gama de estilos musicales, cerrando la brecha entre la música clásica, contemporánea, tradicional y folclórica de varias culturas.

Según explica Gallardo, en el conjunto “prevalece una convicción profunda en crear entre los cuatro una especie de ser viviente que no puede ser concebido sin el trabajo del otro”. Sus presentaciones en vivo son conocidas por la energía, precisión y el dinamismo desplegado en el escenario. La sincronización en los movimientos, que muestra el profundo conocimiento del ritmo y la dinámica del conjunto, e incluso el vestuario, de combinadas camisas con cuello Mao, hablan de esa identidad grupal.

El dominio de instrumentos tradicionales de percusión de varias partes del mundo, entre los que se cuentan el tambor yembé africano y los batá afrocubanos; la marimba y varios tipos de xilófonos como el teponaztli, un instrumento mexicano de origen prehispánico, y los gamelán jegog indonesios, es otra de sus grandes habilidades. A esto se suma el empleo de la percusión sinfónica (los tímpanis, bombos o tamboras, la caja o tarola y los platillos, entre otros instrumentos), así como la percusión sobre diversos materiales, objetos y sus propios cuerpos. Todos estos recursos le permiten crear experiencias musicales que atraen y encantan al público.

Gran parte de su atractivo se debe también a la amplitud de espectros sonoros que explotan. Con la gama de recursos e instrumentos a su disposición, crean ritmos cautivadores, texturas fascinantes e intrincados paisajes sonoros, como muestran en sus intepretaciones de las piezas Músicas de cristal, de Mario Lavista, Two vortices and one ghost para cuarteto de percusiones y piano, Café Jegog para cuarteto de percusiones y gamelán jegog, ambas de Ricardo Gallardo y Hematofonía, para ejecutar con palmadas.

Tambuco ha tenido colaboraciones con importantes personalidades y agrupaciones, como el famoso director de orquesta Eduardo Mata, pasando por el guitarrista y multinstrumentista brasileño Celso Machado y la Filarmónica de Los Ángeles dirigida por Gustavo Dudamel. El trabajo del grupo y de numerosos creadores latinoamericanos ha viajado por todas partes del mundo en las manos de estos músicos.

El compromiso de Tambuco no solo se centra en la interpretación, sino en el apoyo y desarrollo de la música en México desde una perspectiva educativa. Hace siete años se presentó la primera antología de obras concebidas en este país para cuarteto de percusión bajo el nombre Códice Tambuco, editada por Paxli, con diez creaciones ‒algunas dedicadas a la agrupación‒ de compositores como Eugenio Toussaint, Raúl Tudón, Ana Lara y Gabriela Ortiz, por solo citar algunos. Recientemente, con el apoyo de la Secretaría de Cultura (o con lo que aún existe de esta), Tambuco ofreció una convocatoria de residencias artísticas para compositores e intérpretes hasta treinta años de edad.

A la vez, los desafíos son constantes, según comparte Gallardo. “Los retos logísticos, como la necesidad de inversión para la adquisición de múltiples instrumentos provenientes de todas partes del mundo, o necesidades de un espacio de ensayo donde podamos realizar el montaje de instrumentos para las obras que tocamos, son retos que ninguna otra agrupación instrumental enfrenta y que hacen que la trascendencia del proyecto de Tambuco sea aún más significativa.” Superarlos, dice, “no podría lograrse sin la convicción e interés de cada uno de los cuatro miembros del ensamble.”

La dedicación de Tambuco ha inspirado a compositores, intérpretes y entusiastas, elevando la forma de arte y enriqueciendo el mundo de la música. Durante su trayectoria artística ha participado en numerosos festivales en el extranjero, como en la Percussive Arts Society International Convention (PASIC), además de recibir varias nominaciones al Grammy y el Premio para las Artes y la Cultura de la Fundación Japón, entre otros lauros. Diversas publicaciones periódicas, como la revista especializada Gramophone, The Washington Post y el New York Times les han dedicado reseñas y críticas musicales. A medida que continúan cautivando al público y colaborando con músicos de todos los géneros, su legado como percusionistas visionarios perdurará en las generaciones venideras.

Hace unas semanas escribí acerca de Martha Argerich, quien ha marcado a generaciones de pianistas latinoamericanas. Creo que, como ella, Tambuco es un faro de luz en tiempos de oscuridad. He tocado con ellos en diversas ocasiones y me siento afortunada al ver de cerca el deseo y la profundidad con el que abordan cada pieza, como si tejieran con las texturas un mundo mágico de diferentes sonoridades y colores. Los he visto hacer música con piedras y lograr la comunicación con el público, a través de objetos simples, como aquellos con los que se hicieron los primeros ritmos.

En esto reside su virtuosismo: en trascender los límites de la música de percusión. ~

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Ana Gabriela Fernández (Cuba-México) es pianista. Graduada de maestría y doctorado con mención honorífica en la UNAM. Ha obtenido diversos premios en certámenes nacionales e internacionales. Ha realizado numerosos recitales y conciertos en Cuba, Estados Unidos, Canadá y México.
Ha sido becaria del Belgais Center for Arts con Maria Joao Pires, en Castellón Branco, Portugal y de la OAcademy (2022), con la pianista venezolana Gabriela Montero. Funge como coordinadora institucional del sitio Zona Paz y es candidata al posdoctorado en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.


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