El pasado domingo 12 se realizaron en Argentina elecciones primarias con vistas a las legislativas de medio tรฉrmino que se efectuarรกn en noviembre prรณximo. Esta modalidad electoral, llamada PASO (acrรณnimo de Primarias Abiertas, Simultรกneas y Obligatorias), fue creada en 2009 por el entonces gobernante kirchnerismo, para evitar la dispersiรณn del voto peronista, que podรญa presentarse en varias listas diferentes y restar poder al entonces grupo gobernante. Su objetivo es doble: por un lado, definir la conformaciรณn de las listas que se presentarรกn a las elecciones en aquellos partidos o coaliciones en los que hay dos o mรกs corrientes internas en competencia y, por otro, definir quรฉ partidos podrรกn participar de las elecciones, porque para hacerlo es necesario obtener mรกs del 1,5% del padrรณn del distrito electoral en el que se pretende competir. Como ya lo indica su nombre, todos los partidos realizan sus elecciones internas el mismo dรญa (simultรกneas), todos los ciudadanos deben participar (obligatorias), y no es necesario estar afiliado a un partido para votar alguno de sus candidatos (abiertas). Estas particularidades convierten a las elecciones primarias en una encuesta nacional o, mรกs correctamente, en un censo de preferencias electorales, y por tanto se convierten en un predictor de lo que serรก el resultado casi sin margen de error. De allรญ su importancia.
Y el resultado del domingo fue sumamente sorprendente, porque puso en cuestiรณn una creencia largamente asumida por la sociedad polรญtica argentina, segรบn la cual si las distintas corrientes internas del vasto y contradictorio universo peronista se presentan unidas, resultan invencibles: fueron, todas ellas unidas, derrotadas de un modo categรณrico. El peronismo perdiรณ en algunas provincias que le habรญan sido histรณricamente fieles โChaco, Santa Cruz, La Pampa, entre otrasโ, y sobre todo en la provincia de Buenos Aires, principal distrito del paรญs y bastiรณn electoral de la corriente interna liderada por la expresidenta y actual vicepresidenta, Cristina Kirchner, lรญder del sector mรกs radicalizado y confrontativo del gobierno.
Los argumentos con que dar cuenta de la derrota del oficialismo son innumerables: la mala gestiรณn de la pandemia (que incluyรณ una cuarentena excesiva e innecesariamente prolongada, el cierre de las escuelas durante mรกs de un aรฑo, una gestiรณn de compra de vacunas ideolรณgicamente sesgada, que provocรณ presumiblemente muchas muertes que se podrรญan haber evitado); las pobres decisiones econรณmicas โel PIB cayรณ mรกs de 10% en 2020, uno de los mayores deterioros a nivel mundialโ; la ineficiencia generalizada de un gabinete fundamentalmente mediocre y, por รบltimo, algunos hechos que produjeron mucho repudio por parte de la opiniรณn pรบblica, como la realizaciรณn de reuniones sociales en la residencia presidencial en momentos en que estas estaban prohibidas, o la existencia de algunos sitios de vacunaciรณn que daban prioridad a altos funcionarios y amigos del gobierno.
Lo cierto, en todo caso, es que si bien muchos oficialismos han tenido pobres resultados electorales como consecuencia de las mรบltiples crisis โsanitaria, econรณmica, socialโ producto de la pandemia de covid-19, tambiรฉn es cierto que el gobierno argentino cayรณ derrotado ante una coaliciรณn que solo dos aรฑos antes habรญa sido desplazada del poder en razรณn de unos pรฉsimos resultados econรณmicos que habรญan acelerado una inflaciรณn que ya era excesivamente elevada y aumentado una extendida pobreza que, cuatro aรฑos antes, habรญan prometido reducir. Es decir, el gobierno perdiรณ ante una oposiciรณn que en principio no serรญa percibida, por buena parte de la ciudadanรญa, como una alternativa.
Las elecciones argentinas se realizaron en un escenario polรญtico deteriorado y en un escenario social y econรณmico catastrรณfico. Desde 2007, la escena polรญtica, agriamente dividida, se ha ido articulando en las dos coaliciones que actualmente predominan: el actual Frente de Todos, que reรบne a las distintas fracciones del peronismo, y Juntos, que agrupa al antiguo partido Radical, al mรกs joven PRO, creado por el expresidente Macri y a otras formaciones menores. Esquemรกticamente, el Frente de Todos agrupa a los sectores medios y bajos de la sociedad, y a ciertos actores econรณmicos que, con un discurso nacionalista y popular, propician polรญticas orientadas al fortalecimiento del mercado interno, fuertes regulaciones pรบblicas y un extenso aparato de Estado, y una activa polรญtica de asistencia y contenciรณn de los sectores sociales vulnerables y excluidos. En Juntos se reรบnen las clases medias y altas, que en principio se hacen cargo de tradiciones polรญticas liberales, estรกn mรกs conectadas con el exterior, pretenden un Estado de menor tamaรฑo y peso y si no renuncian a las polรญticas sociales es muchas veces mรกs por prudencia que por convicciรณn.
Naturalmente, se trata de una descripciรณn esquemรกtica que no captura las complejidades internas de cada coaliciรณn ni la diversidad de una sociedad que cada vez menos puede ser representada de un modo pleno por los partidos polรญticos tradicionales o sus expresiones coalicionales, en parte por la multiplicidad de nuevas figuras sociales y culturales aparecidas globalmente en las รบltimas dรฉcadas, en parte por las mutaciones propias de una sociedad que ha visto, en el รบltimo medio siglo, una reconfiguraciรณn absoluta de la estructura social que habรญa dado origen a aquellos partidos.
De hecho, conviene no olvidarlo, Argentina es uno de los paรญses que peor desempeรฑo econรณmico ha tenido en las รบltimas dรฉcadas, y ese mal desempeรฑo provocรณ transformaciones de un orden de magnitud impensado. Como observรณ el economista Martรญn Rapetti, el producto bruto por habitante es hoy igual al de 1974, pero la desigualdad y la pobreza son inmensamente mayores que entonces: mientras en 1960 la proporciรณn de hogares pobres en Amรฉrica Latina ascendรญa al 50% y en Argentina era de solo el 5%, en la actualidad el 47% de las personas son pobres, un porcentaje que sube al 63% en el caso de los niรฑos y adolescentes (y al 73% entre los jรณvenes del conurbano de la ciudad de Buenos Aires). No hay indicador que no subraye esa pobre performance: desde 1970, el paรญs tuvo 21 aรฑos de crecimiento negativo (algo que no ocurriรณ en ningรบn otro paรญs del mundo), 39 aรฑos con inflaciรณn superior al 10% y en cinco oportunidades declarรณ impagable la deuda, una cantidad de veces que solo comparten Nigeria y Venezuela.
Para muchos observadores, y especialmente para quienes estรกn alineados con alguna de las dos coaliciones dominantes, las elecciones del domingo fueron un lรญmite a lo que consideran el populismo autoritario y antirepublicano del gobierno. Quieren ver en el voto una sanciรณn no solo a los fracasos de gestiรณn sino a las intenciones mismas de la gestiรณn. Pero, si asรญ fuera, en el caso de que la acciรณn del gobierno hubiera sido razonablemente exitosa esa sanciรณn se habrรญa producido de todos modos.
Evidentemente, hay una parte de la ciudadanรญa para la cual lo que podrรญamos llamar principios, o elementos ideolรณgicos, tienen relevancia a la hora de decidir el voto. Pero si esa parte fuera mayoritaria no se explicarรญan los cambios de mayorรญas que han marcado la polรญtica argentina en la รบltima dรฉcada. El mapa serรญa mรกs estable, y la volatilidad del voto mucho menor que la que se puede observar en el siguiente grรกfico:
Resultado de las elecciones PASO, generales y balotaje, 2015 โ 2019
Fuente:Twitter / @FedeGiammaria En azul, la coaliciรณn peronista (kirchnerista); en amarillo, la coaliciรณn radical-Pro; en otros colores, partidos provinciales.
Poco despuรฉs del horario de cierre del comicio, el domingo pasado, un conductor de televisiรณn alineado con el oficialismo anunciaba, a partir de la informaciรณn que recibรญa de las encuestas a pie de urna, que se estaba por consagrar la condena definitiva del neoliberalismo; que, ya expulsado Mauricio Macri del gobierno en 2019, estas elecciones serรญan la confirmaciรณn de que el pueblo no serรญa nuevamente engaรฑado. Con argumentos diferentes, pero para llegar a la misma conclusiรณn, el que fuera principal asesor de campaรฑas de Macri declaraba que el pueblo argentino es โanticapitalista, estatistaโ y que por tanto el peronismo ganarรญa las elecciones. Poco despuรฉs, ambos habรญan sido desmentidos por unos resultados que le daban la espalda a un gobierno intervencionista y populista.
Hay, como decรญamos, una parte de la ciudadanรญa que vota en funciรณn de preferencias ideolรณgicas, y otra que lo hace a partir de identidades polรญticas fuertes, que no necesariamente se corresponden con elementos ideolรณgicos. El peronismo ha conservado un nรบcleo amplio y estable de votantes que lo acompaรฑaron aun cuando los programas polรญticos eran contrapuestos, como los de Carlos Menem y Nรฉstor Kirchner. Pero las elecciones del domingo fueron fundamentalmente no ideolรณgicas. Lo relevante no era elegir, como dicen los portavoces de las coaliciones polรญticas, entre โdos proyectos de paรญsโ. El voto sancionรณ a un elenco gubernamental que se mostrรณ particularmente incompetente e intensamente arrogante. Sancionรณ a un gobierno que cree que sus preferencias son las de la sociedad.
El voto, asรญ, ha dejado de expresar ideas para convertirse en estrategia de resistencia, en el modo que la sociedad ha encontrado para protegerse de un poder que desde hace mucho tiempo solo ha sido capaz de provocarle daรฑos y frustraciones, una sociedad que ha visto una caรญda del producto bruto per capita del 15% en diez aรฑos. La verdadera magnitud de semejante dato resulta mรกs clara si se piensa que, segรบn numerosos estudios, diez aรฑos de guerra civil provocan una destrucciรณn de riqueza exactamente de ese orden. La sociedad, por ahora, recurre al voto para limitar la capacidad de daรฑo de los gobiernos. No es claro durante cuรกnto tiempo ese seguirรก siendo el mรฉtodo, ni tampoco resulta evidente que no se estรฉn creando las condiciones para que la democracia resulte amenazada por algรบn peligroso oportunista.
Diez aรฑos incluyen los aรฑos transcurridos del gobierno actual, los cuatro del anterior y el ciclo completo de la segunda presidencia de Cristina Kirchner: es decir, todos los protagonistas de la actual crisis lo fueron de su gestaciรณn. Pensar, como hace la oposiciรณn, que el rechazo al gobierno expresado el domingo es una aprobaciรณn entusiasta de ella misma es un error grave. La oposiciรณn no es mรกs que el instrumento del rechazo. Son las piedras con las que se construye una barricada democrรกtica.
El rechazo expresa tambiรฉn impaciencia. Una mirada mรกs complaciente podrรญa haber considerado que el gobierno solo ha tenido dos aรฑos de gestiรณn, y que ese perรญodo coincide casi exactamente con la pandemia de covid-19. Que, posiblemente, si tuviera oportunidad de gobernar en condiciones de cierta normalidad podrรญa realizar una tarea decente. Es posible que la suma de errores de Alberto Fernรกndez, Cristina Kirchner y sus equipos desalienten fundadamente esa posibilidad. Pero el masivo rechazo a solo dos aรฑos de haber asumido expresa algo mรกs que el repudio a la incompetencia. Expresa, a mi entender, la necesidad imperiosa de que el gobierno aleje un horizonte de expectativas que en la Argentina estรก colapsado. Hace ya mucho tiempo que es imposible prever, ya no digamos el largo plazo, ni el mediano, sino simplemente a mรกs de tres o de seis meses: no se sabe cual serรก el valor del salario (la inflaciรณn del รบltimo aรฑo es superior al 50%), no se sabe cual serรก la situaciรณn laboral, no se sabe quรฉ ocurrirรก con el patrimonioโฆ
Resulta evidente que ninguna de las coaliciones que dominan la escena polรญtica argentina ha sido capaz de revertir el largo ciclo de deterioro y frustraciรณn. Y es tambiรฉn evidente que ninguna de ellas podrรก hacerlo por sรญ misma. Una reorganizaciรณn del espacio polรญtico, que expulse a los sectores mรกs radicalizados de ambas coaliciones y que permita la cooperaciรณn de los mรกs moderados, de aquellos que puedan tener a la vez la mirada puesta en el crecimiento econรณmico sin por ello desatender el sufrimiento social, esa reorganizaciรณn es la รบnica posibilidad que le queda a la Argentina para terminar el ciclo de degradaciรณn en que estรก sumida.
Si la oposiciรณn no pareciรณ hacer esta lectura del resultado de las elecciones sino, mรกs bien, quiso ver allรญ la confirmaciรณn de que es la depositaria de las virtudes cรญvicas y los mรฉritos de gestiรณn que no tendrรญa el oficialismo, la crisis abierta, apenas 48 horas despuรฉs, en el gobierno, puede ser la ocasiรณn de que este se desprenda de sus elementos mรกs recalcitrantes e invite a un diรกlogo amplio a partir del cual establecer algunos acuerdos bรกsicos. Esos acuerdos solo serรกn posibles si unos abandonan la convicciรณn de que el mercado es el mejor regulador de todas las relaciones sociales y los otros dejan de lado su creencia de que el Estado es el รบnico dispositivo legรญtimo para organizar la acciรณn colectiva. En el tironeo entre โestatalistasโ y โneoliberalesโ, ambos han olvidado a la sociedad, han olvidado que es en ella, en lo pรบblico, en lo comรบn, donde pueden prosperar a la vez las personas, los grupos y la riqueza, y que el Estado y el mercado son dos dispositivos que deben subordinarse a la sociedad. Sumido, a estas horas, en una salvaje batalla interna, el oficialismo podrรญa dar un gran paso para reformular la coaliciรณn de poder con la que gobernar, desde la derrota del domingo, por los prรณximos dos aรฑos, y sentar las bases de una estrategia de cooperaciรณn permanente con la oposiciรณn para comenzar a reconstruir al paรญs. Desgraciadamente, si es cierto que el pasado es el mejor predictor del futuro, no parece que eso vaya a ocurrir.
(Buenos Aires, 1960) es editor. Es el fundador y director de Katz Editores.