Foto: Leco Viana/TheNEWS2 via ZUMA Press Wire

Bolsonaro y el descreimiento de la democracia

Hasta el mismo dรญa de las votaciones, Bolsonaro estuvo agitando la idea de "robo electoral", una manera de deslegitimar cualquier alternativa a รฉl.
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ยฟCuรกl es la amenaza suprema, รบltima para la democracia? Los votantes de Brasil se han visto sometidos a esta pregunta durante las elecciones presidenciales que concluyeron el domingo. โ€œLa corrupciรณnโ€, respondieron algunos para alejarse del condenado Lula y escoger a Bolsonaro. โ€œLa difusiรณn de falsedadesโ€, entonaron otros para hacer lo contrario. โ€œLas ideologรญas extremasโ€, corearon muchos, para rechazar solo la que consideraban como el extremo mรกs alejado del propio. โ€œLa polarizaciรณnโ€, sugiriรณ un puรฑado de ellos para explorar terceras alternativas sin opciรณn realista en la primera vuelta y acabar aceptando lo que consideraron mal menor en la segunda. Pero desde las primeras horas posteriores a la confirmaciรณn de la victoria de Lula una sombra distinta se posรณ sobre las instituciones brasileรฑas. Una que dista de ser nueva para la campaรฑa, para el paรญs, para el continente o para el mundo entero. Emergรญa del silencio: el que mantenรญa el presidente en funciones ante su derrota. Conforme sus contornos se volvรญan nรญtidos, el mundo expectante recordaba que la mayor amenaza para la democracia es la desconfianza.

El politรณlogo Adam Przeworski apadrinรณ una definiciรณn clรกsica de democracia que es tan poderosa como elegante, y es ambas cosas por su sencillez: hay democracia cuando quien detenta el poder puede perderlo. Eso significa que estรฉ dispuesto a ello y que el proceso posibilite una alternativa. El proceso brasileรฑo lleva desde la transiciรณn de los ochenta construyendo la posibilidad de alternancia en el poder. Ha habido gobiernos de varios colores. Tiene un legislativo plural. No es una democracia perfecta pero sin duda cumple la condiciรณn mรญnima przeworskiana. Y sin embargo Jair Bolsonaro decidiรณ alimentar durante toda la campaรฑa las dudas sobre la misma. Porque precisamente asรญ funciona el desconocimiento: el no acatamiento necesita de la pรกtina de legitimidad que le otorga la desconfianza. El โ€œnos van a robar las eleccionesโ€ que enarbolaron dos presidentes americanos en los รบltimos dos aรฑos: Trump primero, Bolsonaro despuรฉs.

Llegados a este punto, que nadie caiga en la tentaciรณn de asimilar esta estrategia con la derecha: ejemplos de la otra orilla no han faltado en la Amรฉrica Latina del siglo XXI. Los movimientos de AMLO, Chรกvez, Correa o Evo (y sus mรบltiples herencias) se apoyaron en ella en algรบn momento u otro de su ascenso, caรญda y vuelta al poder. Gustavo Petro, reciรฉn victorioso, mantuvo viva la llama de la desconfianza durante toda su carrera hasta la Casa de Nariรฑo. De hecho, en las recientes elecciones de Colombia se viviรณ la breve pero arriesgada pantomima de tener a izquierda y derecha azuzando descreimiento a la vez, lo que sugerรญa un esquizofrรฉnico (y por ello inviable) robo electoral doble.

โ€œFreeโ€, โ€œcredibleโ€, โ€œfairโ€ son adjetivos que se han repetido de manera literal o sinonรญmica en las felicitaciones a Lula desde EEUU, la UE, Francia, Espaรฑa, Canadรก, los vecinos latinoamericanos. Esta presiรณn retรณrica es un intento exterior de reatornillar a Bolsonaro, o al menos a sus aliados, en la confianza al proceso democrรกtico. Pero, como volver a meter pasta de dientes en el tubo del que acaba de salir, reconstruir esta confianza por completo es imposible. Siempre hay un nivel mรกs de duda al que acudir. Es la lรณgica circular de la conspiraciรณn. Cuando a Bolsonaro se le razonaba sobre por quรฉ el proceso electoral brasileรฑo estaba diseรฑado mecรกnicamente para reducir las probabilidades de fraude, dirigรญa su cuestionamiento hacia un objetivo inmediatamente anterior o paralelo: los sistemas de votaciรณn; la observaciรณn internacional; las encuestas; el acarreo de votos en buses (que de hecho sirviรณ como excusa para inusitados controles policiales en zonas lulistas el dรญa de la elecciรณn). No hay autoridad posible, no hay credibilidad, fuera del cรญrculo de confianza definido por el lรญder.

Y sus argumentos son especialmente poderosos cuando se anclan en los otros fantasmas percibidos como fatales: el retrato del rival como un extremo ideolรณgico que acabarรก y corromperรก el propio paรญs cimenta tanto la sospecha como la legitimaciรณn de las propias acciones, incluyendo las que pueden incluir el uso de la fuerza. Los golpes en el siglo XXI (incluso los cocinados a fuego lento como el de Bukele, el de Chรกvez o el de Ortega) casi siempre se han dado bajo el argumento de โ€œdefender la democracia, maestroโ€ como el coronel Plazas Vega le respondiรณ a un periodista mientras ardรญa el Palacio de Justicia colombiano en 1985 para liberarlo de una toma guerrillera: las democracias ya solo se consumen en su supuesta defensa.

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(Valencia, 1985) es director adjunto en el Centro de Polรญticas Econรณmicas de Esade (EsadeEcPol), doctor en sociologรญa por la Universidad de Ginebra, miembro del colectivo Politikon, y coautor de El muro invisible (Debate, 2017). Escribe en El Paรญs.


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