Ilustración: Letras Libres. Fotos: Flickr / Trump White House Archived / The White House

Biden o Trump: escenarios para México

En lo que respecta a la relación con Estados Unidos, la próxima presidenta deberá estar lista para navegar aguas inciertas con poco margen de maniobra.
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México y Estados Unidos nunca han vivido procesos electorales tan interdependientes como los de este año. Las candidatas a la presidencia de México deben estar preparadas no solo para el gran desafío que simbolizará ser investida como la primera mujer que gobierne al país, sino también para enfrentar los distintos escenarios que implicaría una victoria de Joe Biden o de Donald Trump. Aunque México ha convivido ya con gobiernos de ambos líderes, el endurecimiento de políticas de extrema derecha en Estados Unidos supone una amenaza latente en el caso de un nuevo gobierno del republicano.

Joe Biden 2.0

La relación bilateral llega a 2024 con temas delicados en la agenda: disputas comerciales, desacuerdos en materia energética y tensiones en cuanto a seguridad y manejo de la frontera. A pesar de los desacuerdos, los gobiernos de Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador han sabido encontrar una sinergia pragmática que han capitalizado con sus propios electorados. Para Estados Unidos era fundamental encontrar soluciones a la volatilidad e incertidumbre comercial debido a la invasión de Rusia a Ucrania, el avance del conflicto comercial con China y el uso político por parte de los republicanos trumpistas de la crisis humanitaria en la frontera.

En este contexto, decidió mirar hacia México para reducir su dependencia económica de China, a través de la relocalización de las distintas cadenas de suministro. Desde 2023, México desplazó a Canadá y a China como el principal socio comercial de Estados Unidos, con un total de 798 mil millones de dólares (U.S. Census Bureau, 2024) entre importaciones y exportaciones. Se trata de un hito histórico producto de la inversión alcanzada en la región gracias al T-MEC (versión actualizada del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, TLCAN). En su conjunto, y gracias a la implementación del tratado en 2020, la inversión en la región ha crecido 134%.

Este escenario le ha permitido a México una solidez económica con beneficios al interior y al exterior del país. A la vez que el peso se afianzaba como la moneda más fuerte frente al dólar y México fue el segundo país latinoamericano en recepción de inversión extranjera en 2023, la política social logró sacar de la pobreza a aproximadamente nueve millones de mexicanos tras la pandemia. Un segundo período de Joe Biden representaría una oportunidad única para la consolidación del lugar de México como socio comercial de Estados Unidos y para afianzar estos avances económicos.

Los resultados no han sido igual de positivos en materia migratoria. Biden, al comenzar su período, prometió alcanzar una reforma migratoria que iba a regularizar a once millones de indocumentados. Cuatro años más tarde, el presidente demócrata lideró una propuesta de ley bipartidista (rechazada por la Cámara de Representantes debido a la oposición de los republicanos) que cambiaría la manera en que Estados Unidos entiende el sistema de asilo de su país, empezando por el otorgamiento de poderes extraordinarios para cerrar de manera unilateral la frontera. Bajo esa ley, se habrían invertido más recursos en el endurecimiento de los controles contra la inmigración irregular; verbigracia, la continuación del muro fronterizo, el establecimiento de setenta y siete vuelos diarios de deportaciones exprés y la limitación de los cupos de asilo.

Estados Unidos en estos años ha logrado hacer de México la primera barrera de contención contra flujos migratorios sin precedentes en las Américas. El Estado mexicano, a través del Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional, se ha encargado de instalar un sistema punitivo que persigue, discrimina y priva de la libertad a personas en condición de movilidad humana, en clara violación de nuestra constitución y de los derechos humanos de miles de personas. De acuerdo con datos del Censo Nacional de Seguridad Pública Federal, la Guardia Nacional en 2022 realizó 177,166 “rescates” (detenciones) de migrantes en el país, un incremento del 432% en comparación con las cifras del año 2021. La opacidad con la cual se manejan los dos organismos encargados mencionados es alarmante ya que, de acuerdo con el mismo censo solo se identificó a 14.5% del total de personas “rescatadas” en 2022, lo que deja a 151,388 migrantes al margen de registros públicos. No se tiene claridad en cuanto a su procedencia ni información precisa sobre su “rescate” y paradero.

Durante el mismo año, las tareas de seguridad pública realizadas por la Guardia Nacional apenas registraron la detención de 5,376 delincuentes, lo cual supone catorce detenciones diarias, cifras insignificantes si se comparan con el promedio de 486 detenciones de migrantes al día en este mismo periodo. Tales datos demuestran el uso que este gobierno ha dado a las fuerzas armadas y a la migración, así como los abusos que está dispuesto a cometer por un beneficio político. Al implementar estas políticas, López Obrador ha logrado afianzar el mejor de los acuerdos posibles: una relación con bajos niveles de intromisión en su gobierno por parte de Estados Unidos.

Trump 2.0

Para México, un gobierno de Trump 2.0 sería particularmente desafiante debido a la reconfiguración ideológica que ha sufrido Estados Unidos en los últimos 8 años, con la normalización del autoritarismo del expresidente. El republicano ha posicionado la idea de México como un enemigo dentro de los votantes; al día de hoy, el porcentaje de los votantes registrados como republicanos que piensa en México como un aliado, es aproximadamente el mismo porcentaje que lo percibe como un enemigo (45%), lo que significa un cambio alarmante respecto a la percepción positiva, si la comparamos con el 78% que alcanzaba en junio de 2013. Estas cifras impulsan a Trump a prometer el despliegue de militares a lo largo de la frontera, e incluso, dentro del territorio mexicano.

Poco se habla en México de los peligros que representaría un segundo mandato de Trump, desde el entendimiento erróneo de que México estaría preparado. Nada más alejado a esto. Desde las elecciones de 2020 se han consolidado bastiones de extrema derecha que están apostando fuertemente por una administración Trump 2.0. Tal es el caso del denominado Proyecto de transición presidencial 2025, auspiciado por la Heritage Foundationque, con la ayuda de más de 100 grupos ultraconservadores leales a Trump, desarrolló una estrategia para “rescatar al país de la izquierda radical”. En la práctica, es una guía para que Trump y el Partido Republicano implementen de manera rápida y agresiva un paquete de leyes que transforme al país por generaciones. Inequívocamente, Donald Trump pretende eliminar los sistemas de pesos y contrapesos y poner en peligro a la democracia estadounidense.

La agenda migratoria será la piedra angular de un posible segundo mandato. No en vano el expresidente ataca y deshumaniza a toda persona que cruza la frontera de manera irregular, acusándolo de “envenenar la sangre” de Estados Unidos, una expresión escandalosamente fascista. La próxima presidencia de México podría verse frente a la operación de deportaciones más grande que Estados Unidos haya llevado a cabo en su historia moderna, la promulgación a nivel federal de leyes antiinmigrantes como la SB4 de Texas, y el resurgimiento de leyes como Remain in México y el título 42. Estas políticas afectarán la vida de millones de mexicanos que radican en Estados Unidos con detenciones y deportaciones arbitrarias basadas en perfiles raciales, en abierta violación de sus derechos civiles y humanos. En este caso, el Estado mexicano debe estar preparado para una crisis humanitaria en ambos lados de la frontera; no se trataría solo de la deportación de mexicanos hacia México, sino del colapso de un sistema de refugio de migrantes en Estados Unidos que ya promedia un incremento del 70 % anual en solicitudes de asilo durante los últimos 6 años.
Por si fuera poco, la cooperación comercial podría verse en serias dificultades en un gobierno de Trump. No se trataría solamente de la incertidumbre causada por el regreso de las confrontaciones comerciales que tanto fomenta el expresidente, sino también de su recelo hacia la cooperación entre ambos países. Trump es un convencido proteccionista que cada vez que arremetía contra el déficit comercial de Estados Unidos se quejaba de las cadenas de producción fuera del país, inclusive si estas se hallaban en México y Canadá, sus aliados comerciales de Norteamérica. En un intento por forzar una mayor producción de manufactura doméstica, ha prometido imponer un arancel general de 10% a todas las importaciones, una acción que no solo traería represalias regionales, sino que pondría a México y al mismo T-MEC en una posición de gran vulnerabilidad. Además, dañaría la viabilidad de México como destino de nearshoring.

Por último, el T-MEC tiene establecida una sunset clause o cláusula de revisión para 2026. Actualmente existen dos grandes disputas comerciales entre México y Estados Unidos: una relacionada con la política energética del presidente López Obrador y la otra con la prohibición de alimentos transgénicos modificados, en este caso el maíz. México tendrá que afrontar entonces no solo los paneles de consulta y de expertos, sino también el riesgo de que un nuevo gobierno de Trump amenace la existencia misma del tratado en 2026.

Fortalezas históricas

Cualquier que sea el resultado de las elecciones en México, a la próxima administración le tocará desempeñar un rol inequívocamente reactivo, con poco margen de maniobra. Bajo esta premisa, la mejor defensa de nuestro país frente a Estados Unidos será la apuesta por el fortalecimiento de nuestros lazos históricos y de nuestra cooperación estratégica, en el entendido de lo que nuestros connacionales representan para la seguridad y prosperidad de la sociedad estadounidense. Hablo de treinta y nueve millones de mexicanos, además de trece millones de habitantes que dividen sus vidas a lo largo de diez regiones transfronterizas. De aquí proviene la fortaleza de nuestra relación bilateral, misma que va mucho más allá de gobiernos y partidos políticos y que recientemente superó los 200 años de existencia. La primera mujer presidenta del país deberá estar lista para enfrentarse a una coyuntura electoral que podría traer consigo un cambio en la manera en que entendemos la cooperación entre México y Estados Unidos. ~

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es analista internacional y especialista en el tema migratorio. Forma parte del Programa de Jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. Ha colaborado con el diario El Universal y la Deutsche Welle.


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