En 1940, el general Gonzalo N. Santos, encargado de supervisar la buena marcha de los comicios, rociรณ con su metralleta Thompson varias casillas de electores almazanistas opuestos al candidato oficial รvila Camacho. Hubo al menos treinta muertos y cientos de heridos. Fue sรณlo "una descarga al aire para que huyeran las codornices", escribiรณ en sus aterradoras (y no mal escritas) Memorias. Aquรญ su testimonio, cรกndido y sincero:
"Arremetimos contra esa casilla a pistolazo limpio y como hubo algunos que dispararon contra los nuestros les contestamos en forma enรฉrgica a balazo limpio. Recogimos todas las รกnforas que ya estaban repletas de votos almazanistas, las quebramos y nos llevamos todos los papeles, actas, boletas, etcรฉtera, dejando hecha aรฑicos la mesa de casilla y dispersando a los almazanistas … Yo les dije a los escrutadores: 'A vaciar el padrรณn y rellenar el cajoncito a la hora de la votaciรณn, no me discriminen a los muertos pues todos son ciudadanos y tienen derecho a votar'".
La caza de codornices se repitiรณ, con menor intensidad, en 1946 y 1952. Poco a poco, los mรฉtodos para desvirtuar, defraudar, suplantar, suprimir, anular el voto opositor se sofisticaron. Vale la pena recordar algunas tรกcticas del vasto catรกlogo que patentรณ el "Sistema polรญtico mexicano". Recuรฉrdese que las elecciones eran administradas por la Secretarรญa de Gobernaciรณn:
1.- Empadronamiento amaรฑado y selectivo: segregaba a los sospechosos de simpatizar con la oposiciรณn y privilegiaba a los miembros del PRI.
2.- Negativa de entrega de credenciales a electores independientes y suplantaciรณn de estos por electores simulados a quienes se proveรญa de "credenciales provisionales".
3.- Relleno de urnas. Las llamadas urnas "empanzonadas" se integraban al conteo final.
4.- Acarreo de votantes. Desde lugares remotos, los votantes cautivos llegaban portando boletas previamente seรฑaladas a favor del PRI.
5.- Asalto preventivo a las casillas. Incluรญa robo de urnas, amenaza a los votantes, expulsiรณn de representantes de partidos de oposiciรณn y, como รบltimo recurso, la violencia contra ellos.
6.- Registro y voto mรบltiple. Un votante del PRI podรญa votar muchas veces o pagar gente que votara muchas veces.
7.- "Porras volantes". Grupos que votaban en varias casillas sin credencial ni registro en el padrรณn.
8.- Instalaciรณn de casillas clandestinas.
9.- Voto de personas inelegibles: (niรฑos, jรณvenes antes de la edad ciudadana, personas fallecidas).
10.- Consigna vertical. Todos los burรณcratas y gran parte de las organizaciones oficialistas de obreros, burรณcratas y campesinos recibรญan la orden de votar masivamente por el candidato oficial, a riesgo de perder sus puestos, empleos o tierras (o con la promesa de mantenerlos y acrecentarlos).
Aunque aรบn perduran vicios como el voto inducido ya sea en su variante coercitiva o como compra de buena voluntad, el juego ha cambiado sustancialmente. La mayor parte de las prรกcticas que pertenecรญan al folklore polรญtico mexicano desaparecieron (igual que la figura del "tapado", la presidencia todopoderosa, los congresos unipartidistas, la Corte servil, los bozales a la prensa y los medios).
Con todos sus defectos y limitaciones, el INE existe. Parcialmente desacreditado, lastimado por las reformas posteriores a las elecciones de 2006, incapaz de limitar a los partidos en su voracidad polรญtica y econรณmica, pero existe. Y existen los electores. El dรญa de hoy decenas de millones acudirรกn a las urnas. Desalentados, indignados, hartos, pero irรกn a las urnas. Irรกn para votar por un partido de su preferencia, por el candidato (o la candidata, que hay muchas) mejor o menos malo; irรกn para depositar un voto de protesta o quizรก un voto en blanco. Pero irรกn. Y un millรณn de mexicanos atenderรก la elecciรณn en las casillas.
A pesar del progreso tangible con respecto al siglo XX, es obvio que nuestro sistema electoral tiene enormes deficiencias. Hay mucho por hacer para dar transparencia, eficacia y fluidez a un proceso rรญgido, costoso, ruidoso de consignas y vacรญo de ideas. La idea expuesta en 2004 por Letras Libres sobre los debates como vรญa "Para salir de Babel" sigue vigente y casi inexplorada, a pesar de la multiplicaciรณn de plataformas en un mundo digital.
Y sin embargo, la historia sirve para poner las cosas en perspectiva. Los electores ya no son codornices en la mira de empleados o sicarios del gobierno. Quienes ahora subvierten la democracia ya no traen una ametralladora sino una credencial de maestro.
(Publicado previamente en el periรณdico Reforma)
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.