Cuentas de ahorro

Para extender el programa de pensiones a todo el paรญs como ha propuesto Lรณpez Obrador no es necesario ensanchar el aparato burocrรกtico; la propuesta prรกctica es aprovechar las cuentas de ahorro para el retiro.
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Los bancos hablan de “bancarizar” a toda la poblaciรณn, olvidando que la resistencia inicial fue de los bancos. Todavรญa en el siglo XX, en muchos paรญses, las mujeres no podรญan abrir cuentas bancarias.

Paralelamente, mucha gente tenรญa problemas para resguardar su dinero. Hace milenios, los templos daban el servicio de custodia, sin mezclar dineros de unos y de otros. Cuando apareciรณ la banca, mezclarlos permitiรณ el negocio de prestar dinero ajeno y cobrar intereses. Un negocio menor fue el servicio antiguo: las cajas de seguridad, donde no se mezclan los depรณsitos. A veces, con niveles de lujo, por ejemplo: recibir a las dos o tres de la maรฑana a los clientes que salen de una fiesta y pasan a depositar las joyas que usan en grandes ocasiones.

Fuera de los bancos, hubo soluciones como las “vรญboras”: cinturones huecos donde se podรญan esconder monedas de oro y plata. No tan seguras, porque los asaltantes lo sabรญan.

Mรกs seguros fueron los “entierros”: jarros con dinero que se enterraban a escondidas. Muchos quedaron enterrados, al morir el รบnico que sabรญa dรณnde estaban. Las leyendas sobre entierros fabulosos despertaron la codicia de buscadores de tesoros, que hasta compraban casas donde supuestamente los habรญa.

Otras formas de ahorro no bancario: El “cochinito” que permitรญa depรณsitos, pero no retiros, y se rompรญa para fechas y gastos especiales. El ahorro escolar, para enseรฑar a los niรฑos a no gastarse todo. Las tandas y cajas populares, donde los socios se obligan a acumular depรณsitos periรณdicos.

Las cuentas de ahorro bancario fueron un gran servicio. En los aรฑos 70, vi a un barrendero municipal dejar su carro de basura frente a un banco y entrar a depositar en su cuenta. Segรบn el Anuario Estadรญstico 1970-1971, mientras la poblaciรณn censada aumentรณ de 35 millones en 1960 a 48 en 1970 (p. 30), el nรบmero de cuentahabientes de ahorros se quintuplicรณ: de dos millones en 1961 a once en 1971 (p. 716).

Las cuentas de ahorro pagaron el 4.5% anual de 1968 a 1981, segรบn las Estadรญsticas histรณricas de Mรฉxico (p. 1008), pero saltaron a pagar 20% en 1982. Lo recuerda orgullosamente el entonces director general del Banco de Mรฉxico: “Tambiรฉn se aumentรณ, de un solo golpe, la tasa de interรฉs de las modestas cuentas de ahorro, las que las personas de escasos recursos mantenรญan en los bancos” (Carlos Tello Macรญas, Ahora recuerdo, Debate, 2013, p. 273).

Lo que no recuerda es que el maravilloso aumento no pudo cobrarse, porque la banca (nacionalizada tres dรญas antes) no podรญa pagarlo sin quebrar, y optรณ por cancelar las cuentas, devolviendo el dinero a los ahorradores. Asรญ, de un solo golpe, el paรญs se desbancarizรณ. Muchos tuvieron que volver a las vรญboras, entierros y cochinitos. La demagogia del presidente Lรณpez Portillo y su banquero central fue contraproducente.

El presidente Salinas de Gortari dejรณ al presidente Zedillo unas finanzas pรบblicas “prendidas con alfileres” que el nuevo secretario de Hacienda arruinรณ en unos cuantos dรญas, llevรกndose de paso las finanzas privadas. Para rescatarlas, Zedillo impuso un sistema de ahorro forzoso para el retiro de la poblaciรณn asalariada que ayudรณ al rescate del gobierno y los bancos a costa de los patrones y los trabajadores. Tuvieron que aportar y pagar comisiones.

Segรบn la Encuesta nacional de inclusiรณn financiera 2018 de la Comisiรณn Nacional Bancaria y de Valores, ya el 40% de la poblaciรณn adulta tiene cuentas de ahorro para el retiro en las afores. Y como todo mexicano puede abrir una, aunque no sea asalariado, son el vehรญculo ideal para hacer transferencias monetarias mensuales a los ciudadanos mayores de 70 aรฑos.

Cuando el presidente Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador fue jefe del Distrito Federal, iniciรณ el programa de pensiones para los defeรฑos mayores de 70 aรฑos. Fue una buena idea que quiere extender a todo el paรญs. Para lo cual no hace falta crear una nueva burocracia, si se aprovechan las cuentas de ahorro para el retiro. Para los beneficiarios que ya tienen afore, lo mรกs sencillo es hacerles llegar la transferencia a su cuenta. Para los que no la tienen, lo mรกs sencillo es abrirla en la sucursal bancaria que mejor les convenga. En ambos casos, sin cargos ni descuentos. La Secretarรญa de Hacienda correrรญa con el costo de usar las cuentas como vehรญculos de transferencia, negociando el paquete con los bancos. La cantidad mensual (igual para todos) y la forma de cobrarla se publicarรญa por radio y televisiรณn.

(Reforma, 30-XII-2018)

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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