Despuรฉs de la pomposa toma de protesta del Barack Obama, que dio formalmente inicio a su segundo perรญodo de gobierno, el presidente debe haber encontrado una montaรฑa de artรญculos esperรกndolo en su escritorio de la oficina oval. Algunos, cargados de recetas para evitar las pifias que cometieron algunos de sus antecesores despuรฉs de ser reelectos: el embrollo iranรญ de Reagan; el Watergate –y la renuncia– de Richard Nixon o los romances de Bill Clinton. Otros, la mayorรญa, haciendo una larga lista de las tareas domรฉsticas y los desafรญos externos que debe enfrentar para asegurar su “lugar en la historia”. Si a Obama le preocupa su papel histรณrico, deberรญa dedicarse a gobernar bien y perder de vista la posteridad, porque obtuvo ya su escaรฑo en la historia al ser electo como primer presidente negro en los Estados Unidos.
Las expectativas que ha levantado su reelecciรณn y la inacabable lista de tareas que le esperan, segรบn observadores y analistas, arrojan buenas lecciones para el resto del mundo, Mรฉxico incluido. Votantes y observadores parecen olvidar en todas las latitudes que la polรญtica es el arte de lo posible y que lo posible rara vez roza las fronteras de lo imposible.
Obama sacรณ ya al paciente –la economรญa norteamericana– de terapia intensiva. La recesiรณn en medio de la cual tomรณ posesiรณn no se transformรณ en una depresiรณn profunda a imagen y semejanza de la de 1929 y la pรฉrdida acelerada de empleos se detuvo. El presidente tiene que poner su casa fiscal en orden y enviar al Congreso, como prometiรณ, iniciativas que legalicen la situaciรณn de los indocumentados y limiten la circulaciรณn de armamento de alto poder y sentar, a la vez, los cimientos de un renovado crecimiento econรณmico. Sin embargo, difรญcilmente podrรก, en cuatro aรฑos, cerrar el famoso dรฉficit, dar trabajo a millones de desempleados y promover, ademรกs, un crecimiento econรณmico de 5 % o mรกs. Y menos aun con un Congreso dividido y una oposiciรณn decidida a obstaculizar cualquier iniciativa de la Casa Blanca.
Todo ello para no hablar de los desafรญos externos. El electorado norteamericano, que parece estar todavรญa bajo el impacto del 9/11, quiere mano firme frente a cualquier amenaza terrorista,pero demanda que el presidente no involucre ni tropas ni recursos en paรญses y regiones inmersas en la violencia y la represiรณn,como Siria, o frente a amenazas como el programa nuclear iranรญ. El dilema es que,por una parte, una polรญtica dura que implique armar a los grupos rebeldes sirios o declarar al territorio del paรญs un espacio libre de vuelos, para evitar ataques aรฉreos contra los levantados,involucrarรญa soldados y recursos. Y por otra, que tal cรณmo lo describiรณ The Economist*, la polรญtica exterior del primer gobierno de Obama fue “racional y razonable”.Una mezcla de “optimismo estratรฉgico y precauciรณn tรกctica” con un solo problema: no funcionรณ.
La receta para que funcione, segรบn la revista britรกnica y otros medios, es no sรณlo una polรญtica mรกs activa en puntos รกlgidos como Siria e Irรกn,sino ampliar la visiรณn estratรฉgica de la Casa Blanca –que debe ocuparse ahora del mundo entero, desde la relaciรณn estratรฉgica con China hasta los paรญses latinoamericanos, pasando por la paz entre palestinos e israelรญes y la reconstrucciรณn de la Alianza Atlรกntica con Europa.
Desafortunadamente, la dispersiรณn no es el mejor cimiento para una polรญtica eficaz. Ni en el interior ni el รกmbito externo; ni aquรญ ni en China. Por el contrario, cualquier gobierno entrante debe establecer prioridades y jerarquizar sus objetivos domรฉsticos y diplomรกticos. Los polรญticos deben resistir la tentaciรณn de emprender proyectos napoleรณnicos e intentar resolver en unos cuantos aรฑos todos los problemas de una naciรณn con el juicio de la posteridad como meta, en lugar de los intereses del paรญs.
En el otro polo del quehacer polรญtico, el electorado tiene la obligaciรณn de limar sus expectativas. Pocos gobiernos pueden estar a la altura de sus promesas de campaรฑa y menos aun satisfacer todas las complejas necesidades de un paรญs con recursos siempre escasos. Obama no solucionarรก en unos aรฑos los resabios de la recesiรณn que viviรณ Estados Unidos entre 2007 y 2008, ni volverรก a establecer el dominio incontestado del paรญs en un mundo multipolar y globalizado con potencias como China es ascenso. Peรฑa Nieto no acabarรก con la pobreza y la desigualdad en Mรฉxico en un sexenio. Podrรก limar las peores aristas de la pobreza creando nuevos programas y polos de desarrollo, pero deberรก concentrarse en pasar por el legislativo las reformas que ha propuesto, tomar medidas que reduzcan los niveles de inseguridad y atacar la corrupciรณn para fortalecer las instituciones del paรญs. Ejercer, en efecto, la polรญtica como el arte de lo posible.
*Briefing American Foreign Policy. Enero 19, 2013.
(Publicado previamente en el periรณdico Reforma)
Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.