El discurso del Papa Francisco ante el Congreso de Estados Unidos no solo fue un hecho histรณrico, por ser la primera vez que el jefe del Estado Vaticano se dirige a ese รณrgano legislativo, sino que tuvo tambiรฉn un profundo significado simbรณlico. Por un lado, estaba el “Papa del pueblo”, un lรญder carismรกtico que ha forjado su credibilidad a lo largo de una vida sencilla, dedicada al servicio de los que menos tienen. Por el otro, una instituciรณn poderosa y arrogante, controlada por intereses financieros y llena de integrantes que piensan que el dinero, la clase social, la nacionalidad, el color de la piel, el idioma o el estatus migratorio son varas con las que se puede medir el valor de los seres humanos.
El Papa tenรญa el reto de dar un discurso que encontrara el terreno comรบn entre el Cรฉsar y Dios. No podรญa (ni debรญa) ser provocador y hablar como lo ha hecho en otras ocasiones: directo, claro, retando prejuicios. Pero tampoco podรญa dejar de ser รฉl mismo, el pastor del rebaรฑo que sabe cรณmo recuperar a la oveja descarriada. ¿Cรณmo decirles que estรกn confundidos sin ofenderlos? ¿Cรณmo hacerles entender que estรกn ciegos y sordos sin alejarlos? ¿Cรณmo mostrarles es el camino correcto sin generar cerrazรณn?
Magistralmente, el Papa Francisco no llega al Congreso a citar las escrituras o a algรบn santo latino del medioevo para amonestar los desvรญos รฉticos de los polรญticos del paรญs mรกs poderoso del mundo. Para generar empatรญa y entendimiento, usa como hilo conductor los sรญmbolos de sus anfitriones: cuatro lรญderes estadounidenses. Y fue justo en la reparticiรณn. Usรณ dos lรญderes que toda su audiencia conoce y admira profundamente: Abraham Lincoln y Martin Luther King. Y dos lรญderes que tal vez no toda la audiencia conocรญa, pero que son estadounidenses catรณlicos destacados en la historia: Dorothy Day (una activista social de la era de la Gran Depresiรณn que luchaba por los pobres) y Thomas Merton (un monje y filรณsofo que abogaba por el entendimiento entre las religiones del mundo). Libertad (Lincoln), inclusiรณn (King), justicia social (Day) y tolerancia (Merton) fueron los ideales que el Papa puso sobre la mesa. Justamente los valores que estรกn cada vez mรกs alejados del discurso y las acciones de un Congreso al que 8 de cada 10 estadounidenses desaprueban.
Asรญ, el Papa, echando mano de cuatro grandes referentes morales intrรญnsecamente asociados al “American dream”, le recuerda a los estadounidenses los valores que tienen como sociedad; valores que los han hecho la gran naciรณn con la que mucha gente sueรฑa. El mensaje es claro: ustedes son un pueblo que tiene muchas fortalezas รฉticas. Usen esos valores y esa fuerza para defender la justicia, la inclusiรณn, la libertad y la tolerancia.
Creo que el momento mรกs poderoso del discurso fue cuando el Papa hablรณ de la migraciรณn:
“[…] las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en bรบsqueda de una vida mejor para sรญ y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los nรบmeros, mรกs bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situaciรณn. Una respuesta que siempre serรก humana, justa y fraterna. […] Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demรกs como quieran que los demรกs hagan con ustedes» (Mt 7,12). Esta regla nos da un parรกmetro de acciรณn bien preciso: tratemos a los demรกs con la misma pasiรณn y compasiรณn con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demรกs las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompaรฑemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompaรฑados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parรกmetro que usemos para los demรกs serรก el parรกmetro que el tiempo usarรก con nosotros.”
La “regla de oro” es tal vez la enseรฑanza mรกs poderosa de la cristiandad porque trasciende fronteras, religiones y รฉpocas. Es una definiciรณn breve de justicia y decencia con la que nadie en su sano juicio puede estar en desacuerdo. Al usarla en esa parte del discurso, el mensaje del Papa adquiere un poder moral irrebatible: traten al dรฉbil (en este caso, a los migrantes) como les gustarรญa ser tratados.
Como los grandes oradores de la historia, el Papa fue, vio y venciรณ. Le dijo a su audiencia cuรกnto se han desviado del camino del bien. Les recordรณ, sin enojo ni rencor, cuรกn lejos estรกn de velar por el bien comรบn y proteger al dรฉbil. Y aรบn asรญ, o tal vez por eso, fue despedido con ovaciones de pie y lรกgrimas de los mรกs duros integrantes del establishment polรญtico. Sin duda, el Papa Francisco hablรณ desde el corazรณn y llegรณ al corazรณn.
Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.