Contemplar una campaña electoral en un democracia “aburrida” como la alemana es lo más apasionante que me ha pasado últimamente. Aunque quizá me equivoque en la elección de los términos. Es apasionante precisamente porque carece de pasión, porque se sale de la dinámica habitual de las últimas elecciones habidas en nuestro entorno de las democracias maduras, donde las acostumbradas rutinas se cambiaron por la excitación provocada por la amplia presencia de factores emocionales. Esto no significa, sin embargo, que no esté provocando interés o que no haya un buen número de incógnitas. Veámoslas brevemente a partir de algunas consideraciones interesantes.
La primera y fundamental tiene que ver con quién acompañará a Merkel en el próximo gobierno de coalición. Y esto a su vez está en función del resultado que obtengan los pequeños partidos, algo que a su vez puede afectar directamente al resultado final de los dos grandes. Me explico. Todo el mundo da por hecha una amplia ventaja de Merkel y que el voto a los socialistas girará en torno al 20-25 por ciento. Hasta esta semana la opción más probable era que Merkel gobernaría con apoyo de los liberales (FDP), necesitando quizá también a los Verdes, algo que estos lógicamente se resisten a reconocer. Es la opción que aquí se llama Jamaica, porque incluye partidos cuyos colores son los de la bandera de este país (negro, verde y amarillo). Como tal coalición existe ya en el Land de Schleswig-Holstein, en principio no es ninguna aberración. Sin embargo, una cosa es cooperar en el ámbito de los Länder y otra a nivel nacional, y ante esa amenaza muchos de los potenciales votantes verdes pueden ahora desear cambiar de preferencia y pasarse a otros partidos.
La otra distorsión posible deriva del hecho de que, según una ultimísima encuesta, la AfD, el partido de extrema derecha, podría ser la tercera fuerza más votada, por encima del 10%, casi empatada con los liberales. Recordemos que comenzó el año en el 13%, fue bajando paulatinamente y ahora ha vuelto a rebrotar. Con el inconveniente, además, de que la gente no se fía de que las encuestas sean capaces de captar sus auténticos apoyos. Después de las pifias demoscópicas de Reino Unido y Estados Unidos, el underpolling de la fuerza real del populismo vuelve a inquietar. El problema de este resultado es que, si se repitiese una Gran Coalición porque no le salieran los números a Merkel con otros partidos, la AfD obtendría el estatus de líder de la oposición, con todos los beneficios parlamentarios que esto comporta. Y esto ha encendido ya todas las alarmas. Para un amplísimo sector de la opinión pública alemana su ya inevitable entrada en el Bundestag se ve como una auténtica pesadilla. Imaginen, ¡de nuevo proclamas nazis en el parlamento desde la proclamación de la República Federal! Esto resulta tan impensable para muchos que no se excluyen trasvases de votos hacia el que llegue mejor colocado de los pequeños, probablemente el FDP, para evitar que aquella pueda acceder al ansiado tercer puesto; o que muchos socialdemócratas decidan otorgar ese estatus a la Linke para que sea esta quien se beneficie de dichas ventajas.
Como se puede observar, entramos en la semana decisiva, marcada por la distorsión que genera el voto a la extrema derecha. Contrariamente a lo que se pensaba en un principio, aquí también, en la plácida Alemania, vuelven a sonar las alarmas provocadas por el populismo. Algo que se ve favorecido por el hecho de que los temas de seguridad –refugiados, inmigración, terrorismo- son los que más están marcando el debate de campaña. Por ahora nadie se atreve a anticipar un resultado, sobre todo porque comienza a sospecharse un trasvase desde los dos grandes partidos a los pequeños. Merkel quedará en primer lugar, eso parece seguro, y los socialistas los segundos, lo demás es pura incógnita. Quién obtenga después los apoyos y con quién es aún temprano para adivinarlo. Ojo, un resultado fuerte de la AfD podría alterar el equilibrio izquierda/derecha. No se puede excluir un gobierno rojo (SDP)-rojo (Linke)-verde, aunque yo no apostaría por ello.
Como decía al comienzo, la campaña puede ser aburrida, pero ha cobrado una nueva emoción. Lo iremos viendo a lo largo de esta crucial semana.
[Este post es el primero de una serie dedicada a las elecciones alemanas.]
es catedrático de ciencia política en la Universidad Autónoma de Madrid.