Foto: Presidencia de la República.

México: democracia en juego

México enfrenta el tercer llamado de su democracia. Si esta triunfa, podría poner el ejemplo a Estados Unidos, para que en noviembre cierre su propio paréntesis autoritario.
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Si le preocupa el destino de la democracia estadounidense, que ya tiene 250 años, imagine los insomnios que sufrimos quienes en México vemos peligrar nuestra joven democracia, nacida apenas en el año 2000. Las señales de alarma son parecidas. Ambas naciones llevaron al poder a dos caudillos cuyas diferencias ideológicas importan mucho menos que la similitud de sus actitudes populistas. Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump alientan la polarización y desprecian el Estado de derecho.

Las elecciones en Estados Unidos se llevarán a cabo el próximo noviembre, las de México serán en junio. Trump estará en la boleta, López Obrador no, pero sí Claudia Sheinbaum, su delfina, que ha prometido seguir su programa al pie de la letra. Sheinbaum se ha beneficiado de la popularidad del presidente, que se sostiene gracias a sus programas sociales y al aumento del salario mínimo al doble. Otra explicación para esa popularidad es la conferencia de tres horas diarias que ofrece AMLO, cuyo contenido transmiten los principales medios de comunicación sin mucho de contraste ni crítica.

La continuidad del proyecto obradorista tendría consecuencias inmediatas. Sheinbaum seguiría la estrategia –llamémosla así– de “abrazos, no balazos”, que se ha traducido en la cifra sin precedente de 180 mil muertes violentas en lo que va del sexenio. También aprobaría el paquete de reformas que AMLO ha enviado al Congreso y con las cuales pretende acabar con la autonomía del Poder Judicial y desmantelar las dos principales instituciones autónomas que se han salvado de su implacable guillotina: el Instituto Nacional Electoral y el INAI, encargado de la transparencia.

Si, como ahora parece probable, Sheinbaum gana la elección presidencial pero los partidos que la apoyan (incluido Morena, el partido de AMLO) no alcanzan la mayoría calificada en el Congreso, su margen de maniobra se reducirá sensiblemente. Sheinbaum tendrá que negociar con el Congreso, en una tensión permanente arbitrada por la Suprema Corte. La democracia podrá respirar, no descansar.

Si la maquinaria oficial de compra e inducción de voto (aunada a la intervención del narco, que ya se ha dado) se traduce en un triunfo por amplio margen que otorgue al oficialismo la mayoría calificada, México estaría en peligro de transitar a un modelo ruso, con Sheinbaum jugando el papel de Medveyev. Resultado: la asfixia de la democracia.

Por fortuna, hay otros escenarios. El frente opositor cuenta con una candidata competitiva, Xóchitl Gálvez. Quizá las encuestas no la favorecen pero el margen podría reducirse conforme se acerca la elección.

De origen humilde y parcialmente indígena, Gálvez es una mujer que se hizo a sí misma, estudió ingeniería, fundó una empresa de edificios inteligentes, se incorporó al servicio público como una funcionaria preocupada por los problemas sociales. Gálvez es franca, propositiva y valiente, cualidades que resaltaron en el debate del 28 de abril. Habrá un debate adicional el 19 de mayo.

Si triunfa con un margen amplio –cosa difícil– quizá fuerce algo inédito en la biografía de López Obrador: la aceptación de una derrota. La democracia respiraría con mayor libertad. Si Gálvez gana con un margen pequeño, puede darse por descontado que Morena y sus aliados (encabezados por AMLO, seguidos de un enardecido contingente social) reclamarán fraude y saldrán a las calles buscando la anulación de los comicios. Vendrían meses de incertidumbre y turbulencia, en espera del veredicto del Tribunal Electoral, sobre el cual recaería una presión sin precedentes. La democracia en vilo.

La democracia mexicana no solo es joven. También es inexperta. En 200 años de vida independiente, México la había ensayado en solo dos períodos: la era liberal de Benito Juárez (1867-1876) y los quince meses del Presidente Francisco I. Madero (1911-1913), conocido como “El apóstol de la democracia”. El primer experimento se cerró en una dictadura, el segundo desembocó en la violencia revolucionaria. Este es el tercer llamado de nuestra democracia. Por más arduo que parezca, no debe concluir como los anteriores. Y de triunfar, hasta podríamos poner el ejemplo a nuestros vecinos, para que en noviembre cierren su propio paréntesis autoritario. ~

Publicado en inglés en el Financial Times, el 7 de mayo de 2024.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.


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