La vida de la escritora Erika Fatland parece ir a toda velocidad en los últimos años, siempre en constante movimiento, como esos trenes desbocados, fascinantes y misteriosos en los que ha recorrido países como Mongolia, Kazajistán o Ucrania. Pese a no llegar a los cuarenta años, esta joven escritora noruega ya puede tachar del mapa infinitos países visitados, muchos de ellos apenas accesibles y herméticos, como Corea del Norte o Turkmenistán. Hace ya mucho que se interesó por la cultura rusa y todo lo que concierne a la región post-soviética, y se ha convertido en una de las referentes europeas de la literatura de viajes con libros como Sovietistán (2014), un viaje por las repúblicas de Asia Central; o La Frontera (2017), donde relata su periplo por los catorce países que limitan con un siempre molesto vecino: Rusia.
Antes de empezar a escribir sobre los lugares visitados ya había frecuentado la no-ficción con trabajos sobre la masacre de la escuela de Beslán o el ataque terrorista en Utoya del verano de 2011. Son obras que no han visto la luz en castellano, como tampoco su último libro sobre el Himalaya, que sí aparecerá en el mercado español en próximas fechas. Conversa con Letras Libres desde su casa en Oslo, poco antes de marchar a Angola, para continuar con la preparación de su próxima obra sobre el imperio portugués. Aunque relate la historia de los distintos países que visita, el presente de estos lugares es material jugoso que no rechaza y sobre lo que reflexiona en sus escritos. Trata de entender las acciones de un país que conoce tan bien –y en el que ha vivido– como Rusia, y le preocupa y está muy atenta a la invasión de Ucrania llevada a cabo por Putin, pero también a la agitación contemporánea que viven los territorios del espacio post-soviético. Sobre todo ello ha escrito muchas páginas en sus libros, pero también en diferentes artículos para medios internacionales y, ahora, comparte sus inquietudes en esta entrevista.
En la literatura contemporánea es una de las grandes representantes europeas de lo que se conoce como literatura de viajes. ¿Qué otros libros o autores le han inspirado para desarrollar este tipo de escritura?
Cuando empecé el viaje que luego cuento en Sovietistán ya estaba fascinada por lo que había sido la Unión Soviética, y encontraba los países de Asia Central que formaban parte de esta muy intrigantes, y para escribir sobre ellos tenía que viajar allí. Nunca había pensado en ser una escritora de viajes, pero después de escribir Sovietistán continué en esta línea con La Frontera, yendo de país en país por la frontera con Rusia. Fue, de hecho, en este momento cuando comencé a pensar en convertirme en una escritora de viajes. En cuanto a autores de este género que me interesan puedo citar, entre otros, al periodista y escritor polaco Ryszard Kapuściński, sobre todo por su estilo, que es muy admirable.
De todos los países que ha visitado para escribir La Frontera, ¿cuáles son los más especiales y los que le han sorprendido en un sentido positivo?
Todos tienen algo de especial. Por ejemplo, en China, fue todo un reto visitar algunas ciudades del norte, y más sin hablar chino. Viajar a ciudades más allá de Pekín, Shanghái u otros lugares más turísticos puede ser un gran desafío. No estoy segura de si podré volver a China después de haber publicado mi último libro sobre el Himalaya. También diría Mongolia, que fue una experiencia muy fascinante, justo tras salir de China, un país mucho más desconocido, donde encontré el gran contraste entre la capital, Ulán Bator, y el resto del país. Cogía el tren para atravesarlo y podían pasar horas sin ver nada, y al llegar a la capital me encontré con un enorme atasco. Todos los países que visité tenían sitios realmente sorprendentes de los que estaría hablando horas y horas.
A inicios de este 2022 hemos visto una importante crisis en Kazajistán, país que conoce bien y al que ha dedicado muchas páginas en Sovietistán y La Frontera. ¿Cómo es la situación allí ahora?, ¿en qué contexto político se encuentra el país?
Lo que sucedió en Kazajistán en enero fue una sorpresa para todo el mundo. No por las protestas, que ya había habido antes, sino por lo rápido que estas prendieron por todo el país, con el crecimiento de los precios y el descontento. Kazajistán ha sido autoritario desde sus inicios y mucha gente es infeliz con el régimen y quieren traer la democracia, quieren elegir sus propios líderes. El presidente Nursultán Nazarbáyev renunció en 2019, lo que fue una sorpresa para todo el mundo, pero la duda es cuánto Nazarbáyev sigue decidiendo aún, porque sin duda mantiene posiciones poderosas de por vida, y no sabemos realmente qué poder real tiene Tokayev, el nuevo presidente. En las protestas Tokayev consolidó su posición, pero aún hay muchas dudas respecto al juego político de lo ocurrido en estas, ya que sorprendió la brutalidad con la que este hizo frente a las protestas, y cómo las fuerzas de seguridad dispararon y mataron a un importante número de personas. Otra sorpresa es que pidió ayuda temprana a la OTSC, que es un colectivo de seguridad que todo el mundo tenía en el olvido porque apenas había sido usado con anterioridad. La OTSC es similar a la OTAN, creado por si un país miembro es atacado por otra nación, pero aquí se usó para controlar a la propia población, con Rusia siendo, por supuesto, la parte dominante. Aunque Rusia también tenía sus soldados en las fronteras con Ucrania, Kazajistán pidió ayuda y más de dos mil soldados rusos entraron en el país y las protestas no siguieron mucho tiempo. Estos días ha habido un referéndum en Kazajistán para realizar cambios en la Constitución. Habrá que ver si se reduce el poder del presidente, pero Kazajistán necesita un cambio real, donde el poder se reduzca ostensiblemente y haya un cambio en términos democráticos, aunque yo no soy muy optimista.
En La Frontera escribe que Noruega es el único de los catorce países que limitan con Rusia que no ha sido nunca invadido por este país. ¿Cuál es la principal razón que lleva a Rusia a ser un vecino tan molesto?
La razón por la que Noruega no ha sido invadida por Rusia es puramente geográfica, porque la frontera entre los dos países está muy al norte, y habría que haber hecho muchos viajes y complicados en el pasado para haberla invadido. Países como España, Portugal o Francia han tenido siempre colonias en otros continentes, y Rusia nunca ha tenido colonias, por lo que el imperio ruso se asemeja más a las formas del Imperio Romano, que se va expandiendo por los territorios vecinos. Rusia se expande muy rápido desde el siglo XV, con Moscú como eje del gran poder y esta es la razón por la que es tan peligroso ser vecino de Rusia, porque estás siempre bajo su ala. Para los rusos es muy importante entender que ser parte de un imperio, ser un país gigante, forma parte de su razón de ser y de su idiosincrasia.
Ha escrito recientemente que Ucrania lleva ocho años en guerra, pero que pronto dejó de ser noticia. ¿Ocurrirá este mismo fenómeno con la invasión de Putin, cree que esta dejará de tener tanto impacto mediático en los próximos meses?
No lo creo. En primer lugar, porque esta guerra es más grande que la empezada en 2014, por lo que no creo que dejemos de oír hablar de esta guerra pronto. Además, está teniendo enormes consecuencias para la economía mundial. Es muy difícil hacer predicciones, pero puede ocurrir que se perpetúe en el Este, a la manera de lo ocurrido en 2014, e igual escuchamos hablar menos de la guerra en tal caso, pero por ahora creo que tenemos que estar preparados para seguir escuchando sobre ella.
¿Es posible entender lo que está ocurriendo ahora en Ucrania sin conocer el trágico siglo XX de los ucranianos?
Siempre es bueno conocer la historia para entender la realidad actual. Ucrania tiene una historia realmente dramática, muy ligada a la historia de Rusia, sobre todo en el XX, que formó parte del imperio soviético, y que trajo mucho sufrimiento a Ucrania. Además, la URSS acabó por explosionar en este territorio con el accidente de Chernóbil, que fue el principio del fin de la Unión Soviética. En diciembre de 1991, más de un noventa por ciento de los ucranianos votaron por la independencia, y esto fue muy importante, pues sin Ucrania la URSS fallecía. Es curioso porque vemos que Putin está obsesionado con la historia, pero él no es un historiador. Una de las razones por las que está tan obsesionado con los ucranianos es por los orígenes en la Rus de Kiev, la importancia de la religión ortodoxa y sus inicios aquí. Pero después, lo que sería Rusia y Ucrania estuvieron separados durante muchos años. En los últimos tiempos, por las condiciones geográficas, el imperio ruso ha tenido más contacto con los países asiáticos, con sus culturas, mientras que Ucrania ha estado más en contacto con imperios europeos, con una historia muy diferente, y ha habido un renacimiento en partes de Ucrania que nunca ha existido en Rusia, lo cual es muy importante para entender la Rusia actual de Putin. La historia es muy importante para entender la actualidad.
¿Cuál es el papel que toma la propaganda rusa para convencer a la población local de la necesidad de ejecutar la “Operación Espacial” en Ucrania?
Es una cuestión interesante. La prensa rusa era relativamente libre cuando Putin llega al poder a finales de los noventa, pero una de sus decisiones inmediatas es tomar el control de la televisión estatal, la principal fuente de información para la mayoría de la población. Por lo tanto, desde que él llegó al poder la maquinaria de la propaganda comenzó a funcionar con eficacia, y recuerdo, cuando yo estudiaba ruso en San Petersburgo, el inicio de la guerra en Chechenia, con la que prácticamente Putin empezaba su mandato. Yeltsin ya había ido a la guerra con los chechenos, pero esta contienda fue muy impopular, básicamente porque la prensa la cubrió –lo que demuestra, por otra parte, la importancia del trabajo del periodista para contar en terreno lo que sucede–. Con este precedente Putin entendió la importancia de controlar los medios de comunicación durante la segunda guerra en Chechenia. Y esta contienda, con los mensajes controlados, fue, a diferencia de la anterior, muy popular en Rusia. En la invasión de Ucrania sucede algo similar con la prensa, y las palabras usadas son importantes. Él no la llama guerra, sino “Operación antiterror” y la propaganda está funcionando bien en parte de la población, sobre todo en las generaciones mayores, sin estudios. Eso sí, pienso que tan pronto como empezasen a llegar de forma masiva los ataúdes con los soldados que han perdido sus vidas, como ocurrió en Afganistán, y comiencen los funerales a lo largo del país, la actual guerra sería más impopular, aunque la propaganda pueda intentar que esto no se vea. Quien está cayendo en Ucrania no son jóvenes de Moscú o San Petersburgo, sino jóvenes de lugares remotos de Siberia u otros sitios lejanos, de etnias no rusas; jóvenes que no tienen otra oportunidad de hacer dinero que uniéndose al Ejército Ruso.
¿Cómo definirías la ideología de Putin?, ¿crees que es un líder fácil de entender?
Lo que dijo en 2005 es muy interesante, cuando aseveró que la caída de la Unión Soviética es la catástrofe geopolítica más grande del siglo XX. Esto lo comentó en un contexto temporal clave, un año después de la Revolución Naranja en Ucrania, cuando los habitantes de este país reclamaban democracia y elecciones libres. A Putin le asustaba mucho que pudiese ocurrir lo mismo en Rusia, y este fue el momento en que Ucrania y Rusia empezaron a caminar en direcciones opuestas. Para entender a Putin tenemos que ir a 1991, a la caída de la URSS. No creo que Putin, en realidad, sea demasiado nostálgico de lo soviético, pero la URSS era una prolongación del imperio ruso, por lo que entiende que lo que ocurre en 1991 es la caída de un imperio, y eso es lo que él quiere restaurar, y no entrar en la historia como el presidente que perdió definitivamente a Ucrania. Está ya casi en los setenta, existen muchos rumores sobre su salud –se dice que está muy enfermo, aunque no está confirmado– y creo que él está pensando en la historia, en el legado y en el modo en que será recordado.
El historiador de Princeton Stephen Kotkin, experto en estalinismo y Segunda Guerra Mundial, ha dicho recientemente que, pasados los tres meses de invasión rusa, tras los errores iniciales de Putin, la gran defensa de Ucrania y la reacción de Occidente, Putin ha optado por la estrategia de aguantar, es decir, esperar a que Ucrania se desangre poco a poco en lo económico y lo militar. ¿Cómo crees que van a ser los próximos meses en el conflicto?, ¿esperas una guerra larga tal cual predicen la mayoría de los expertos?
Es muy difícil de prever. Por ahora sí que parece que va a ser una guerra muy larga. Hemos vuelto a los territorios que prácticamente están en guerra desde el 2014, los del Donbass. Mientras Ucrania no se rinda, no abandone territorios, el conflicto continuará, y está claro que no es una buena idea en absoluto dejar que Rusia se apropie de ningún territorio. Va a depender también de la cantidad de armas que Ucrania reciba de Occidente. Por ahora han recibido una buena cantidad que les permite luchar, y están más motivados para la defensa que los soldados rusos. También será interesante ver durante cuánto tiempo está Rusia dispuesta a mantener los esfuerzos desplegados hasta ahora, que no han sido pocos, ya que sin duda tienen muchos recursos, tienen una estructura enorme, pero no sabemos hasta cuándo serán capaces de continuar, aunque probablemente sea mucho tiempo, lo que provocará un conflicto largo, y más si no hay un cambio de régimen.
Elios Mendieta es periodista. Es autor de 'Memoria y guerra civil en la obra de Jorge Semprún' (Escolar y Mayo).