Foto: Marco Rodriguez/eyepix via ZUMA Press Wire

Democracia en marcha

La democracia en Mรฉxico no es producto de un accidente, sino de una larga evoluciรณn histรณrica, que sigue en marcha. A la cabeza estรก una sociedad que es mรกs moderna que su clase polรญtica.
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La democracia occidental viene de las reformas de Solรณn y Clรญstenes en la antigua Atenas.

Todo ciudadano ateniense estaba obligado a gobernar, si era elegido. La elecciรณn la hacรญan los oligarcas, poniรฉndose de acuerdo. Hubo desacuerdos que paralizaron el gobierno; y, para superarlos, el oligarca Clรญstenes inventรณ la soluciรณn de someterse al voto ciudadano.

Platรณn y Aristรณteles criticaron el voto popular, porque se prestaba a que un demagogo, ofreciendo maravillas a los ciudadanos, llegara al poder y se convirtiera en tirano.

Dos milenios despuรฉs, la admiraciรณn a la cultura griega en el Renacimiento favoreciรณ que la democracia resurgiera como ideal utรณpico, enriquecido con valores cristianos, en Tomรกs Moro, Vasco de Quiroga y los colonos ingleses en Amรฉrica. La Revoluciรณn francesa enarbolรณ esos valores: libertad, igualdad, fraternidad.

En Mรฉxico, el sueรฑo democrรกtico surgiรณ del ejemplo de los Estados Unidos y los libros de Locke, Montesquieu, Rousseau. Pero fue reprimido: Los sรบbditos “nacieron para callar y obedecer, y no para discutir y opinar en los altos asuntos del gobierno” โ€“declarรณ el virrey en 1767.

Sin embargo, los vientos liberales inspiraron la Independencia, la Reforma y la Revoluciรณn. Hoy mueven a los mexicanos modernos, una minorรญa cada vez mayor.

En 1910, Mรฉxico tenรญa 15 millones de habitantes. A diferencia de Francisco I. Madero y sus seguidores, los votantes se sentรญan sรบbditos del Seรฑor Presidente, mรกs que ciudadanos. Los verdaderos ciudadanos quizรก no llegaban al 1% de la poblaciรณn: 150,000.

En los tiempos de la Reforma fueron todavรญa menos. La sociedad era llevada a rastras al progreso por unos cuantos miles de universitarios. Tomaron el poder y el papel evangelizador de misioneros del progreso y redentores del pueblo atrasado, como lo hicieron los lรญderes religiosos de la Nueva Espaรฑa, y luego los sacerdotes insurgentes Hidalgo y Morelos.

En el siglo XIX, liberales y conservadores no supieron convivir. Prefirieron matarse que escucharse. Ganaron los liberales, y (contradictoriamente) impusieron lo menos liberal del mundo: el liberalismo como pensamiento รบnico. Los conservadores no solo fueron derrotados, perdieron el derecho a existir y tuvieron que disfrazarse de liberales para seguir viviendo en Mรฉxico. Lo รบnico polรญticamente correcto era ser liberal, aunque fuese mentira.

Dos presidentes liberales encarnaron la contradictoria situaciรณn. Benito Juรกrez, que se mantuvo en el poder con repetidas reelecciones, y Porfirio Dรญaz, que fue su compaรฑero de armas contra la Intervenciรณn y las tomรณ contra su compaรฑero, bajo la bandera de la No Reelecciรณn.

En el poder, Dรญaz inventรณ algo notable (distinto a la represiรณn) para pacificar el paรญs: la repรบblica simulada. Un extraรฑo engendro liberal / conservador, socialmente aceptado para vivir en paz.

Los revolucionarios Obregรณn y Calles perfeccionaron la simulaciรณn inventando la corrupciรณn como sistema polรญtico apaciguador. Fue aceptada socialmente, como un mal menor a la guerra civil.

Pero, a medida que aumentaba la poblaciรณn moderna, la simulaciรณn y la corrupciรณn fueron perdiendo legitimidad. Los mexicanos modernos: Ernesto Zedillo en el poder, Vicente Fox en la oposiciรณn y, sobre todo, los votantes que entendieron de quรฉ se trataba, abrieron las puertas a la democracia.

No fue un accidente, sino una larga evoluciรณn histรณrica, que sigue en marcha. Los mexicanos modernos son ahora millones. Y los papeles han cambiado. Hoy, la sociedad es mรกs moderna que su clase polรญtica, a la que lleva a rastras al progreso.

Todavรญa hay polรญticos que desesperadamente tratan de apagar la luz para seguir operando en lo oscurito. Y autoridades que no sienten que dependen de la ley, sino del Seรฑor Presidente. Pero la marcha del 13 de noviembre en defensa de la autonomรญa del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federaciรณn, frente al acoso presidencial, sacรณ la casta de la poblaciรณn moderna.

La marcha de multitudes en 50 ciudades del paรญs fue tranquila, ordenada y hasta jubilosa, como puede verse en numerosos videos. Ni basura dejรณ en las calles, ya no se diga insultos.

En cambio, los insultos del Seรฑor Presidente fueron un triste espectรกculo. Y mรกs aรบn mimetizar la marcha ciudadana, en vez de escucharla.

Publicado en Reforma el 27/XI/22.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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