Israel: una paz elusiva

La administraciรณn Obama se adentra en una nueva ronda de plรกticas de paz entre palestinos e israelรญes.ย 
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Dos dรฉcadas despuรฉs de la firma de los malhadados acuerdos de Oslo, el secretario de Estado norteamericano John Kerry anunciรณ hace unos dรญas la reanudaciรณn de las plรกticas entre israelรญes y palestinos. La negociaciรณn entre ambos, patrocinada por Washington,se ha convertido en un ritual obligado en cada segundo perรญodo de gobierno de los presidentes que logran reelegirse y pueden desperdiciar una fracciรณn de su capital polรญtico en el Medio Oriente.

Diversos factores deben haber pesado en los cรกlculos de Barack Obama para dar luz verde a Kerry. A pesar de que negociar un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos ha resultado la tumba de los diplomรกticos mรกs avezados, la situaciรณn en el resto de los paรญses de la regiรณn es aรบn mรกs intratable. El gobierno de Erdogan en Turquรญa es cada vez mรกs autoritario, pero Washington no puede ejercer presiรณn sobre รฉl porque no puede correrse el riesgo de perder un aliado estratรฉgico en el Medio Oriente. El mismo argumento se aplica a Egipto donde un golpe de Estado militar –que la Casa Blanca no puede calificar como tal porque tendrรญa que suspender la ayuda a Egipto– amenaza enterrar lo que queda de la primavera รกrabe.

El caso de Siria es aรบn mรกs delicado y sintomรกtico de las nuevas fracturas que aquejan al Medio Oriente y que han reducido notablemente la capacidad de maniobra diplomรกtica de Estados Unidos. La guerra civil siria se ha convertido en el escenario del desencuentro actual, abierto y bรฉlico, entre las dos mรกs grandes corrientes del Islam: el chรญismo y el sunismo. Enfrentamiento que ha colocado a Washington entre la espada y la pared: entre sus aliados sunรญes que apoyan a los rebeldes fundamentalistas, y los chรญitas que conforman la mayorรญa de la poblaciรณn iraquรญ, a la que Washington no puede traicionar. Para no hablar de la necesidad inescapable de Obama de no confrontar al rรฉgimen teocrรกtico chรญita iranรญ que ha arrastrado interminablemente un posible acuerdo sobre el desarrollo de su industria nuclear.

El presidente optรณ por abrir un compรกs de espera frente a esos paรญses, y apuntalar el tambaleante prestigio de los Estados Unidos en el Medio Oriente enfocรกndose en buscar un arreglo entre palestinos e israelรญes que cuenta con el apoyo de casi todos los actores de la regiรณn, sunรญes o chรญitas.

Poner los cimientos para empezar a negociar la paz entre israelรญes y palestinos –que es a lo mรกs que puede aspirar Kerry en estas negociaciones que algunos han bautizado ya como “plรกticas sobre las plรกticas”– serรญa un รฉxito no sรณlo para Washington sino tambiรฉn, en principio, para Israel y los palestinos. En principio, porque ambos se han aferrado a las posiciones encontradas que mantienen desde hace mรกs de una dรฉcada y que han obstaculizado una y otra vez la posibilidad de un acuerdo. Los palestinos del Margen Occidental encabezados por Mahmoud Abbas insisten, por ejemplo, en el derecho al retorno de quienes salieron o fueron expulsados de Israel en 1948 –demanda que los israelรญes no aceptarรกn jamรกs– y el gobierno israelรญ se niega a aceptar la famosa Lรญnea Verde –la frontera de Israel en 1967– como punto de partida para trazar el territorio de un potencial Estado palestino.

No sorprende que la iniciativa de Kerry se haya estrellado con un escepticismo sin fisuras. Lo que si llama la atenciรณn es que esa reticencia haya echado raรญces entre los israelรญes, que deberรญan ser los principales interesados en solucionar un conflicto que les ha costado tanto en vidas y prestigio internacional. Y sorprende doblemente porque la coyuntura histรณrica es tan favorable para Israel que, en un gesto sin precedentes, el primer ministro Netanyahu aceptรณ liberar a mรกs de 100 presos palestinos que languidecรญan en las cรกrceles israelรญes para convencer a Abbas de sentarse a negociar.

Las ventajas coyunturales para Israel son muchas: el acosado gobierno sirio ha quedado fuera del juego, igual que Jizbolรก –el retoรฑo libanรฉs de Irรกn– que se ha convertido en un actor mรกs en la guerra civil siria. Por รบltimo, el golpe militar en Egipto privรณ a Hamas, la organizaciรณn palestina que gobierna Gaza y que se opone a cualquier acuerdo con Israel, del apoyo de la derrocada Hermandad Islรกmica egipcia. 

Las cifras de una รบltima encuesta publicada por el periรณdico israelรญ Ha’ aretz (agosto 7) hablan por sรญ solas de la reticencia y desconfianza de muchos israelรญes: 65.6% cree que no habrรก acuerdo en el prรณximo aรฑo; 55.5% estรก en contra de volver a las fronteras de 1967; 50% se opone a que los barrios รกrabes de Jerusalรฉn sean parte de un Estado palestino y,como era de esperarse, 67% no acepta el derecho al retorno de palestinos a Israel. Si Netanyahu se ha convencido finalmente de la necesidad-y justicia-de llegar a un acuerdo que derive en un Estado palestino, tendrรก primero que convencer a la mitad de sus gobernados que cree que el inestable status de hoy con los palestinos puede ser permanente. Israel no tendrรก seguridad sin paz, y no habrรก paz sin el consenso favorable de una mayorรญa de israelรญes.  

 

(Publicado previamente en el periรณdico Reforma)

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Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.


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