Imagen: Letras Libres / dall-e

Morena no tiene wifi

¿Cómo es que un presidente democráticamente electo cambia las instituciones públicas en unas cuantas horas? Con una mayoría emanada de un partido que ha decidido aislarse.
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Hay analogías muy bellas en la literatura para explicar las pocas bondades que tiene el aislamiento. La cueva, la isla, la caja fuerte, la ostra, el ermitaño o el lobo son algunas en las que pienso ahora. Pero la que me sirve mejor, tristemente sin historial literario a mi alcance, es la de la desconexión digital.

La desconexión digital en el siglo XXI es una monstruosa desventaja en términos de información y crecimiento. No es mortal, lo sé, y también admito que a veces es deseable, pero la desconexión permanente en este siglo limita oportunidades y crea barreras de acceso a la realidad y a la comprensión del cambio.

Temo que Morena no tiene wifi, y si la desconexión individual es un obstáculo, el aislamiento de un partido que gobierna es una catástrofe con efectos en cascada.

En los últimos días de abril, los legisladores de Morena, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, mostraron la voluntad que tienen para ir solos y ejercieron la fuerza que les alcanza. En ambas cámaras, en unas pocas horas, aprobaron leyes sin discusión, por la noche, con procedimientos aptos para una emergencia de seguridad nacional. Cambiaron, eliminaron y ampliaron instituciones con el proceso que utilizarían en el caso de una invasión extraterrestre. Sin leer, sin discutirle al Ejecutivo, sin pasar por comisiones, en sedes alternas, en minutos.

El impacto de algunas de estas reformas es evidentemente negativo, el de otras es altamente discutible y hay un par de modificaciones que son razonables. Pero no me detendré en el sobrepeso que ahora tiene el ejército ni en las sombras que acechan a la investigación científica pública. Tampoco en el debatible rumbo anoréxico del Sistema Nacional de Salud o en el atributo eterno de las asignaciones presidenciales. Uno escribe para cruzar visiones, para aportar perspectivas distintas, en ocasiones para alertar, muchas veces para comprender. Al menos ese es mi caso. ¿Pero qué se puede aportar cuando la política pública se dicta desde Palacio y se vuelve ley en unas horas? Tardaba más una cédula real dictada por un monarca sin parlamento.

¿Cómo es que un presidente democráticamente electo cambia las instituciones públicas en unas cuantas horas? Con una mayoría legislativa, sí, pero, sobre todo, con una mayoría emanada de un partido que ha decidido aislarse y hacer como que su visión es una emergencia nacional. Morena ha roto la conexión con la sociedad, con los ciudadanos que participan, con las voces que juegan en la arena pública, con los partidos políticos que están en el mismo tablero, con el sistema de medios y con el marco fundamental que establece los poderes del Estado y sus límites, con la excusa de que su transformación no admite ni dudas ni críticas ni aportaciones. Morena quemó los puentes políticos para cumplir con los objetivos del presidente actual y no habla con el resto del mundo mexicano. Morena se desconectó. Morena no tiene wifi.

Eso tiene implicaciones no deseables, en primerísimo lugar, para las políticas públicas que impulsan. Cerrar la puerta a otras fuerzas legislativas vuelve vulnerables los objetivos propios, sin importar que se consiga su aprobación. ¿Por qué? Porque los gobiernos se acaban y otras mayorías llegan. La discusión y negociación permite la continuidad de los proyectos, pues involucra a posibles mayorías futuras. No es lo mismo crear la Guardia Nacional con el voto de distintas fuerzas que militarizarla a solas.

Por otra parte, el formato utilizado por Morena para aprobar veloz y calladamente sus reformas requirió utilizar atajos legislativos que sirven para emergencias, lo que significa que, una vez leyes, pueden ser derribadas por el Poder Judicial. Eso es una monserga para una sociedad a la que urge que funcionen los servicios públicos. Quitar un sistema de salud, poner otro, eliminar ese y luego regresar a un esquema anterior por orden de la Corte no imagino que pueda servir a alguien. Ni a los enfermos, ni a los burócratas, ni a los médicos ni a nadie.

Que Morena se aísle tiene además efectos desfavorables de mediano plazo en el funcionamiento del poder legislativo. Morena anula la función democrática pero también la función legislativa y legitimadora de los diputados si sus leyes se anulan porque no pasan la prueba de la constitucionalidad.

Así, Morena no va a transformar el país. ¿Cómo va a ser un motor de cambio un partido que por aislarse es gubernamentalmente errático e incompetente? ~

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es politóloga y analista.


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