Con 55.1% de votos válidos en la segunda vuelta, Jair Bolsonaro, del PSL, fue electo Presidente de la República. El candidato de extrema derecha recibió este domingo el aval de 57.7 millones de brasileños. Su adversario, Fernando Haddad, del PT, sumó 44.9% de los votos, cerca de diez millones menos que el capitán en retiro del ejército.
Desde el regreso de la democracia, de todas las elecciones definidas en segunda vuelta, esta fue la tercera más apretada. Quedó apenas atrás de las contiendas de 2014 y 1989, decididos por una diferencia de 3 millones y 4 millones de votos respectivamente (la primera a favor de Dilma Rousseff y la segunda, de Fernando Collor). De 2002 a 2010, los electos ganaron por un margen, al menos, de 12 millones de votos. La mayor diferencia se dio en 2006 cuando el petista Luiz Inácio Lula da Silva venció a Geraldo Alckmin, del PSDB, por más de 20 millones de votos. En aquella ocasión, Lula alcanzó 60.8% de los votos válidos contra 39.2% del tucano.
Las elecciones en los estados reforzaron la ola conservadora que llevó a Bolsonaro al Planalto. De los 27 nuevos gobernadores, doce declararon su apoyo al presidente electo, siete se dijeron neutros y ocho estuvieron de lado de Haddad..
Como hizo en la primera vuelta, piauí transmitió este domingo una edición especial, en video, del podcast Foro de Teresina. La transmisión estuvo bajo la dirección del jefe de redacción Fernando de Barros e Silva, del editor del sitio José Roberto de Toledo y la reportera Malu Gaspar. Justo al abrir el programa, los presentadores conversaron con la periodista Consuelo Dieguez, quien escribió un perfil de Bolsonaro para la revista. Titulado Direita, Volver, el reportaje salió en septiembre de 2016 cuando casi nadie creía que el presidenciable se pudiera elegir. La periodista contó que el candidato se resistió a darle entrevistas. “Él se sentía agraviado por la prensa. Fue una larga negociación hasta lograr convencerlo.” En su oficina, el entonces diputado federal mantenía fotos de todos los generales que ocuparon la Presidencia de la República en las paredes. “¿Le gustó la decoración?”, preguntó a la reportera. El capitán en retiro insistió en filmar la segunda entrevista. “Voy a grabar porque ustedes, los periodistas, son todos mentirosos”, aclaró.
Dieguez estima que, al contrario de buena parte de los electores de Lula en 2002 y 2006, los de Bolsonaro tienden a ser menos fieles y pueden abandonarlo en caso de que el presidente electo no consiga resultados significativos en los tres pilares que sustentaron su campaña: la reducción de la criminalidad, el combate a la corrupción, y la disminución de las tasas de desempleo. Si Lula disponía de un partido fuerte y una militancia convencida, reunida a lo largo de décadas, Bolsonaro cuenta con unas siglas [partidarias] que hasta hace poco eran insignificantes y con un número considerable de adeptos de ocasión, que votaron por él menos por su características como político que como una forma de expresión de antipetismo y de falta de confianza en el actual sistema político.
En el segundo bloque del Foro, los presentadores recibieron a Alessandra Aldé, profesora de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, UERJ, donde coordina, desde mayo, una investigación que monitorea 90 grupos de WhatsApp responsables de replicar mensajes de contenido electoral. Cerca de 60 de esos grupos apoyan a Bolsonaro. “Es una muestra pequeña. Aún así, por medio de ella, podemos entender el funcionamiento del todo”, explicó. La politóloga dijo que, en general, quienes atacan a sus adversarios no gustan a los electores. En WhatsApp, sin embargo, es posible asestar ataques sin manchar directamente la imagen de los candidatos que los emiten y sin que se consiga rastrear el origen de las embestida. De allí el protagonismo de esa red social a lo largo de la campaña.
Aldé afirmó haber percibido una mudanza en la actitud de los electores que recibían los mensajes. “En los primeros meses, todavía había cierto cuestionamiento: ¿será que el contenido es verdadero? Pero, al poco tiempo, la impugnación desapareció. Las personas más críticas eran enmarcadas como enemigas. En paralelo, empezó a haber un incentivo. cada vez mayor para que los integrantes de los grupos reenviaran los mensajes a sus familiares”.
WhatsApp regresó a la agenda durante la conversación con el abogado Ronaldo Lemos, especialista en derecho digital y director del Instituto de Tecnología y Sociedad de Río de Janeiro. Dijo que la campaña del excapitán colocó a Brasil “a la vanguardia” en términos del uso político de la tecnología. “El uso que los adeptos de Bolsonaro dieron a WhatsApp funcionó como una especie de transmisión televisiva. Alguien creaba cierta información y la enviaba a centenas de millares de seguidores, pero lo hacía con un poder persuasivo mayor que el de la tele, porque la información era redireccionada e acababa pareciendo íntima por venir de un familiar.”
El abogado cree que el nuevo gobierno mantendrá la comunicación por internet. “Es como si la campaña electoral no terminara nunca.” Comparó la estrategia de Bolsonaro con una casa con sótano. “Tienes la parte de arriba, donde vale el discurso de la libertad de imprenta, y el sótano, donde las personas se informan (o desinforman) por medio de una red propia. En la parte de arriba, pareces un sujeto noble. En el sótano tomas el mando diciendo cosas que serían impronunciables en la mesa del comedor.”
Por teléfono, Pablo Ortellado, doctor en filosofía y profesor de la Universidad de San Pablo, resaltó que la campaña del presidente electo se valió de las redes sociales también para deslegitimar el discurso de artistas y académicos. “Los bolsonaristas criticaban tanto a las élites políticas como a las culturales e intelectuales.”
Colaborador de piauí y columnista de Folha de S. Paulo, el sociólogo Celso Rocha de Barros afirmó que la elección del capitán en retiro marca el fin de la política brasileña como la conocíamos, dominada por la rivalidad entre el PT y el PSDB. “La nueva república se acabó y la extrema derecha conquistó Brasil. En este momento, tenemos que apoyar al MDB y al Centrão. Apoyar para que las fuerzas del atraso que se opusieron a los gobiernos tucanes y petistas consigan moderar a Bolsonaro.”
El sociólogo considera que, con casi 47 millones de votos en la segunda vuelta, Haddad salió de las elecciones con mayor peso que con el que entró. “Había el riesgo de una humillación que terminara su carrera, pero consiguió una recuperación impresionante en la última semana de la campaña.” En cuanto al PT, Barros dijo que, si bien poseía la mayor bancada de la cámara, el partido no se afianzó con el liderazgo de la oposición. “Si todas las reformas pasaran en el Congreso, el partido perderá la capacidad de liderar a los adversarios del gobierno.” En la evaluación del sociólogo, el PT necesita vislumbrar un futuro en el que la figura de Lula sea cada vez menos central. “El lulismo se acabó.” A partir de ahora, concluyó Barros, Brasil tendrá el presidente más extremistas de todos los países democráticos. “Nos convertimos en un foco de inestabilidad geopolítica y en unos de los principales puntos de difusión por el mundo de la ideología autoritaria.”
También columnista de piaui, el filósofo Marcos Nobre destacó que el bolsonarismo todavía no existe, pues carece de organización a pesar de disponer de mucha movilización. “El lulismo, en contrapartida, juntaba carisma y movilización con organización.” Según Nobre, el presidente electo encontrará una sistema político hecho jirones, y ese mismo sistema ya le está apostando al fracaso de su gobierno.
A diferencia de Celso Rocha de Barros, el diputado federal Miro Teixeira, de Rede, dijo no creer que la ascensión de Bolsonaro signifique un retroceso democrático. “Las personas que votaron por él no votaron por un proyecto dictatorial.” El parlamentario comentó que, antes de las elecciones, dictó conferencias en escuelas de las Fuerzas Armadas y no vio en ninguna “la menor posibilidad de que los militares desearan el retorno de la dictadura”.
En la opinión del abogado Oscar Vilhena Vieira, la elección de Bolsonaro no representa propiamente la victoria de un liberal o de un conservador, sino de un político que alimenta un discurso hostil hacia las igualdades y las libertades. El director de la Escuela de Derecho de San Pablo, ligada a la Fundación Getúlio Vargas, teme que el capitán en retiro promueva una regresión en la de por sí fallida política brasileña de seguridad pública, y profundice el padrón de violencia en la sociedad. “Nuestro sistema de seguridad pública es ruin no porque se someta a la ley, sino porque no se somete a ella. Pasa por encima de todos los derechos. Sucede que es contraintuitivo pensar que un mayor control de los órganos de seguridad reducirá los índices de violencia. La intuición es justamente lo opuesto: pensar que necesitamos darle libertad a la policía para matar a los bandidos.”
Por su parte, al politólogo Miguel Lago, columnista de piauí y director de la ONG Nossas, le preocupa que la gestión de Bolsonaro dificulte el trabajo de las agencias no gubernamentales dedicadas a monitorear a los órganos de seguridad pública. “El mayor riesgo es que el gobierno sea una democracia solamente formal”. Dicho de otra manera: que acabe con las leyes, sin romper completamente el orden democrático. Lago teme, por ejemplo, que el gobierno corte recursos financieros del exterior destinados a ONGs como aconteció en Hungría , en Polonia y en otros países controlados por la extrema derecha.
Guionista del programa Conversa com Bial, de TV Globo, y ex editor de piaui, el periodista Rafael Cariello afirmó que el equipo económico del presidente Michel Temer es serio y viene haciendo un buen trabajo para ajustar las cuentas públicas. “Bolsonaro, por lo tanto, deberá encontrar parte de la casa recogida. La cuestión es saber lo que va a hacer de ahí en adelante. Hay incertidumbre sobre sus propuestas en este tema.”
La economista Ana Carla Abrão también usó la palabra “incertidumbre” al hablar de sus expectativas sobre el nuevo gobierno. Mencionó la disonancia entre las declaraciones de Bolsonaro y las de Paulo Guedes, su gurú económico, respecto a temas como el de la privatización. “Guedes dijo que privatizaría varias empresas para traer un trillón de reales a los cofres del gobierno y, así, resolver los problemas fiscales. Sin embargo, no explicó cómo llegó a ese número. Bolsonaro ya había dicho que no iba a privatizar el Banco de Brasil, la Caixa Econômica y Petrobras.”
En la etapa final del programa, el reportero de piauí Bernardo Esteves, especializado en ciencia, entrevistó al ambientalista Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, una red de ONGs del área ambiental. Esteves recordó que Bolsonaro hizo declaraciones que sonaron como amenaza a los ambientalistas –como la idea de abandonar el Acuerdo de París (aunque después reculó sobre ese tema), o subordinar los fondos de la cartera de Medio Ambiente hacia el Ministerio de Agricultura (sobre lo cual también reculó)-. El presidente electo también llegó a prometer acabar con las multas ambientales emitidas por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales y con cualquier forma de activismo.
“El medio ambiente aparece en la plataforma del candidato con una mirada de hace 50 años, como algo a ser conquistado, dominado, y no como un activo,” afirmó Ritti. El ambientalista dijo tener poca esperanza de que la política del presidente electo para el área vaya a cambiar. “Todavía no da para saber si los cambios en relación a sus dichos frente al Acuerdo de París y el Ministerio de Medio Ambiente son reales o si fueron apenas comunicados para garantizar apoyos cruciales en la elección.” Ritti afirmó tener esperanza, sin embargo, de que Bolsonaro se vea obligado a retroceder por motivos económicos. “Ese tipo de retroceso afecta la reputación de las empresas brasileñas que actúan en los mercados internacionales”, explicó. “Los consumidores de los mercados más premium tienen una preocupación muy grande con lo que están comprando. Hay una demanda de sustentabilidad y respeto al medio ambiente. Pasar por encima de eso significaría un inmenso disparo en el pie hasta para los ruralistas.”
Agradecemos la gentileza de la revista piauí. Artículo original.
Traducción de Julian Etienne