La incompetencia y sus lecturas

Cuando una nueva élite llega al poder, inevitablemente hay una curva de aprendizaje. Cierto margen de incompetencia y malas decisiones pueden tolerarse. Urge definir esos límites.   
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En los últimos días (¿semanas?) el adjetivo que más he escuchado en contra de la nueva administración lopezobradorcista es: incompetencia.

 

Pero ¿en realidad todas las malas decisiones que les achacamos son fruto de la incompetencia? Más aun, ¿cuál es la escala de la incompetencia? ¿Cuál es la medida de base? ¿La administración de Peña Nieto? ¿La de Calderón? ¿La de Zedillo?

De acuerdo con la RAE, competencia es la “pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto”. Según María Moliner, competente es “quien tiene aptitud para resolver cierto asunto” y “conoce cierta ciencia o materia, o es experta o apta en la cosa que se expresa o a la que se refiere el nombre afectado por competente”. Una persona competente es “útil para determinado trabajo, servicio o función” y ese “determinado trabajo” se mide en función de si el resultado es o no exitoso.

En nuestro presente, ¿quién define si el resultado fue o no exitoso? ¿Los que votaron por la 4T o los que no votaron por ella? ¿Los tecnócratas o los populistas? ¿La prensa?  

Pongamos un par de ejemplos. El caso de los cierres de los ductos de Pemex, ¿fue una muestra de incompetencia? ¿Para quién? De acuerdo con encuestas de El Financiero, Gabinete de Comunicación Estratégica, Consulta Mitofsky / El Economista, Reforma y Demotecnia por lo menos el 60% de los encuestados aprobaba la medida. El desabasto, pues, es un incordio menor.  

O el caso de las pipas. Una comisión intersecretarial conformada por Hacienda y Crédito Público, Relaciones Exteriores, Economía y Función Pública compraron –sin licitación, aunque en la 4T eso se llama “adjudicación competitiva”– 671 pipas por 92 millones de dólares. Pero las pipas no cumplían con la NOM. ¿Fue incompetencia porque no cumplían con la norma? Días después, la SCT publicó en el DOF un régimen especial para las pipas de AMLO. Si la norma cambió la incompetencia, ¿se anula o solo se transforma?

Muchas de estas decisiones, sin duda, son malas. Pero si ponemos todas esas malas decisiones bajo el epíteto de la incompetencia, inevitablemente parece que estamos comparando a esta administración con las administraciones anteriores y por defecto defendemos que aquellas fueron “más competentes”. ¿Lo fueron? Además, la incompetencia puede ser una cómoda coartada para no nombrar las cosas por su nombre (corrupción, colusión, conflicto de interés, nepotismo, etcétera).

El presidente que madruga todos los días nos recuerda, también todos los días, lo corruptos que fueron los “neoliberales” y con esa machacona cantaleta pretende elevar nuestros niveles de tolerancia hacia sus malas decisiones. “Antes eran corruptos, ahora estamos cambiando TODO” y eso, naturalmente, conlleva algunos errores. Cuando llega una nueva élite al poder, inevitablemente hay una curva de aprendizaje (ensayo-error). Nuestra tarea, como ciudadanos críticos –sin importar nuestro oficio o afinidades políticas– es definir con qué indicadores vamos a medirlos y cuánto más pronunciada puede ser esa curva. Hay cierto margen de incompetencia y malas decisiones que pueden tolerarse. Hay que definir, a la brevedad, esos criterios.   

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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