La victimizaciĆ³n populista es un arma del poder contra la sociedad
Imagen: Youtube / Gobierno de MĆ©xico

La victimizaciĆ³n populista es un arma del poder contra la sociedad

En dĆ­as recientes, LĆ³pez Obrador ha puesto en prĆ”ctica una de las claves del Ć©xito del discurso populista: su capacidad para convencer de que los lĆ­deres son ā€œoprimidosā€ que defienden ideales, y no opresores que buscan amasar mĆ”s poder.
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Gran parte del Ć©xito del discurso populista estĆ” en su capacidad para convencer a millones de que sus lĆ­deres son ā€œoprimidosā€ que defienden ideales, y no opresores que buscan amasar mĆ”s poder. La victimizaciĆ³n es un arma muy eficaz para ello, por lo que los populistas de todo el mundo la usan. Ya se trate de Cristina FernĆ”ndez de Kirchner llamĆ”ndose a sĆ­ misma ā€œla groncha (vulgar) morocha (morena) peronistaā€, o Donald Trump vociferando que es la ā€œvĆ­ctima de la peor cacerĆ­a de brujas en la historia de Estados Unidosā€, el objetivo es el mismo: generar en los suyos un sentimiento de humillaciĆ³n permanente: ā€œellosā€ nos desprecian, y por eso nos insultan, nos atacan, nos obstaculizan, nos quieren ver fracasar.

Este discurso activa una de las emociones mĆ”s potentes: el resentimiento. Como lo afirma un estudio acadĆ©mico reciente, la retĆ³rica populista pone a sus seguidores en un estado de Ć”nimo de revancha que no se disipa, sino que se alimenta a sĆ­ mismo; una suerte de equilibrio psicolĆ³gico entre prepotencia e impotencia. Quienes siguen a estos lĆ­deres se sienten reivindicados, porque creen que alguien como ellos al fin llegĆ³ al poder para corregir injusticias. Pero tambiĆ©n sienten temor al escuchar al lĆ­der alertarlos todo el tiempo sobre las acciones de adversarios mal intencionados que buscan evitar que el ā€œpuebloā€ alcance la tierra prometida. Ello permite mantener vivo el deseo de remover los obstĆ”culos a la reivindicaciĆ³n del ā€œpuebloā€. Cuando los obstĆ”culos son los derechos de algunos grupos de la sociedad, el populismo muestra su rostro mĆ”s autoritario y cruel.

AsĆ­ lo ha demostrado una vez mĆ”s AndrĆ©s Manuel LĆ³pez Obrador al usar discrecionalmente a las instituciones del Estado en contra de un grupo de 31 exfuncionarios del sector ciencia y tecnologĆ­a. Para justificar este ataque, afirmĆ³ lo siguiente en su conferencia del 24 de septiembre:

ā€œĀæPor quĆ© nada mĆ”s se va a castigar a los pobres, a los que no tienen con quĆ© comprar su inocencia, a los que no son influyentes? No. Tiene que acabarse con la impunidad, sea quien sea. [ā€¦] No sĆ© si sea cierto, pero uno de los investigadores, supuestamente perseguido, se aventĆ³ un Twitter (sic) ayer, ojalĆ” y lo consigamos, para que vean el nivel moral. Porque siempre he dicho que una cosa es la educaciĆ³n y otra cosa es la cultura y que los grados acadĆ©micos no son sinĆ³nimo de cultura. Se pueden tener altos grados acadĆ©micos y no tener sensibilidad en lo social, ni en lo humano y no poseer valores culturales, morales, espiritualesā€.

En estas palabras se resume el relato demagĆ³gico del presidente: ā€œellosā€ contra ā€œnosotrosā€. El ā€œnosotrosā€ es el ā€œpuebloā€ pobre, victima de la injusticia y el ā€œellosā€ una Ć©lite ā€“los ā€œinfluyentesā€ā€“ que goza de impunidad. En el relato, LĆ³pez Obrador es el lĆ­der que invierte la ecuaciĆ³n, pero no lo hace garantizando que todos accedan a la justicia, sino llevando a ā€œlos influyentesā€ al purgatorio de la arbitrariedad.

LĆ³pez Obrador usa el discurso como arma para declarar culpables a esos 31 ciudadanos antes de que lo haga la autoridad judicial, lo que viola el derecho fundamental a un debido proceso. La verborragia presidencial nos ha anestesiado tanto que hay que detenerse y hacer un esfuerzo para evaluar el peso y la fuerza de cada palabra, porque, ĀæquĆ© se debe hacer con un grupo que, como Ć©l afirma, ā€œcarece de sensibilidad social y humanaā€? ĀæQuĆ© castigo se merecen las personas ā€œsin sensibilidadā€ ni ā€œvalores morales y espiritualesā€?

Como para probar sus dichos, el mandatario leyĆ³ en voz alta un tuit ofensivo, afirmando que habĆ­a sido escrito por uno de los 31 acusados y que Ć©l y su esposa eran los destinatarios. La gente se enfocĆ³ en el penoso espectĆ”culo de ver al presidente leer en voz alta esos insultos. Pero lo realmente grave es ver que la verdad ha dejado de importar en el discurso presidencial, pues el tuit no mencionaba por nombre a nadie y su presunto autor no estĆ” en la lista de los acusados por la FiscalĆ­a General. En la era de la posverdad, el relato sustituye a los hechos, y por eso el presidente tuerce la realidad para que sus seguidores sigan creyendo que Ć©l es vĆ­ctima de las Ć©lites.

De ahĆ­ viene tambiĆ©n su insistencia en ponerse a sĆ­ mismo a la altura de los hĆ©roes patrios que llegaron al martirio por sus ideales. Antes le gustaba mucho compararse con Madero, pero las fiestas del bicentenario independentista lo han llevado a autonombrarse el retrato vivo de Hidalgo. En su discurso del 16 de septiembre, repasĆ³ una larga lista de insultos que se le endilgaban al ā€œPadre de la Patriaā€. Hizo esto para que entendiĆ©ramos que, si a Ć©l tambiĆ©n lo insultan, es porque Ć©l es como Hidalgo: ā€œun hombre profundamente humano, un autĆ©ntico cristianoā€ a quien ā€œsus adversarios nunca le perdonaron la osadĆ­a de querer igualar a los pobres con las clases mĆ”s favorecidasā€.

Al apropiarse tramposamente de la historia para victimizarse, AMLO nos dice tres cosas.

Primero, que Ć©l estĆ” por encima de cualquier crĆ­tica y no tiene que rendir cuentas de sus decisiones. No debemos ver en Ć©l a un ciudadano como nosotros, o a un funcionario pĆŗblico, sino a un hĆ©roe patrio vivo que, como Hidalgo, estĆ” realizando una transformaciĆ³n de magnitud histĆ³rica, lo que lo vuelve incuestionable.

Segundo, nos dice que oponerse o criticarlo coloca a quien lo hace en el mismo plano de ā€œinmoralidadā€ ā€“visto con ojos modernosā€“ que los espaƱoles que defendĆ­an el modelo polĆ­tico y social de la era del virreinato.

Y tercero, nos dice que al ser atacado tiene derecho a ā€œdefenderseā€, lo que implica en la prĆ”ctica el uso discrecional de las instituciones contra los ciudadanos. Ayer eran algunos opositores incĆ³modos. Hoy son 31 exfuncionarios de la ciencia. MaƱana puede ser quien Ć©l decida.

El presidente siente que puede ir cruzando lĆ­neas hacia terrenos cada vez mĆ”s autoritarios porque sabe que inspira respaldo en una mayorĆ­a y temor en las minorĆ­as. Esto es preocupante, porque con el tiempo ese respaldo se puede volver exigencia de mano mĆ”s dura, mientras que el temor se puede transformar en otra forma de resentimiento, dispuesta a escuchar a otro demagogo que prometa reivindicar a los nuevos agraviados. Es difĆ­cil imaginar cĆ³mo esto pueda terminar bien.


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Especialista en discurso polĆ­tico y manejo de crisis.


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