DespuĂ©s de que marzo registrara el nivel mĂĄs alto de homicidios en lo que va del sexenio, en abril se esperaba que la violencia disminuyera, pues, en teorĂa, las medidas de restricciĂłn derivadas de la pandemia reducirĂan las oportunidades para los delincuentes. No fue asĂ.
SegĂșn los informes diarios que recibe el presidente de la repĂșblica, en abril se registraron 2,492 vĂctimas de homicidio doloso. No obstante, estos reportes preliminares tienen un serio subregistro frente a las cifras oficiales. En este sentido, es probable que la cifra oficial oscile entre las 2,955 y las 3,020 vĂctimas, a las que habrĂa que sumar las de feminicidios. Es decir, mĂĄs de 100 asesinatos al dĂa.
De ser asĂ, abril serĂa uno de los meses mĂĄs violentos del sexenio y se confirmarĂa un repunte de la violencia en los Ășltimos tres meses. Lo grave es que, posiblemente, la mayor parte de esta violencia proviene del crimen organizado y no de delincuentes convencionales: si la mayorĂa de las personas ha reducido sustancialmente la movilidad, es poco probable que los homicidios sean causados por robos o riñas, aunque lo sabremos con precisiĂłn a finales de mayo, cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad PĂșblica publique sus datos. En cambio, estarĂan aumentando los enfrentamientos y ejecuciones derivados de conflictos entre organizaciones criminales, de ahĂ que los homicidios se concentran en estados como Guanajuato, MichoacĂĄn y Chihuahua, entidades con notoria presencia del crimen organizado.
Aunque esos enfrentamientos no han causado mayor impacto en la agenda pĂșblica, sus vĂctimas se cuentan por decenas. El 26 de abril, en Aguililla, MichoacĂĄn, hasta 21 personas fueron ejecutadas en un enfrentamiento entre el CĂĄrtel Jalisco Nueva GeneraciĂłn y Los Viagras. En Ciudad JuĂĄrez, Chihuahua, un enfrentamiento entre los cĂĄrteles de JuĂĄrez y Sinaloa dejĂł 19 muertos a inicio de ese mes.
ÂżPor quĂ© la violencia en MĂ©xico sigue en aumento mientras en otros paĂses se reduce? Una hipĂłtesis es que la pandemia llegĂł cuando los conflictos criminales estaban en efervescencia y no existĂa una estrategia federal para contenerlos. La crisis del covid-19 ha mostrado muchas de las carencias y los dĂ©biles hilos con los que estaban sostenidas las polĂticas de este gobierno. En seguridad, la pandemia ha profundizado la retirada del gobierno federal en el conflicto de las organizaciones criminales.
Desde el inicio de esta administración se ha apostado por un mayor despliegue de fuerzas a través de la Guardia Nacional, pero con poca incursión en contra del crimen organizado. El Estado ha renunciado a su capacidad de fungir como una especie de årbitro entre las principales organizaciones criminales y, en consecuencia, estas han visto una ventana abierta para incursionar en territorios enemigos e imponer su poder. Hoy que las fuerzas federales estån concentradas en acciones de apoyo contra la pandemia, ese efecto se ha multiplicado y los conflictos territoriales se intensifican.
La lecciĂłn que nos estĂĄ dejando esta coyuntura es que, en ausencia del Estado, las organizaciones criminales no se autolimitan, aun en medio de semejante crisis. De seguir por esta ruta, cuando las vĂctimas del covid-19 cesen, las de la violencia criminal seguirĂĄn multiplicĂĄndose.
PolitĂłlogo por la UNAM. MPA en Seguridad y ResoluciĂłn de Conflictos por la Universidad de Columbia.