Foto: Presidencia de la República.

Las “mañaneras” de AMLO dividen opiniones en la prensa mexicana

¿Sirven las conferencias diarias del presidente para la rendición de cuentas, o son un ejercicio que solo busca posicionar una agenda? Las opiniones están divididas entre sus destinatarios más directos: los reporteros que cubren la fuente presidencial.
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La conferencia mañanera que diariamente da el presidente López Obrador a la prensa reunida en el Palacio Nacional es un ejercicio con escasos precedentes en la historia del país. Ningún primer mandatario había tenido una relación tan directa y constante con los medios de comunicación.

No obstante, esta práctica ha generado opiniones divididas entre sus destinatarios más directos: los reporteros. Mientras que para algunos la “mañanera” solo busca posicionar la agenda presidencial, para otros es un esquema de comunicación con rasgos positivos, que los medios todavía no saben cómo aprovechar.

Muchos ven en ella una oportunidad de acercamiento a una figura política antes casi inalcanzable –hasta la década de los setenta ningún presidente daba entrevistas a los medios; en años posteriores lo hacían, pero de forma selectiva y de preferencia en fechas cercanas a los informes de gobierno.

A largo de los seis meses que este ejercicio se ha llevado a cabo han ocurrido eventos memorables, como el intercambio de cuestionamientos y respuestas entre el periodista Jorge Ramos y el presidente, que no dejó satisfechas a ninguna de las partes; o la irrupción de youtubers y comunicadores de portales informativos nuevos y no tan conocidos, quienes han lanzado preguntas que en el medio periodístico generan suspicacia porque parecen “a modo”. El titular del Ejecutivo también ha hecho señalamientos directos contra medios como Reforma, así como rodeos y omisiones cuando se tocan temas incómodos para el gobierno.

Hablamos con algunos de los reporteros que han asistido o asisten con regularidad a las mañaneras, y les pedimos que nos contaran lo que piensan sobre ese ejercicio y sobre la relación entre la prensa y el Ejecutivo este sexenio.

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Ruth Muñiz, periodista y directora de Ruido en la Red, considera que la conferencia matutina es un vehículo para asentar la agenda mediática de la presidencia, a partir del alegato de que se trata de un gobierno de cambio, que está haciendo las cosas de forma distinta.

¿Cómo sabes que eso ocurre? ¿Hay casos puntuales o comportamientos específicos de AMLO que sugieran su insistencia en atender mayormente sus temas?

Puedes darte cuenta solo con su actitud. Bajo el argumento de “ya cambiamos, no somos los mismos”, presupone que todo lo que hacen él y su equipo está bien. Cree que por eso no vamos a cuestionarlo, pero se equivoca. Me parece que, a pesar de que existe una falta generalizada de oposición en los partidos, ahora la prensa es más crítica. Y eso no significa que sea conservadora.

Otro detalle que hace sospechar de sus intenciones es cómo intenta evadir algunos de los cuestionamientos que le causan molestia, así como su recurrencia a dirigir la conversación hacia lo que realmente quiere decir. Creo que sí hay preguntas sembradas. Es muy notorio.

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Al respecto, Alejandro Lelo, oficiante y vicepresidente de la Asociación Mexicana de Periodistas de Radio y Televisión (AMPRYT), agrega que entre sus colegas se ha hablado de la posibilidad de que exista una estrategia de comunicación estructurada detrás del tema de las preguntas.

¿Hay patrones en las intervenciones de los medios de comunicación en la “mañanera”? ¿A qué atribuyen las sospechas de que hay un plan establecido previamente?

Es fácil saberlo. Notamos que después de preguntas que no le gustan, remata la sesión dándole la palabra a personas que, muy casualmente, le hacen comentarios a modo. Se trata de preguntas muy suavecitas, que siempre se quedan para el final.

La consecuencia inmediata de esto es una reacción desmedida en redes sociales contra nosotros, los que le hacemos preguntas que pueden resultarle inconvenientes. Él asegura que no ataca a nadie, pero se trata nada más y nada menos que la persona más importante del país. Es obvio que todo lo que diga tendrá trascendencia y alebrestará a sus seguidores. AMLO está dando línea y hace como si no se diera cuenta.

¿Qué consecuencias tiene eso en su trabajo?

Ataques directos en redes sociales, perpetrados por una especie de porros cibernéticos. Ante la menor provocación te hacen videos o memes, buscan todas tus cuentas en redes sociales y rastrean tu información. Por lo mismo, a veces cuando sales a la calle te insultan, intimidan y hasta dicen que te están vigilando.

En mítines públicos nos han gritado “corruptos, vendidos, mentirosos”; nos avientan agua; nos dicen que todos somos prensa fifí. Por eso entre muchos colegas existe el temor de hacer preguntas que los hagan perder su fuente informativa o su trabajo. Este sexenio no será fácil.

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Arturo Rodríguez es un periodista del semanario Proceso, que ha seguido a AMLO desde diciembre del 2017, cuando empezó su precandidatura. Asegura que lo que le preocupa es que el presidente asume que la “mañanera” es un debate, cuando no es así.

¿Consideras entonces que es un ejercicio benéfico para el periodismo en el país?

En términos generales, el balance actual es muy nocivo para el periodismo. Me parece que el presidente considera que se trata de un diálogo genuino, pero lo que en realidad hace es descalificar la opinión de diarios y demás medios; a veces de manera personalizada, a veces genérica.

Actualmente el panorama es gris. Para muchos ya resulta una necesidad imperiosa que el presidente atempere su descalificación a periodistas y a medios. Es algo que no podemos admitir.

Como reporteros, lo que nos interesa de conferencias como las que da él es sacar la nota para nuestro medio: una declaración exclusiva, un ángulo novedoso, una opinión coyuntural. Esa es nuestra única encomienda. De eso depende nuestro trabajo, y creo que eso merece respeto. 

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Bianca Massiel es reportera del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) y considera que la “mañanera” no es un ejercicio de rendición de cuentas genuino, y que existe un fenómeno secundario ligado a él que también le preocupa: la descalificación a la prensa.

Si hicieras un balance de lo que este espacio abona a la transparencia de información gubernamental, ¿qué dirías?

A mí no me parece un ejercicio de rendición de cuentas, porque López Obrador y su equipo presentan los datos a su modo. Creo que la iniciativa de las “mañaneras” pudo haber funcionado muy bien, pero se vició en el camino.

He notado que a ella asisten medios de comunicación “raros”: gente que dice que no trabaja para el gobierno, pero yo tengo mis dudas sobre eso porque son muy cercanos a Morena. Ese tipo de cosas son las que desvirtúan el ejercicio original. La necesidad que tiene AMLO de dominar el discurso oficial no beneficia a nadie.

¿En qué repercute la existencia de estos medios de comunicación “raros”?

En la descalificación a la que eres sometido por cuestionar al presidente. Hay algunos de ellos que nos señalan directamente en sus comentarios y videos que hacen exclusivamente con ese fin. Hasta pienso que debería haber más filtros para el acceso a la conferencia matutina. La gente que sólo va a hacerle la barba al presidente es como porrista y me parece contradictorio, porque AMLO dijo que en su gobierno no habría lambizconerías. Todo esto me parece grave porque en este país los periodistas estamos bajo fuego. Y ahora, bajo fuego oficial.

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Alejandro, alias “el Púas”, quien se identifica como “un personaje de El Deforma”, difiere de algunos de los puntos anteriores. Él, por ejemplo, considera que sí es una ventaja que el ambiente se sienta menos oficial, más desenfadado.

¿Cuál piensas que es el efecto de que ahora los medios de comunicación asuman que el presidente es una persona a la que pueden acceder fácilmente para hacerse de información?

Me parece que es una gran ventaja. Ya no se percibe esa valla que siempre interponían entre el Ejecutivo y la prensa. En teoría, ahora AMLO debería contestar cualquier tipo de pregunta. Creo que a la fecha ya hemos sido testigos de varias muy interesantes.

Pero también creo que ir a la “mañanera” es como asistir a misa. Él siempre habla en términos del bien contra el mal. Siempre hay un discurso en contra de los conservadores, de los fifís. O eres o no eres.

En general, creo que la “mañanera” es buena estrategia. Ha marcado un cambio en la forma de hacer política. Estábamos acostumbrados a los boletines, a los aviones presidenciales, a la publicidad oficial. Y sobre sus famosas frases como la de “Pórtense bien…”, bueno, por lo menos él avisa.

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Alejandra X (reservamos su nombre verdadero, pues la reportera pidió anonimato por temor a represalias en el medio donde trabaja) asiste con regularidad a la “mañanera” y tiene una opinión dividida porque, aunque la mayoría de sus experiencias no son favorables, considera que el ejercicio de cuestionar todos los días al primer mandatario mexicano es beneficioso.

¿En qué casos la conferencia matutina ha sido útil para tu trabajo diario?

Cuando AMLO despeja dudas. Le reconozco que cuando no tiene información sobre lo que le preguntamos, nos pide que lo esperemos al siguiente día para que nos lleve a algún secretario de gobierno que nos explique bien. Soy de la idea que el presidente no tiene a fuerza que saberlo todo, para eso está el equipo que lo apoya.

¿Cuándo no ha sido de tanta ayuda?

Cuando a algunos reporteros les da la palabra y les dice que contestará las preguntas según “su dedito”, haciendo referencia a que no dirá nada. Eso me parece una falta de respeto. Muchos vivimos muy lejos y hacemos el esfuerzo de estar ahí a las 5 de la mañana, puntuales. Sé de colegas que cubren la “mañanera” y salen de trabajar de sus redacciones hasta las 10 u 11 de la noche.

Sobre si existen preguntas sembradas, diría que sí. Le da la palabra a los de siempre y cuando se va y se quedan algunas dudas pendientes, les da turnos para responderles a la mañana siguiente, como en el IMSS. No me parece bien porque todos le estamos gritando y alzando la mano, no solo ellos. Hay medios que le hacen preguntas que le incomodan y casi no les hace caso. También hay cosas que responde diciendo que él es dueño de su silencio y que no va a contestar, ni a generar problemáticas.

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Alberto Rodríguez, de SDP Noticias, considera que si bien la actitud de AMLO podría ser más mesurada, el ejercicio de las “mañaneras” aún no es bien entendido ni explotado por la prensa.

¿Qué piensas que hace falta para que los reporteros aprovechen al máximo ese espacio?

Me parece que muchos medios no valoran como se debe la posibilidad de sacarle grandes declaraciones al presidente todos los días. Eso no había pasado nunca. Es un ejercicio inédito a nivel nacional e internacional. AMLO tiene un estilo muy propio, que no es mi favorito, pero del que se agradece la honestidad. A eso habría que sacarle más jugo.

Yo no percibo ataques a la prensa de forma tan frontal como quieren hacerlo ver. El presidente no ha hecho referencias ni comentarios directos, o personales, a los reporteros. No creo que haya un ambiente tan enrarecido. Sólo me parece que él debería ser mesurado y no abonar a la división.

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Nayeli Meza es reportera de la revista Forbes y asegura que no solo se está desaprovechando el espacio de las “mañaneras”, sino que su dinámica diaria está dividiendo a la gente de su gremio.

¿Por qué dices que a las conferencias matutinas la prensa no las aprovecha como debería?

Porque no desafiamos a la figura de poder que implica AMLO. Más que ser un contrapeso, nos hemos convertido como en sus secretarios. Es muy notorio que se le da la palabra al mismo grupo de periodistas.

A su vez el favoritismo contribuye a que como gremio nos dividamos. En vez de que nos haga apoyarnos, nos divide. Me ha tocado que vamos a hacer cobertura de la conferencia y tenemos que pedir de favor a gente a la que sabemos que sí le dan la palabra para que pregunte algo por nosotros. Pero no todos son igual de solidarios.

Me parece que estamos pasando por una crisis en los medios. Los reporteros tienen miedo por los recortes de personal que últimamente ha habido en varias redacciones y eso nos autocensura. Nuestros lectores no se merecen eso: estar desinformados.

Nos llaman “el hampa del periodismo”, fifís o chairos y no está bien, pero tampoco alzamos la voz. En un grupo de reporteros incluso nos planteamos de la posibilidad de ya no ir a cubrir la “mañanera”, porque claramente ese espacio es de López Obrador y de nadie más.

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La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) publicó hace un par de meses un informe sobre México, en el que asegura que la relación entre AMLO y el gremio periodístico en el país se ha deteriorado, haciendo referencia a las “mañaneras” y al recorte de presupuesto en publicidad oficial a los medios de comunicación.

Es innegable que la conferencia matutina marca agenda todos los días: tanto por lo que López Obrador pone sobre la mesa, como por los contenidos que los periodistas consiguen en preguntas que se salen de la línea editorial gubernamental, pero que trascienden a nivel nacional. Pero el éxito de las “mañaneras” conlleva una responsabilidad de la misma magnitud: lograr que sirvan al propósito de una mayor transparencia y acceso a la información. Quedan cinco años y medio para que eso suceda.

 

 

 

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