En 1995, cuando Boris Yeltsin habรญa gobernado por cuatro aรฑos el paรญs que habรญa surgido de las ruinas de la Uniรณn Soviรฉtica, la prensa moscovita recogiรณ la declaraciรณn de un alto funcionario chino que serรญa un epitafio perfecto para el entonces presidente ruso: โSi deseas que tu mรกs acerbo enemigo viva en el peor de los mundos posibles, pide que le toque vivir en una era de reformas.โ
Vivir en una รฉpoca de cambio fue, en efecto, el gran desafรญo que Boris Yeltsin tuvo que enfrentar. A diferencia de los chinos, inmersos tambiรฉn en esos aรฑos en un profundo proceso de reforma, el presidente ruso no tenรญa otra opciรณn. No habรญa statu quo al que aferrarse, porque el orden del pasado habรญa desaparecido junto con la Uniรณn Soviรฉtica. Su antecesor, Mijaรญl Gorbachov, habรญa intentado una transformaciรณn radical que habรญa derivado en el caos econรณmico y polรญtico. La famosa Perestroika, una reforma por etapas, habรญa destruido algunos de los mecanismos del sistema de planificaciรณn central legado del estalinismo, pero no pudo construir nada nuevo en su lugar. Para empezar porque la economรญa soviรฉtica era como un inmenso reloj mal aceitado cuyos engranajes dependรญan estrechamente unos de los otros: alterar el funcionamiento de cualquiera de las piezas paralizaba todo el sistema. Y para terminar porque Gorbachov eligiรณ empezar la modernizaciรณn econรณmica por la planta industrial en lugar de optar, como los chinos, por el campo.
Para 1991, cuando Gorbachov se quedรณ sin paรญs que gobernar y Yeltsin asumiรณ el poder en la Federaciรณn Rusa, el caos econรณmico del paรญs era abismal. La Perestroika habรญa convertido la economรญa de la escasez soviรฉtica en la economรญa del desabastecimiento. Muchas empresas habรญan recurrido al trueque para obtener insumos, la productividad habรญa caรญdo en picada y el nuevo gobierno encontrรณ las arcas prรกcticamente vacรญas. Basta citar algunas cifras de 1992 โy compararlas con las actualesโ, para tener al menos un atisbo del estado econรณmico del paรญs que Yeltsin prometiรณ modernizar en unos cuantos aรฑos. En 1992, el PNB ruso era de menos de noventa mil millones de dรณlares, y en 2006 estaba cerca de un billรณn de dรณlares. En el mismo perรญodo, las reservas pasaron de apenas sesenta millones de dรณlares a trescientos mil millones.
En el รกmbito polรญtico, los problemas no eran menores: la devoluciรณn de poder a las regiones, una consecuencia natural del caos, amenazaba ahora con desmembrar a Rusia; los partidos liberales y reformistas que apoyaban a Yeltsin eran aรบn dรฉbiles, y la nomenklatura soviรฉtica โla vieja burocraciaโ habรญa conservado intacto su poder. El nuevo gobierno tenรญa que partir de cero para sentar los cimientos de una democracia plena.
Los desafรญos que representaba la Rusia de principios de los noventa habrรญan sido un reto dificilรญsimo incluso para un gobernante preparado, inteligente, carismรกtico, audaz, y con un clarรญsimo proyecto de paรญs. Resultaron un reto imposible para Boris Yeltsin, que tenรญa en su arsenal tan sรณlo dos de esas virtudes: carisma y valentรญa. A pesar de la buena voluntad de los liberales que encabezaron la reforma, รฉsta se convirtiรณ en un proceso desordenado e incompleto: Yeltsin nunca colocรณ los cimientos de una modernizaciรณn eficaz.
Para 1998, las empresas estatales habรญan sido subastadas a precios irrisorios, lo que dio lugar al surgimiento de un pequeรฑo grupo de empresarios riquรญsimos, corruptos y con enorme poder polรญtico. No existรญa en Rusia siquiera un sistema bancario moderno ni un cuerpo legal que enmarcara el funcionamiento econรณmico, ni tampoco una comunicaciรณn fluida que armonizara el trabajo de los distintos ministerios y oficinas de gobierno. La culminaciรณn natural de ese cambio a tropezones fue la crisis financiera de agosto. Sus efectos podrรญan compararse con los de la Depresiรณn de finales de los veinte en Estados Unidos. La producciรณn industrial bajรณ aceleradamente: tan sรณlo en septiembre, disminuyรณ un 14.5 por ciento; la agrรญcola cayรณ en picada โla cosecha de granos de ese aรฑo fue la peor en medio sigloโ; los bancos dejaron de funcionar como tales y el valor del rublo se desplomรณ. La carestรญa sentรณ sus reales: en agosto Rusia importaba 48 por ciento de los productos que consumรญa. Para septiembre, las importaciones habรญan descendido casi un veinte por ciento. Los anaqueles de las tiendas moscovitas ofrecรญan tan sรณlo dos productos en abundancia: vodka y caviar.
A los errores econรณmicos, se sumaron los polรญticos. Yeltsin estableciรณ un rรฉgimen centrado en su persona: se distanciรณ de los partidos reformistas, que cargaban el peso del fracaso de la reforma econรณmica, debilitรกndolos definitivamente. รl, que habรญa propiciado la desapariciรณn de la URSS para deshacerse de Gorbachov, recurriรณ a la violencia para evitar la fragmentaciรณn de Rusia. En 1994, emprendiรณ una guerra sangrienta contra el movimiento separatista checheno, que se prolongรณ hasta el final de su segundo perรญodo de gobierno en el aรฑo 2000. Tolerรณ una corrupciรณn tan extendida que los rusos decรญan en broma que el Manual del empresario en su paรญs era el Cรณdigo Penal, y acabรณ apoyรกndose en los โbarones rojosโ, que se habรญan enriquecido gracias a sus polรญticas, para ganar la elecciรณn presidencial de 1996. Estuvo a punto de perderla a manos del candidato del Partido Comunista, que arrastrรณ a un alto porcentaje de votantes. Su รบnica promesa debe haber tenido un especial atractivo a mediados de los noventa: proponรญa volver al pasado.
Sin embargo, Boris Yeltsin tenรญa todavรญa un mรฉrito indudable en su haber polรญtico. Contra viento y marea, respetรณ y defendiรณ siempre las libertades democrรกticas en Rusia. Durante la dรฉcada que gobernรณ al paรญs florecieron periรณdicos, revistas, estaciones de radio y televisoras, donde privaba una libertad de expresiรณn sin cortapisas. Partidos, organizaciones y lรญderes tuvieron la misma libertad de maniobra para proponer programas y hacer campaรฑas. En una รบltima paradoja, destruyรณ la cara mรกs luminosa de su herencia polรญtica: la libertad. Eligiรณ a un sucesor que reestableciรณ el orden en el paรญs a costa de la democracia: Vladรญmir Putin. ~
Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.