Las trompadas de Hillary a Trump en su primer mano a mano

Lo que hay que averiguar a estas alturas de la contienda es si con el debate alguno de los candidatos logró captar la atención de los votantes que no le apoyaban.
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Durante los doce debates en los que participaron los aspirantes a la candidatura del partido republicano a la presidencia Donald Trump zarandeó a placer a los diez hombres que competían contra él. En el debate presidencial de este lunes, una mujer, Hillary Clinton lo pulverizó.

Todos sabíamos, y ese todos incluye a Trump, que Hillary sabe cómo conducirse en un debate, que es un formidable adversario y que, como bien dijo el presidente Barack Obama, “Nunca ha habido un hombre o una mujer mejor calificada para la presidencia que Hillary Clinton”. Nos faltaba ver cómo en noventa minutos desnudaría a base de datos duros, las fantasías de su errático, bravucón, incoherente, mentiroso, marrullero, temperamental e ignorante competidor.

Durante todo el debate Trump repitió las rutinas que tanto le redituaron contra los diez enanitos: oraciones exaltadas, incoherentes y vagas sobre como engrandecer al país, interrupciones groseras, faltas de respeto al moderador, mentiras flagrantes al describir hechos reales, balbucear soluciones simplonas a problemas complejos, así como inauditos desplantes de cinismo y egolatría. Cuando hábilmente Clinton preguntó retóricamente qué razones tendría Trump para no mostrar sus declaraciones de impuestos como tradicionalmente lo han hecho todos los candidatos a la presidencia, quedó claro que la razón principal bien podría ser que Trump no ha pagado impuestos federales. Y para reforzar su hipótesis Hillary nos recordó que las veces que Trump se vio obligado por ley a revelar su declaración de impuestos se descubrió que no había pagado un centavo. ¿Y cuál fue la reacción de Trump? Si no pago impuestos “es por que soy muy inteligente”. ¿Puede un aspirante serio a la presidencia presumir porque sus abogados esquivan su obligación de pagar impuestos? 

En otro momento del debate Trump tuvo el descaro de decir que su mayor virtud era su temperamento. ¿Lo puede creer usted? Luego, para justificar su frecuente uso de la bancarrota para salir de deudas, el multimillonario corredor de bienes raíces presumió de saber manipular las leyes para su beneficio. Y como si con esto no bastara, el bribón anunció que de ganar la presidencia propondría una súper rebaja de impuestos a los súper-ricos como él.

Trump dice que el problema de Estados Unidos es que todo el mundo abusa de él: qué México le comió el mandado en comercio; que China no solo le roba trabajos a EUA sino que inventó el mito del calentamiento global para detener a la industria norteamericana; que los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte son unas sanguijuelas que no pagan sus cuotas y que además, la Organización no combate el terrorismo. ¿Pero en qué mundo raro vive este hombre?  

Clinton dijo que quiere multiplicar la inversión en la necesitada reconstrucción de la infraestructura del país y que además crearía empleos bien remunerados. También invertiría en proyectos de energía renovable y en programas para incentivar a los pequeños negocios. Se pronunció por un aumento al salario mínimo, paridad en el sueldo a mujeres y hombres, y un reparto de utilidades que beneficie a los empleados y no solamente a los altos ejecutivos.

En el tema de la agenda de política exterior no hubo ni un ápice de competencia entre los contendientes. Hillary sabe de lo que está hablando, Trump no tiene idea. Lo mismo se podría decir sobre el manejo del tema de la Justicia. Para Trump todo se reduce a la implantación de la ley y el orden; Clinton sabe que el problema es infinitamente más complicado que eso, entiende que hay un desencuentro entre  la policía y las comunidades minoritarias y por eso propone programas específicos de acercamiento. 

En fin, Clinton mostró durante todo el debate su conocimiento de los temas que afectan al país, y apenas saliendo de una pulmonía impresionó por su energía durante el debate (No en balde durante sus cuatro años como Secretaria de Estado visitó 112 países recorriendo distancias equivalentes a darle la vuelta al mundo más de 38 veces). Y mientras Hillary le deba un repaso, Trump no paraba de olfatear como un enorme fauno y de tomar agua durante todo el debate. Qué contraste con la serenidad y sobriedad de Clinton. Lo fundamental, sin embargo, es que Clinton recalcó su experiencia política habiendo sido primera dama, senadora y Secretaria de Estado y volvió a demostrar su capacidad para encabezar el Ejecutivo.

¿Hubo un ganador claro del debate? Sí, según la opinión de la inmensa mayoría de los periódicos serios de Estados Unidos y del resto del mundo la ganadora indiscutible fue Hillary pero esto no lo sabremos con certeza hasta que sepamos el resultado de la elección en noviembre. Por otro lado es obvio que el debate no cambió la opinión de las respectivas bases de votantes. Lo que hay que averiguar a estas alturas de la contienda es si con el debate alguno de los candidatos logró captar la atención de los votantes que no le apoyaban.

El Wall Street Journal del martes 27 de septiembre reportó en su primera plana que a juicio de algunos estrategas del Partido Republicano Trump no logró convencer a las mujeres que viven en los suburbios que voten  por él. Otro dato relevante es que de 27 enojados e indecisos votantes que el consultor republicano Frank Luntz reunió a para ver juntos el debate, 16 opinaron que Clinton ganó y Trump se hundió, y 6 se pronunciaron por Trump. Lo importante aquí es que de los 27 indecisos, seis se inclinaban por Clinton y seis por Trump, de modo que Clinton bien pudo haber ganado 10 nuevos votantes que antes del debate se mostraban indecisos. Ya veremos que sucede en noviembre, pero por lo pronto, Hillary sigue adelante y Trump retrocede.

 

 

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Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.


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