La peor época para ser un ciudadano con “necesidades administrativas” es el último tramo de las campañas presidenciales, cuando las encuestas apuntan no solo a que el ganador significará un cambio de partido, sino un cambio en la manera de llevar la administración pública. Me explico.
Desde hace varias semanas hay cierto impasse en varias dependencias del gobierno federal y varias más de los gobiernos locales. “No va a transitar su trámite. No se mueve nada, porque nadie sabe lo que va a pasar”, me dijo con voz de pitonisa oficinil la señorita (“Licenciada”, me corrigió en un par de ocasiones) que daba seguimiento a una verificación administrativa que desde hace meses solicité.
Después de charlar con varios funcionarios de distintos niveles sobre la situación que se vivía en su secretaría de Estado, delegación u órgano descentralizado, hubo dos causas que explicaban el limbo en que parecen estar los trabajos de las instituciones:
- Las cosas no se mueven porque los que tomaban las decisiones ya no están en sus puestos (“están haciendo campaña” o “viendo qué puesto agarran para el siguiente sexenio”), y si esa cabeza ejecutiva no dejó nombrado claramente a su sucesor, los grupúsculos que estaban debajo de él se están peleando ahora mismo los espacios de poder que quedaron libres; son justo esas guerras intestinas las que entorpecen procesos y servicios. Esto es: Cuando hay guerra de charales (y si todavía queda un poco de presupuesto), todos quieren caer de pie. El ciudadano, ¿qué?
- Las cosas no se mueven porque no tienen claro qué esperar si gana López Obrador. No saben si aun haciendo las cosas conforme a las reglas y a la ley, sus actos podrían interpretarse a posteriori como un guiño hacia la “mafia del poder”.
Me parece que ambas razones pintan un cuadro muy preocupante de la solidez de nuestras instituciones. El Estado mexicano está sostenido no por las personas que tienen el poder y ocupan puestos claves en la toma de decisiones, sino ¡por sus instituciones! Las instituciones no pueden darse el lujo de tener ataques de pánico y dudar entre hacer o no hacer. No son carreras políticas las que defienden ni por las que trabajan. Pero solo en la medida en que entendamos esto podremos efectivamente blindar nuestras instituciones para que estas funcionen dentro de maneras legales y legítimas, sin importar quien gobierne.
Pd. La veda electoral, por cierto, no es excusa para que dejemos de enterarnos de lo que hacen las dependencias de gobierno. Durante este periodo no pueden publicitar sus acciones, pero su obligación para mantenernos informados es perenne.
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.