Son casi las seis. Me acabo de levantar. Todavรญa estoy en terreno Morfeo. Suena el telรฉfono: una amiga dice que Juan Guaidรณ ha colgado un tuit bomba. La noticia es que el presidente interino estรก en la base aรฉrea de La Carlota con Leopoldo Lรณpez y rodeado de militares. Hipรณtesis: le hackearon la cuenta a Guaidรณ. No es una fake news. Vivo justo al frente del enclave militar. Desde mi casa la vista es privilegiada. Panorรกmica. Confirmado: se observa un discreto movimiento en el distribuidor Altamira. Camionetas blindadas. Gente que va llegando poco a poco. Apenas estรก amaneciendo. Hay gran expectativa. A medida que transcurre la maรฑana, la aglomeraciรณn es mayor. Un hombre se desplaza en silla de ruedas. Va a millรณn. Solo. Es lo que yo llamo un leucocito de la democracia. Hay millones en Venezuela. Defienden la libertad a capa y espada. Me quedo un buen rato fisgoneando desde mi balcรณn. Voy a la cocina. Preparo cafรฉ. De pronto: rรกfagas de ametralladora. ยกTa-ta-ta-ta-ta! Vuelo al balcรณn. Mi curiosidad periodรญstica puede mรกs que mi instinto de sobrevivencia. Plomo. Bombas lacrimรณgenas. Todo es muy confuso. Mรกs tarde me enterarรฉ de que quienes accionaban las armas eran miembros de la policรญa polรญtica de Maduro: el SEBIN. Y no para defender al rรฉgimen, sino para atacar a sus fuerzas leales.
Decido bajar a la calle. Hay miles de manifestantes. Con banderas. Con pitos. Acatan el llamado que ha formulado Guaidรณ: todos a la base aรฉrea. El dรญa se hace muy largo. Miles de rumores. Maduro no aparece por ningรบn lado. Apenas escribe un tuit. Dice que tiene nervios de acero. Habla, por fin, a las nueve de la noche. Asegura que la situaciรณn estรก controlada. Pero antes de eso, el jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo, ha soltado una declaraciรณn muy llamativa: sostiene que Maduro estaba listo para dejar el poder e irse a Cuba y advierte que los rusos lo persuadieron de que se quedara. Y otro comentario explosivo: John Bolton, el asesor de seguridad de la Casa Blanca, prรกcticamente seรฑala que el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino Lรณpez, el jefe de la Guardia Presidencial y director general de Contrainteligencia, general Ivรกn Hernรกndez Dala, y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, habรญan acordado con la oposiciรณn que Maduro debรญa abandonar el poder. La semana pasada, en una reuniรณn a la que asistรญ en la que participaron periodistas que manejan informaciรณn privilegiada, se comentรณ que Padrino Lรณpez habrรญa sostenido un encuentro con los gringos. Este dato coincide con lo seรฑalado por Bolton. Analizar todo este entramado es lo medular para entender lo que ocurriรณ el 30 de abril. Y lo que podrรญa venir.
Una lectura superficial de los hechos ocurridos el martes podrรญa sugerir que el round lo ganรณ Maduro. El round, pero no la pelea. Vamos por partes. Primero: Pompeo. De ser cierto que Maduro estaba listo para irse, eso lo que significa es que su poder es muy endeble. Tiene un pie en el Gobierno y otro en el exilio. Un presidente (de facto o legรญtimo) que cuente con el aval irrestricto de las fuerzas armadas no piensa en huir ante una escaramuza o, incluso, ante un alzamiento militar de envergadura. Ahรญ estรก el caso de Carlos Andrรฉs Pรฉrez: cuando Hugo Chรกvez liderรณ el intento de golpe de Estado en su contra, el 4 de febrero de 1992, Pรฉrez estaba llegando de Davos. Era medianoche. Se dirigiรณ a la residencia presidencial (La Casona) y, al ser informado del levantamiento, se fue directo al Palacio de Miraflores, el sรญmbolo del poder. Las tanquetas entraron. Hubo pรณlvora. FAL. Armas de guerra. De verdad. Pรฉrez, astutamente, se fue a la televisiรณn y, desde allรญ, se dirigiรณ a los militares y al pueblo. Al final, la asonada fue sofocada.
Luego, en el segundo intento de golpe que ocurriรณ ese mismo aรฑo, el del 27 de noviembre, en el que participรณ de manera muy activa la Fuerza Aรฉrea y los aviones sobrevolaban Caracas como si estuviรฉramos en la Segunda Guerra Mundial (me tocรณ cubrir el alzamiento para El Diario de Caracas), Pรฉrez tambiรฉn permaneciรณ al mando. Nadie hablรณ de asilo. Ni de huida. Rรณmulo Betancourt, fundador del partido Acciรณn Democrรกtica, la misma agrupaciรณn polรญtica a la que pertenecรญa Pรฉrez, sufriรณ un atentado el 24 de junio de 1960 en el desfile con motivo del Dรญa del Ejรฉrcito. El jefe de su casa militar, Ramรณn Armas Pรฉrez, muriรณ en el atentado. Fue un carro-bomba. Detrรกs estaba la mano del dictador โChapitaโ Trujillo. Y Betancourt, con las manos vendadas (sufriรณ fuertes quemaduras), ipso facto se fue a Miraflores a tomar el timรณn. Betancourt era un hombre curtido en las luchas polรญticas: se enfrentรณ al dictador Juan Vicente Gรณmez, participรณ en el alzamiento contra el general Isaรญas Medina Angarita (1945) y se enfrentรณ al dictador Marcos Pรฉrez Jimรฉnez. Maduro no apareciรณ en todo el dรญa (pese a que el chavismo convocรณ al pueblo al palacio presidencial), lo que pareciera un indicador de que, cuarteles adentro, habรญa una mediciรณn de fuerzas y las cosas no estaban nada claras: ni en favor de Maduro ni en favor de Guaidรณ.
Vamos por partes. Segundo: Bolton. Hagรกmonos solo una pregunta: ยฟPuede Maduro sentir absoluta confianza en su ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, en el jefe de la Guardia presidencial, Ivรกn Hernรกndez Dala, y en el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno? El principal adversario de Maduro en este momento es su paranoia. Una paranoia que tiene fundamentos. El director del SEBIN (policรญa polรญtica, como dije antes) se le volteรณ. Es el general de divisiรณn Manuel Ricardo Cristopher Figuera. El que tiene la tarea de vigilar a tus enemigos se cuadra con ellos. ยฟEn quiรฉn confรญa Maduro? Al parecer, fue el รบnico que cumpliรณ con el pacto, si acaso lo hubo. Y por eso es que logran liberar a Leopoldo Lรณpez, en arresto domiciliario desde hace dos aรฑos y quien se hallaba bajo la custodia del SEBIN. Pero no es cualquier preso polรญtico: es la joya de la corona. A esto hay que sumar que el general (retirado) Hugo Carvajal, llamado โEl Polloโ, tambiรฉn se le volteรณ a Maduro. Carvajal es una ficha clave porque fue jefe de inteligencia del chavismo durante mรกs de una dรฉcada. La DEA lo cataloga como narco. Ahora estรก en Espaรฑa, adonde acudiรณ voluntariamente (tal vez para que no lo liquidaran en Venezuela) y sabiendo que entre Espaรฑa y Estados Unidos existe tratado de extradiciรณn. Todos estos elementos lo que insinรบan es que progresivamente estรกn ocurriendo hechos que pudieran derivar en lo que el politรณlogo John Magdaleno denomina la fractura de la coaliciรณn dominante y el allanamiento del camino para una eventual transiciรณn.
Es indudable que en el seno de las fuerzas armadas de Venezuela anida un gran descontento. La mayor prueba es que hay 152 militares detenidos. Parte de esos militares ocupaban puestos clave por decisiรณn del propio rรฉgimen. El caso del coronel Jhony Mejรญas Laya, quien se desempeรฑaba como comandante del Batallรณn Ayala, uno de los de mayor poder de fuego de Caracas (junto con el Batallรณn Bolรญvar), es emblemรกtico. Se supone que, para manejar una divisiรณn que resulta tan importante a la hora de una conflagraciรณn, el oficial que estรฉ a cargo de ella deberรญa ser un incondicional. Un duro. Error de cรกlculo. Fallas en el casting: : Mejรญas Laya se le volteรณ a Maduro. Fue hecho preso a principios de aรฑo. Por eso digo: el principal enemigo de Maduro es su paranoia. Duerme con sus adversarios. Sabe que no puede confiar en nadie. Y, a la vez, necesita a los militares que, por ahora, sostienen el tinglado revolucionario, pero que, en cualquier momento, pueden cambiar de opiniรณn porque todo depende del equilibrio de fuerzas que se vaya conformando y de los factores geopolรญticos que estรกn en juego en este complicado ajedrez en que se ha convertido Venezuela, en el que dos peso pesados, Estados Unidos y Rusia, ejercen un rol determinante.
Asรญ que โinsistoโ si creemos que la historia se reduce a lo que ocurre en un solo dรญa, podrรญamos caer en la tentaciรณn de dar a Maduro (y al rรฉgimen) como ganador. Pero si nos percatamos de que la historia la conforman una cadena de acontecimientos, la conclusiรณn es otra.
ยฟQuรฉ pasarรก por la cabeza de Maduro? Maduro lleva plomo en el ala. Pende de un hilo. Su poder estรก cosido con alfileres. No deberรญa hacer esta comparaciรณn, porque no debe uno comparar a los poetas con los dictadores. Pero, en mis cavilaciones, he recordado los Diarios del escritor hรบngaro Sรกndor Marai. El novelista compartiรณ 62 aรฑos con su esposa. Era del tipo de hombre que se desmorona cuando su pareja se va al otro mundo. Escribiรณ esos apuntes entre 1984 y 1989. Su esposa hace tiempo que ha muerto cuando Marai produce su รบltima nota: estรก fechada el 15 de enero de 1989. Dice: โEstoy esperando el llamamiento a filasโ. Marai se suicidรณ en febrero de ese aรฑo. Sabรญa que estaba sentenciado. Sentenciado por su propio abatimiento. No digo que vaya a pasar lo mismo con Maduro, que se dรฉ un tiro en la cabeza. Lo que digo es que, en su fuero interno, Maduro estรก consciente de que su vida polรญtica puede adquirir el estatus de una carta de defunciรณn de un momento a otro. Que puede ser llamado a filas.
Sรญ, Maduro todavรญa cuenta con municiones. Y su gran fortaleza es su falta de escrรบpulos. La sangre no le incomoda. La represiรณn de la concentraciรณn del 1 de mayo fue brutal. Muertos y heridos. Y Maduro sigue en el poder. La gran pregunta es por cuรกnto tiempo.
(Caracas, 1963) Analista polรญtica. Periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV).