Metrobús Reforma, una línea incompleta

En el proyecto de la Línea 7 del Metrobús lo que tenemos es una iniciativa en la que los intereses de los usuarios quedan relegados a los de una administración incapaz de concebir a las obras urbanas como otra cosa que negocios o fichas electorales.
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Desde su inauguración en 2005, el Metrobús –el sistema de autobús de tránsito rápido de la Ciudad de México– se ha vuelto parte importante de la movilidad urbana. Aunque la Línea 1, esa columna vertebral que recorre Insurgentes, se encuentre ya deteriorada y su uso implique el inevitable agolpamiento de los cuerpos, lo cierto es que desde su llegada significó una solución para ordenar la avenida y una respuesta eficaz de transporte público. En 12 años hemos visto los autobuses rojos del Metrobús multiplicarse por la ciudad en sus carriles exclusivos: al día de hoy se cuentan 6 líneas con 208 estaciones de plataformas elevadas. Y se prevé que las cifras aumenten.

La última ruta en anunciarse es la Línea 7, que busca extenderse 30 kilómetros, desde Indios Verdes hasta Santa Fe. Las líneas de Metrobús no han estado exentas de polémica, pero la Línea 7 más que cualquiera de las otras seis: ambientalistas de la Academia Mexicana de Derecho Ambiental interpusieron un amparo contra la obra alegando daños patrimoniales y al medio ambiente. La única obra de transporte público reciente luego de la fallida línea 12 del metro, permaneció 18 días suspendida.  En esta ciudad caótica que castiga a sus habitantes con trayectos de más de una hora diaria en promedio, estar en contra de una nueva línea de transporte masivo podría equivaler a un acto de crueldad, sin embargo, esta última ruta del Metrobús reúne todas las características de una obra incompleta. El proyecto se presenta como “un nuevo concepto de Metrobús”: será la primera en tener autobuses de doble piso (habrá 90 en total) que sustituirán a 180 autobuses obsoletos que circulan diariamente sobre Reforma. También será la primera en dividirse en dos tramos: uno desde Indios Verdes hasta la Fuente de Petróleos, y otro que desde este punto tomará camino a Santa Fe. Solo los primeros quince kilómetros se harán en los novedosos autobuses de dos niveles, el resto del trayecto se realizará en autobuses compactos; cabe señalar también que en esta línea el carril confinado correrá únicamente de Indios Verdes a Lieja. Los autobuses de dos pisos, incompatibles con el resto de las unidades de transporte de Metrobús y cuya capacidad de pasajeros podría igualarse, por ejemplo, con las unidades bi articuladas que actualmente circulan por la ciudad,  lejos de aportar  agilidad a la red de transporte (basta imaginar un descenso del segundo piso cuando el  vehículo se encuentre lleno a tope), funcionan más bien en torno al branding urbano – innecesario pero tan socorrido por la actual administración— que entiende a Reforma como un corredor turístico y no como una avenida concurrida que requiere un enfoque pragmático. No es el primer intento de introducir en la ciudad elementos urbanos característicos de otras ciudades, por ejemplo Londres: Mancera ya había visto frustrado el proyecto para levantar una rueda de la fortuna a semejanza del London Eye en Chapultepec. Junto a las letras de la ciudad marca, CDMX, una foto del Metrobús de dos pisos se antoja como postal turística.

Por otro lado, contrario a lo que ha sucedido en otras avenidas, donde el Metrobús sustituye a las combis, peseras y camiones, cuatro líneas de camiones seguirán circulando sobre Reforma, aún luego de la apertura de la Línea 7. Estos microbuses, con destino al Estado de México, permanecerán en la avenida comprometiendo la eficacia del Metrobús (paradas de uno u otro sistema en el mismo carril, incorporación al mismo, vueltas a la derecha de automóviles, etc.) y dejan ver que la intención por mejorar el transporte público en la zona es incompleta.

El portal de  la Secretaría de Obras del gobierno del Distrito Federal asegura que con el proyecto de la línea 7 del Metrobús se devolverá el esplendor a la parte norte de Reforma y a la Calzada de los Misterios pues el proyecto contempla remozar la zona y restaurar los templos religiosos de la ruta. Este esplendor no viene solo, pues es en esta calzada es donde se han talado más árboles. Aunque no hay una cifra oficial de árboles derribados a la fecha, para esta obra la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México autorizó la tala de 618 ejemplares que, asegura, serán repuestos. Este hecho no deja de ser alarmante, sobre todo si consideramos que esta gestión ha mostrado un desdén particular hacia la conservación, talando indiscriminadamente con pretexto de sus obras. A la fecha se desconoce cuándo y en dónde serán repuestos los árboles talados, pero hasta octubre del año pasado se calculan 10,144 árboles derribados por la actual administración a causa de obras públicas y privadas.

En materia de imagen urbana, el sitio de Transparencia Focalizada de la línea 7 indica que la obra significa una intervención mínima; es decir, que no afecta “esculturas, glorietas ni camellones” pues solo se colocarán “parabuses ligeros y  transparentes”. Sin embargo, recientemente se anunció que el contrato para explotación publicitaria en el corredor Reforma, un permiso administrativo temporal revocable (PATR) por 10 años,  ha sido ya asignado y la empresa ganadora de este contrato podrá exhibir un total de 989 anuncios publicitarios en estaciones y terminales de esta línea que recorre una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad. Si Reforma es una oportunidad para ampliar la movilidad citadina, es también un lucrativo negocio publicitario con ganancias aproximadas de 114 millones y medio de pesos para una empresa particular que inundará con casi un millar de anuncios esta vía que, supuestamente, sufriría una intervención mínima.

En días recientes, los medios reportan trabajos a marchas forzadas para terminar la línea a tiempo luego de la suspensión de la obra. Esta prisa por terminar no obedece a la eficiencia o al compromiso de una administración con los ciudadanos para entregar en tiempo y forma; el apuro por inaugurar la línea 7 en septiembre responde mas bien a intereses propagandísticos: esta obra será promovida como el legado más importante de la administración de Miguel Ángel Mancera. Con una gestión cargada de proyectos polémicos, incluso cancelados dada su escasa pertinencia, la Línea 7 del Metrobús será una de las pocas obras a favor del transporte público de una administración que, lejos de mejorar  las condiciones de movilidad, ha invertido miles de millones en infraestructura para el automóvil.

Las observaciones seguirán acumulándose, pues lo que tenemos es una iniciativa en la que los intereses de los usuarios quedan relegados a los de una administración incapaz de concebir a las obras urbanas como otra cosa que negocios o fichas electorales. La Línea 7 es una obra necesaria, pero debería replantearse. Considerando los tiempos políticos y los sueños presidenciales del Jefe de Gobierno, esta posibilidad luce remota.

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Maestra en historiografía e historiadora de la arquitectura.


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