Mujeres y política(s) en México: conversación con Ivabelle Arroyo y Amneris Chaparro

La politóloga Ivabelle Arroyo y la directora del Centro de Investigaciones de Género (UNAM) Amneris Chaparro coinciden en que los temas claves de los debates políticos y sociales, dentro y fuera del feminismo, se centran más en el cuerpo de las mujeres (maternidad, sexualidad, identidad de género, microviolencias, feminicidios, acoso y abuso sexual) que en el abordaje de las causas estructurales de la desigualdad de género, las cuales requieren políticas consistentes a mediano y a largo plazo.
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El conservadurismo en torno a la sexualidad y los roles de género tiene un sorprendente auge dentro de las democracias liberales. Mientras esto ocurre, las feministas nos dividimos en torno a temas como el de las mujeres trans. 

Amneris Chaparro: Creo que ser mujer no se inscribe solamente en el cuerpo, un tipo de experiencia o ciertos signos biológicos. Las diferencias dentro de los feminismos responden a una pregunta sin respuesta unívoca: qué es una mujer. Ahora bien, existe una necesidad histórica de reconocer a sujetos invisibilizados y minimizados, puestos en el lugar de la otredad, de lo diferente visto como inferior, como son las mujeres trans, que están vinculadas con lo femenino. La tensión siempre tiene que ver con las mujeres porque, curiosamente, nadie tiene ningún problema con los hombres trans, no son parte del discurso público. ¿Qué hacemos con las trans que llegan al feminismo profundamente heridas, víctimas de la violencia que se marca en sus cuerpos vistos como feminizados? No son mujeres en el sentido biológico sino por la construcción cultural del género, de lo que socialmente se considera aceptable por el hecho de tener un cuerpo de un sexo determinado. Las posturas feministas que las excluyen, que rozan la transfobia, convierten la biología en lo único determinante a la hora de ser mujer. Se necesita la apertura de mente, la humildad, la escucha, el crear espacios de diálogo y de verdadera liberación. A veces es válido cambiar de opinión y recordar que ser una feminista que excluye de algún modo a las trans puede atentar contra los derechos humanos. 

Ivabelle Arrollo: Vivimos una crisis social de identidades: qué es ser mujer u hombre. Hay una necesidad social de construir identidades estables, ordenadas, que chocan con la actual diversificación de las maneras de ser de los ciudadanos. La masculinidad hegemónica está ganando: se ponderan el orden, la claridad, la firmeza, la eficacia, la resolución, como lo hacen figuras al estilo de Trump, Putin o Bukele. Ante esto: ¿cuáles son los temas que tiene que defender el feminismo hoy en nuestro país y en el mundo? O sea, ¿todavía se trata del cuerpo, todavía se trata de los derechos políticos? ¿Todavía se trata de la equidad entre todos los ciudadanos de una sociedad, o ya estamos hablando de otra cosa? ¿Estamos hablando de derechos humanos para todos y todas o nos concentramos en las discusiones internas del feminismo? En pleno auge de las derechas iliberales no solo enfrentamos divisiones por el tema de la superación de la biología como fundamento de los roles sociales; también se reivindica un tipo de feminidad tradicional, mujeres que cuestionan el “feminismo radical”, y aseguran que las mujeres encuentran el poder, su realización y su mayor potencial en las labores domésticas, en el hogar, en las emociones y en la maternidad. En esta orientación existen académicas como la alemana Gabriela Kuby, de valores católicos, convertida en la biblia del conservadurismo. Por su parte, en el mundo académico estadounidense, Christine Hoff Sommers adhiere a un feminismo que le dé una voz incluso a las mujeres más conservadoras.. 

Hablando de darle voz a todas, abordemos el trabajo sexual. 

Amneris Chaparro: La postura abolicionista busca erradicar el trabajo sexual, partiendo de que hay una clara relación de poder en el hecho de que la mayoría de las personas que se dedican al trabajo sexual son mujeres y la mayoría de las personas que lo consumen son varones; la regulacionista busca su legalización, con derechos y seguridad social garantizada, y pone en primer plano la voz de las mujeres que deciden dedicarse a trabajo sexual, a diferencia de la trata de personas, una forma de esclavitud. En todo caso, ¿hacia dónde tendrían que avanzar las sociedades? No solo con respecto a las trabajadoras sexuales, sino con respecto a lo que significan las mujeres. ¿Cómo se deben comportar? ¿La postura abolicionista implica regular el comportamiento de las mujeres a partir de que el sexo no deben tener un precio? ¿Estamos frente a un paternalismo? En Ciudad de México se tomó una decisión al respecto: se legalizó el trabajo sexual como un oficio, lo que evita que quienes se dedican sean perseguidas por cualquier persona o por la policía.

Ivabelle Arroyo: ¿Y el goce sexual? No se está considerando que la mujer puede tener pleno goce de su cuerpo y además obtener recursos. Lo que hay que impedir es la violencia y las redes de trata, como las que existen en México. 

Seguimos con el cuerpo: la maternidad subrogada. 

Amneris Chaparro: Cuando se habla de subrogación se deja de lado la palabra “maternidad”, incluso se habla de vientres de alquiler: los cuerpos de las mujeres son vistos como objetos. Quienes se oponen afirman que se trata de una explotación de los cuerpos de las mujeres, de mujeres racializadas y de clase baja, pero las cifras varían de país en país. Las ucranianas fueron muy solicitadas por su fenotipo. En todo caso: ¿qué es lo que se está rentando? ¿Qué es lo que se está subrogando? ¿Es venta de bebés? Tenemos estas tensiones conceptuales y también tensiones políticas de raza y clase. En México algunos estados permiten que las parejas contraten los servicios de una mujer dispuesta a someterse a tratamientos de fertilización, sea con sus propios óvulos o no, pero ciertamente hay un limbo legal. Se realiza un pago durante el período del embarazo y al final también, ahí depende mucho del país, si las personas tienen que adoptar a la criatura que nace puede ser complicado. Viendo este asunto desde mi perspectiva feminista, me parece significativo pensar que dar a luz a una criatura no significa un acto de maternidad en sí mismo. La maternidad es una práctica social, no simplemente biológica. Hay formas de maternar que no pasan por el cuerpo, las mujeres maternamos a personas que no hemos dado a luz, a veces incluso a los maridos.

Ivabelle Arrollo: Es importante distinguir entre el derecho al propio cuerpo y la industria de la maternidad subrogada. Yo equiparo esta situación con la regulación laboral. Hay gente que se explota a sí misma trabajando más de 12 horas al día, aunque hay una legislación que limita la jornada laboral. Como individuo, puedes trabajar si quieres 20 horas al día. Lo inaceptable es que una industria no te permita ir al baño ni ir a comer. Lo mismo sucede en este caso. Son decisiones individuales que deben ser protegidas mínimamente. Una legislación con un piso básico para proteger derechos individuales e impedir abusos de una industria es importante, en lugar de establecer una prohibición que, con certeza, va a generar un mercado negro. 

¿Los temas del cuerpo obtienen una mayor atención en comparación con las estructuras sociales que generan desigualdad como la pobreza? Me refiero a la violencia física, sexual y psicológica, desde los micromachismos y el “mansplaining”, pasando por el acoso y el abuso sexual, hasta llegar al feminicidio. 

Ivabelle Arroyo: Concuerdo completamente. Aunque los temas que nombras son una manifestación de las estructuras sociales, a veces no permiten detenerse en ellas. Cuando hablamos de micromachismos podemos atorarnos en discusiones lingüísticas, pero lo que se detecta en la vida cotidiana es que las mujeres son más vulnerables y, de hecho, hay una violencia que les quita la vida en nuestro país y en el mundo. Cuando hablamos de feminicidios hablamos de una categoría penal específica, conquista de organizaciones feministas, que buscaba inhibir a los potenciales victimarios. Sin embargo, Roxana Gutiérrez publicó un estudio sobre el impacto de los cambios legales en México respecto al aborto, el feminicidio y el divorcio unilateral y encontró que la violencia no ha disminuido: la variable determinante es la impunidad, al igual que en el caso de los hombres y de los periodistas asesinados.

Amneris Chaparro: El cuerpo es clave. Las consignas de las más jóvenes lo revelan: “mi cuerpo es mío, yo tengo autonomía, con las niñas no, las niñas no se tocan”. O sea, sí hay una centralidad del cuerpo que no necesariamente es una centralidad que borra estructuras. Hay un discurso feminista “neoliberal” que asegura que una sola persona puede contra estructuras grandes y poderosas. Lo que hace que el feminicidio sea tan dramático no solo es el hecho de asesinar a una mujer por cuestión de su género, sino la impunidad que viene acompañada de ese asesinato. En todas las marchas feministas seguimos teniendo a familias de víctimas de feminicidio que llevan años exigiendo justicia y que no hay justicia. Por supuesto, hace falta organizarse desde las bases, más allá de las marchas o del ciberactivismo, para combatir problemas de fondo como precarización, como hicieron, por ejemplo, el gremio de las costureras en los años ochenta del siglo pasado. 

El gobierno actual le ha dado especial relevancia a la transferencia directa de recursos a mujeres en situación de pobreza. ¿Estas transferencias podrían considerarse clientelares o sí atacan problemas de fondo? 

Amneris: Recuerdo el “Salario Rosa”, en el sexenio del exgobernador Alfredo del Mazo en el Estado de México. A través de una tarjeta se entregaba una suma de dinero a amas de casa (diría a su favor que se reconoció el trabajo doméstico como una labor digna de remuneración); también se ofrecían cursos para emprender. No hubo evaluación ni seguimiento, por lo que la verificación del impacto real de esta política no es posible. Cambia el gobierno, cambia o se elimina la política. Otro tema es el del presupuesto: el de la nueva Secretaría de las Mujeres no es muy distinto al del extinto Instituto. Una cosa es lo que vemos en la superficie y otra distinta lo que está debajo, y esto vale para el gobierno federal y para los estados y municipios.

Ivabelle Arrollo: Las transferencias directas son clientelares: no eliminan la brecha de género porque no están pensadas para eso. El gobierno actual entiende las desigualdades como consecuencia de las acciones concertadas de sectores económicos; en consecuencia, el combate a la desigualdad se entiende como una reivindicación ante grupos privilegiados y minoritarios que provocaron esta desigualdad, por lo que las políticas específicas para la mujer o para otro tipo de injusticias no tienen importancia. Un ejemplo es el tema de la equidad salarial. Es decir, no solamente hay que evitar la violencia contra las mujeres, sino poner a la mujer en un plano de igualdad en las sociedades. La participación política de las mujeres no puede limitarse a la representación espejo; es decir, las mujeres no avanzan solo porque haya una mujer en el Palacio Nacional. Las brechas salariales, los refugios, las guarderías, las escuelas de tiempo completo, los programas de cuidados son políticas públicas que tienen que institucionalizarse, no quitarse y ponerse a voluntad. Creo que son importantes porque son para todas las clases sociales, no solamente para las mujeres más pobres. Este gobierno populista, que se cree de izquierda, opera con la tesis de una brecha entre la élite y el pueblo, en lugar de una desigualdad compartida entre sectores. Cuando estos gobiernos o estas administraciones cambian, pues esos apoyos que se dan considerando solamente la pobreza y no otras desigualdades e injusticias, también desaparecen. A veces las micro discusiones dentro de los feminismos en México nos impiden ver que hay muchas batallas que no se han logrado, como son la igualdad salarial y las políticas públicas específicas para, por ejemplo, el importantísimo tema de los cuidados. Cualquier gobierno que se jacte de ser de izquierda y de apoyar a las mujeres tendría que pensar y reflejar eso en los presupuestos, como indicó Amneris, y el actual no lo hace. 


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