Toda España, la federal y la confederal, está pendiente de los Juegos Olímpicos y de la investidura como presidente de la Generalitat de Salvador Illa, el candidato del PSC. Después de que 8.500 militantes de Esquerra Republicana acordaran modificar el sistema de financiación autonómica de todo el país, solo la llegada de Carles Puigdemont podría obstaculizar el acuerdo. ¿El expresident volverá a dejar en ridículo a las fuerzas de seguridad del Estado, como cuando huyó en 2017 en el maletero de un coche?
La expectación crece por momentos, y cada vez llegan más noticias de avistamientos del líder de Junts en distintos lugares del territorio nacional. A falta de una confirmación oficial, apuntamos aquí algunos de ellos. Es más que seguro que la lista se irá actualizando.
El primero en alertar de una aparición puigdemoniana fue el escritor Ismael Grasa, autor de un libro de título que ahora se antoja profético: La hazaña secreta. Grasa afirma haber visto al político independentista en Zaragoza este fin de semana.
“Estaba paseando por la calle Alfonso, cerca del Pilar, el sábado a primera hora, y me pareció ver una silueta reconocible. Me acerqué un poco y vi que era Carles Puigdemont. Llevaba unas gafas de sol, de esas que se ponen los cristales ahumados sobre la montura de las graduadas, pero era inconfundible. Vi que se dirigía hacia La Seo y se quedaba un momento mirando el muro de la parroquieta. Entró en una tienda de souvenirs, retiró los cristales de sol y compró unas frutas de Aragón –lo sé porque entré justo después de él–. Luego vi que se marchaba por la calle Don Jaime.”
¿Qué hacía Carles Puigdemont en Zaragoza el sábado 3 de julio a las 9 de la mañana? No es fácil saberlo con precisión.
“La plaza del Pilar es un lugar de alta concentración simbólica”, señala Mariano Gistaín. “Podemos descartar que haya ido a ver a la Virgen del Pilar por ser la patrona de la Hispanidad. O para que le diera ánimos, como al apóstol Santiago. Una posibilidad es que haya ido a la capital de la Corona de Aragón, como quien visita la antigua metrópoli. O a la ciudad en la que Jordi Pujol estuvo preso”. Esta opción, sin embargo, no acaba de convencerle. “Lo más probable es que en realidad estuviera pensando en el Cantar de Roldán, que como todo el mundo sabe comienza en Zaragoza. Carlomagno, ídolo de Puigdemont, lleva varios años tratando de conquistar la ciudad cuando empieza el poema”.
Montaje de Aloma Rodríguez
La capital aragonesa no es el único lugar donde se ha avistado al líder catalán estos días. El catedrático de ciencia política en la Universidad de Málaga Manuel Arias Maldonado afirma haberlo visto tomándose un espeto de sardinas frente a la playa en Málaga. “Rápidamente llamé a Jose Antonio Montano –cuenta el autor de Ficción fatal–, que ha escrito que es la última esperanza de los socialdemócrata españoles pero, por desgracia, cuando Montano llegó Puigdemont ya se había ido y pensó que yo había tenido una alucinación como Scottie en Vértigo”. En esta ocasión el político no iba solo sino acompañado de una mujer con la que charlaba animadamente, pero Arias no pudo escuchar mucho de la conversación. “Solo oí que decía que estaba harto de mejillones”.
En otros puntos del territorio plurinacional han surgido testigos de las supuestas apariciones del político. El ensayista y periodista Carlos Mármol, coordinador de Letra Global, cuenta que se encontró a Carles Puigdemont en Triana. “Yo quería hablarle de Josep Pla, pero él solo me preguntaba por toros y flamenco, decía que los había echado mucho de menos”.
Aitor Zavala, un ciclista aficionado, afirma haberlo visto en las inmediaciones de Andra Mari, entidad perteneciente a Morla, en Vizcaya. “Estaba subiendo el puerto y me adelantó un Dos caballos como los que llevaban los curas antes. El coche iba chirriando y no había duda de que ahí estaba Puigdemont, hasta sacó la cabeza para animarme, muy simpático”. ¿Está Puigdemont recorriendo clandestinamente España en un Dos caballos? Los expertos dudan de que sea así. “Lo más probable es que vaya cambiando de vehículo, para despistar a los posibles perseguidores”, señala un experto en seguridad.
En todo caso, en la misma provincia de Vizcaya ha habido otros avistamientos de Carles Puigdemont. El cineasta Jon Viar se lo cruzó cuando paseaba con su hijo en las inmediaciones del Guggenheim de Bilbao el viernes por la tarde. “Lo vi bien, un poco más delgado”, señala el autor de Traidores. “Se nota que se ha cuidado en Waterloo.” El líder independentista también fue visto en una Herrikotaberna donde utilizaba Google para traducir la carta. Según le explicó Puigdemont a Ione González, la camarera, “prefiero usar Deepl, pero no tiene versión en euskera ni en catalán”, algo que indignaba al político independentista.
Una turista francesa, Marie Bouriche, que ha hecho este año su agregación de filosofía en Niza, afirma habérselo encontrado cerca del acueducto de Segovia. “Lo reconocí porque hace poco lo vi en la tele, cuando dio un mitin en Perpiñán”, explicó Bouriche. “Tengo una tía allí y siempre me interesan las noticias, fue toda una coincidencia.” La noticia de este avistamiento fue acogida con cierto escepticismo, pero tenemos pruebas gráficas.
Sin duda, el último lugar donde nadie esperaría encontrar a Carles Puigdemont es el parque del Retiro en Madrid. Pero, a juzgar por el testimonio de dos ciudadanos estadounidenses afrodescendientes, el expresident estuvo allí este fin de semana. Pidió a Ralph Hopewell y a su novia, Destiny Jackson, subirse en el bote que la pareja había alquilado para recorrer el famoso estanque del parque.
“Al principio fue un poco incómodo”, reconoce Hopewell. “Mi plan era pedirle matrimonio a Destiny en el bote, y cuando estaba preparado para sacar el anillo apareció ese español con gafas y una mochila y nos preguntó si podía subir con nosotros”. (Español es la palabra empleada por Hopewell, hemos optado por respetar su elección léxica.)
“Ralph no quería dejarle, pero a mí me dio un poco de pena, lo veía muy ilusionado”, dice Destiny. Ralph admite que no sabía qué hacer. Durante mucho tiempo había pensado que ese era el lugar ideal para el compromiso y la irrupción del político trastocaba sus planes. Pero decidió no sentirse cohibido por la presencia del intruso y aun así le pidió matrimonio.
“Hice de la necesidad virtud. Al final, creo que me sentí más relajado, me gustó tener un testigo”, reconoce Hopewell. “Fue muy emocionante”, señala Destiny Jackson, que (por si los lectores están interesados) dijo sí. La cosa solo se torció un poco al final. Al parecer, Carles Puigdemont se ofreció a casarles allí mismo. “Dijo que como capitán de barco podía casarnos y que además era presidente en el exilio”, cuenta Destiny. “Pero yo la verdad es que prefiero una boda con la familia, que venga mi abuela, etc.”
Xesús Barreiro, un camarero de Campelo Poio, en Pontevedra, también asegura haber atendido al líder independentista en su establecimiento, O Cruceiro. “Yo digo que el que vino si era alguien era Puigdemont, y si no era Puigdemont digo que no vino nadie”, afirma Barreiro. Al parecer, el cliente pidió un par de copas de Albariño y dijo que “los golpes de Estado son como los pimientos de Padrón, que unas veces pican y otras no”. “Le pregunté dónde iba a continuación, y no entendí lo que decía. No sé si dijo Santiago o si intentó decir Sanxenxo”, explica. ¿Iría a la catedral de Santiago, lo que encajaría con su visita a Zaragoza? ¿Rendiría homenaje al hereje Prisciliano, si es él quien está enterrado en el templo? ¿O iría a Sanxenxo, lugar identificado con la monarquía española, a manera de desafío? Quién sabe.
En algunas zonas de la España vacía también se ha señalado la presencia de Puigdemont. Así, en Cantavieja, lugar de referencia del carlismo situado en el Maestrazgo turolense, Faustino Prades ha señalado que el político quiso participar en una partida de petanca. “Jugaba bastante bien, aunque era joven se notaba que tenía experiencia”, señala Prades, a quien en el pueblo apodan “el Garroso” y que acaba de cumplir 88 años. “Eso sí, protestaba mucho, todo el rato se quejaba y para mí que intentaba hacer trampas. Lo habríamos tirado al pilón si hubiera habido agua.” Unos motoristas que hacían la llamada Silent Route, entre Ejulve y Cantavieja, también afirman habérselo encontrado a finales del mes de julio, bajo los órganos de Montoro y con una barba postiza. “Al principio pensamos que sería de los Ángeles del Infierno, pero luego ya nos dimos cuenta de quién era”, afirman. Otros rumores aislados lo sitúan también en la capital de la provincia, en torno al Museo de los Amantes e incluso en la librería Perruca, donde habría adquirido una guía de las setas de la provincia.
Montaje de Aloma Rodríguez
¿Dónde se encuentra ahora Carles Puigdemont? Nadie lo sabe, pero algunos creen que ya podría estar en Cataluña. El novelista Javier Cercas cuenta que esta mañana, cuando hacía footing en una undisclosed location en el Ampurdán, le abordó un hombre desaliñado con una mochila a la espalda. Tenía el rostro –y lo que es más importante: el pelo– tapado por una gorra con la leyenda “Jo vull ser lliure”. El novelista se acercó, pensando que quizá era alguien que necesitaba ayuda, pero el desconocido se encontraba perfectamente. “Me dijo que era una vergüenza que hubiera escrito sobre el 23F y fuera a escribir un libro sobre el Papa y no hubiera escrito sobre el hombre más importante que había dado el país en mucho tiempo. Como yo no caía en quién podría ser ese personaje, me dijo que era Carles Puigdemont. Y con esto, como diría Cervantes, desapareció”. ¿Quién sería el hombre misterioso que abordó a Cercas en la encrucijada? Es más que posible que fuera Carles Puigdemont.
Todo indica que el expresident ha realizado una amplia gira por España y podría encontrarse muy cerca de Barcelona. Si lo ha visto estos días, no dude en escribir a: avistamientospuigdemont@gmail.com.
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).
