Dylan Smith/TucsonSentinel.com
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“No hay una guerra entre México y Estados Unidos. Nadie debería morir cruzando la frontera”

Desde 1994 Arizona se ha convertido en el laboratorio para diseñar las medidas antiinmigrantes más duras de Estados Unidos. Isabel García, abogada y copresidenta de la Coalición de Derechos Humanos, lleva toda la vida combatiéndolas.
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Isabel García es abogada y copresidenta de la Coalición de Derechos Humanos, una organización con sede en Arizona que desde 1976 promueve los derechos humanos y civiles de todos los migrantes sin importar su estatus migratorio.

En distintos foros has dicho que desde 1994 Arizona se convirtió en el laboratorio para el diseño de medidas antiinmigrantes en Estados Unidos, que luego fueron replicadas por todo el país. ¿Qué pasó a partir de esa fecha?

Hablo de 1994 porque antes de esa fecha la gente no moría cruzando la frontera. Pero antes Reagan ya había dicho que Estados Unidos no seria un país soberano si no controlaba sus fronteras. [Cita que ha sido retomada en varias ocasiones por Trump]. 1994 es también es el año en que entra en vigor el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá (TLCAN) y cambia la estructura económica mundial y regional. La militarización y criminalización de la frontera que ha tenido lugar durante décadas en la frontera sur de EUA ha obedecido siempre a razones económicas. 

Ahora se habla mucho del TLCAN y Trump pretende mostrar a México como el gran beneficiario, en detrimento de EUA, de este Tratado

El TLCAN y sus intereses económicos es uno de los principales causantes de la migración. En 1994 intentado cruzar a EUA murieron catorce migrantes en el desierto, a razón de esta noticia yo debatí con un McCain jovencísimo las promesas de integración y desarrollo económico del TLCAN.  ¿No el Tratado iba a resolver los problemas migratorios? ¡No lo hizo! Los Dreamers son los hijos del TLCAN. Pero eso no se dice aquí y ni Demócratas ni Republicanos dicen la verdad. Los padres de los Dreamers tuvieron que migrar por necesidad.

El discurso que ha prevalecido es el de la seguridad en la frontera…

¿Cuál seguridad en la frontera? Antes la gente no moría al cruzar por la frontera. Iban y venían a visitar a la familia o a buscarse una vida cruzando por el mismo agujero o saltando el mismo cerco, pero nadie moría. Entre el año 2000 y septiembre de 2016, solo en Arizona, hemos recuperado 3,052 cuerpos migrantes. No hay una guerra entre México y Estados Unidos. Nadie debería morir cruzando la frontera.

¿Qué características tiene Arizona, además de la vecindad con México, que lo han hecho el estado semillero de las medidas antiinmigrantes más duras de EUA?

Hay tres cosas importantes: Arizona siempre ha sido un estado muy conservador; durante mucho tiempo atrajo a los jubilados gringos que desafortunadamente llegaron con actitudes muy arrogantes y racistas; y la inhóspita geografía del desierto de Arizona.

Coalición de Derechos Humanos y la organización No Más Muertes publicaron el informe “Métodos de aprehensión mortal. Las consecuencias de la persecución y dispersión en el desierto” en donde documentaron las prácticas letales empleadas por la patrulla fronteriza en medio del desierto.  

Los agentes fronterizos sabían que la gente iba a morir, sabían que iban a hacerles las condiciones tan difíciles que las personas iban a tener miedo de cruzar. Las medidas que se implementan no son anti migrantes sino anti humanas: persecución con perros, buscar que el grupo de migrantes se disperse para que se pierdan en el desierto, largas persecuciones en las oscuridad que suelen terminar con caídas en barrancos, ampollas en los pies, agotamiento, esguinces. ¿Te imaginas lo que es un tobillo dislocado en medio del desierto? Con esta medidas buscan darle un escarmiento a los que cruzan, quitarles “la maña” de cruzarse a Estados Unidos, pero nunca se habla de las razones por las que se ven obligados a cruzarse la frontera.

¿Qué papel jugaron los medios en la imagen del migrante?

Toda las noches salía en cualquier canal, con música de película de miedo,  el “Border Report” y pasaban las mismas imágenes: un grupo de gente saltándose una barda. No sabíamos si la barda era de Arizona o de California pero crearon una situación terrible, satanizando a los migrantes. Fueron cómplices.

Has dicho que el trabajo de grupos humanitarios e iglesias que trabajan en la frontera es importante pero que esos esfuerzos deben ser paralelos a la incidencia en las políticas migratorias de México y Estados Unidos. ¿Cómo desde la Coalición de Derechos Humanos han trabajando en esa incidencia?

Hemos creado una comunidad de resistencia que ha creado conciencia. En los últimos quince años hemos visto crecer y multiplicarse a los grupos de protección. Hemos dado cientos de talleres para que los migrantes conozcan sus derechos (por ejemplo: no permitir la entrada a la migra o a la policía si no traen órdenes de cateo, saber que si has estado viviendo aquí dos años no te pueden deportar de manera expedita) y para que preparen sus planes de emergencia. Ahora planeamos ir a las comunidades casa por casa a dar esta información.

¿Qué tipo de planes de emergencia?

Sí, en caso de ser detenido. ¿Quién va a recoger a los niños? ¿ A quiénes hay que llamar? ¿Quién puede firmar los cheques? Todos esos detalles prácticos tienen que estar planificados. Los planes de emergencia individuales son muy importantes pero también hay que hacer planes comunitarios. Hay por ejemplo una campaña llamada “Keep stand together” que nosotros apoyamos para que en las casas y negocios de todo Tucson haya una cartulina que diga: “Policía: usted no puede entrar sin una orden de cateo”.  

Arizona está haciendo notables esfuerzos de organización, ¿percibes otros esfuerzos en otros estados o a nivel nacional?

Van articulándose poco a poco. Lo importante es que se trabaje y fortalezca a nivel local. Hace unos días por ejemplo hubo una manifestación en Milwaukee en contra de las deportaciones y todos los días tenemos noticias de una nueva protesta. Fortaleciendo lo local llegaremos a un movimiento nacional.

En México estamos muy preocupados por la situación de los migrantes en EUA, pero también nos muy sentimos frustrados.  Sabemos que los actos simbólicos importan, pero que estos no deben confundirse con la sustancia ni con la acción práctica. ¿Cómo podemos apoyar desde aquí?

Hay cosas institucionales de largo plazo: un pueblo fuerte y un gobierno fuerte respaldará a sus migrantes. Hay que decir que el consulado de México en Arizona ha estado muy activo y en comunicación con organizaciones. Acciones más locales, por ejemplo, Sonora podría dejar de hacer negocios con Arizona en repudio a sus políticas racistas. Los mexicanos podrían dejar de gastar sus pesos en el shopping de este lado de la frontera. A nivel individual, mandar cartas a sus legisladores para exigir que sus estados y su gobierno [federal] defiendan activamente a los migrantes. Apoyar, con tiempo o fondeo, a organizaciones que defienden a los migrantes, a las asociaciones de oriundos, tender puentes de entendimiento con ese que va a migrar o con el que ya migró­, comprender las raíces del problema (¿de qué están huyendo los migrantes?) y hablar de ellas para que el migrante deje de ser un criminal. 

 

 

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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