A fin de cuentas, en cualquier democracia, las elecciones giran alrededor de dos asuntos bĆ”sicos: la salud econĆ³mica y la defensa de las libertades democrĆ”ticas. Sin ellas, es imposible que un Estado pueda cumplir sus funciones fundamentales: garantizar la seguridad de sus gobernados; redistribuir el ingreso para limar la desigualdad; abrir oportunidades a todos y garantizar el acceso a la educaciĆ³n y la salud.
La racionalidad deberĆa privar en el anĆ”lisis econĆ³mico y polĆtico de cualquier elector antes de depositar su voto. Desafortunadamente, un altĆsimo nĆŗmero de votantes deciden su voto en funciĆ³n de criterios que nada tienen que ver con la realidad. La irracionalidad de los votantes es especialmente notable en el terreno de la economĆa: ni los nĆŗmeros pueden desmontar sus “creencias”. En ningĆŗn territorio son mĆ”s evidentes los prejuicios que determinan el voto de muchos.
En Estados Unidos, los electores encuestados desde hace aƱos aseguran –en contra de todos los datos de las agencias gubernamentales– que el gobierno gasta cantidades exorbitantes en ayuda externa y en programas sociales a costa de los gastos en defensa (ver Bryan Caplan, The Myth of the Rational Voter).
Nosotros no estamos mejor. En decenas de comentarios a un artĆculo reciente sobre economĆa que subĆ a mi blog en Letras Libres, los presuntos votantes que entraron al sitio aseguran que el estado benefactor en MĆ©xico es muy reducido, que MĆ©xico ha crecido menos que HaitĆ y que el paĆs no necesita ninguna reforma energĆ©tica, laboral o fiscal. Nadie me recomienda entrar a las pĆ”ginas de Hacienda o de Banxico o la lectura de libros y/o artĆculos para desmentir lo que las cifras dicen: que la economĆa mexicana estĆ” muy lejos de padecer una “crisis profunda”. Su referencia invariable es Youtube. El problema es que en Youtube cada quiĆ©n encuentra lo que quiere: desde manifiestos racistas, hasta descabelladas propuestas utĆ³picas para acabar con la globalizaciĆ³n. La objetividad brilla por su ausencia.
En esta campaƱa, el anonimato de las redes sociales ha vulnerado tambiĆ©n las libertades democrĆ”ticas. El acoso en Twitter convirtiĆ³ a la opciĆ³n priĆsta en el voto que no se atreve a decir su nombre. Muchos proclamaron en las redes sociales sus simpatĆas por AMLO y no pasĆ³ nada. Por el contrario, los que se atrevieron a criticar a LĆ³pez Obrador –como Javier Sicilia– o a apoyar a PeƱa, recibieron una catarata de descalificaciones e insultos que nada tiene que ver con la libertad de expresiĆ³n en democracia. Nadie menciona en las redes el peligroso proyecto polĆtico de AMLO: la “refundaciĆ³n del Estado” con base en la voluntad del pueblo, de la cual Ć©l es el Ćŗnico interprete y representante. Pero la descalificaciĆ³n es inmediata para el que ose poner en duda su vocaciĆ³n democrĆ”tica o critique a alguno de sus portavoces, como el movimiento 132.
Los 132 tiraron finalmente su disfraz apartidista pero su participaciĆ³n polĆtica dejĆ³ de manifiesto la ideologizaciĆ³n de la educaciĆ³n en MĆ©xico, hasta en universidades privadas como la UIA. Tema que incide directamente en el avance democrĆ”tico y el voto razonado. Caplan demuestra que en Estados Unidos, la tolerancia a la crĆtica, la capacidad de debatir con argumentos –no con prejuicios–, y el voto razonado aumentan entre quienes gozan de un mayor nivel de educaciĆ³n. Los 132 han mostrado que aquĆ, las universidades no contribuyen a fortalecer esos valores democrĆ”ticos: la ideologizaciĆ³n de la enseƱanza ha transitado de las universidades pĆŗblicas a las privadas. Un bloguero de los 132 respondiĆ³ a mis reservas a su movimiento afirmando: (las mayĆŗsculas son mĆas)”…lo mĆ”s triste es que SOLO TE METISTES ALA pagina yosoy132 para pegar TU link DE TU comentario y tengas un REATING de participaciĆ³n. Lamentable!” MĆ”s lamentable que la redacciĆ³n del comentario es la alergia al debate y a las ideas que padecen estos estudiantes.
Los padres que desembolsan miles de pesos al mes en colegiaturas deberĆan preocuparse no solamente de dĆ³nde andan sus hijos, sino de lo que leen. Al materialismo dialĆ©ctico I, II y III que importaron de las universidades pĆŗblicas sus mal pagados maestros a la Ibero, tenemos que sumar los escritos solipsistas del posmodernismo. Si quieren una respuesta a los por quĆ©s de la violencia que vivimos, se quedarĆ”n muy tranquilos con lo que dice Gilles Lipovetsky (La Era del VacĆo, p.204), uno de los autores que se han vuelto la Biblia de estudiantes de la UIA que participan en el 132. Cito textual: “La inseguridad actual no es una ideologĆa, es el correlato ineluctable de un individuo desestabilizado y desarmado que amplifica todos los riesgos, obsesionado por sus problemas personales, exasperado por un sistema represivo considerado inactivo…: la inseguridad ciudadana resume en una forma angustiada la desusbstancializaciĆ³n posmoderna”. Cristalino como el lodo, dirĆan los ingleses.
A la complicada agenda que le espera a quiƩn resulte electo hoy, habrƔ que agregar una reforma educativa.
(Publicado previamente en el periĆ³dico Reforma)
EstudiĆ³ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia PolĆtica en El Colegio de MĆ©xico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.