La entrega de premios en la industria del espectáculo siempre da oportunidad a los artistas ganadores de dar discursos de agradecimiento. La mayoría son listas de nombres que se leen rápida y nerviosamente. Hay humor bueno y también chistes estúpidos. Pero se dan casos de verdaderas piezas retóricas con un mensaje poderoso. Eso pasó con el discurso de Oprah Winfrey, popular conductora, exitosa empresaria y talentosa actriz que recibió un premio especial en los Globos de Oro por su trayectoria. Comparto seis de las muchas razones por las que ese discurso brilló en esa ceremonia.
1. Anécdota y lenguaje vívido. Un discurso siempre se beneficia si contiene una historia personal del orador que nos permita asomarnos a su vida para generar identificación o simpatía. Oprah comienza su discurso con una anécdota elaborada de modo vívido para crear una imagen mental en su audiencia:
“En 1964 yo era una pequeña niña sentada en el piso de linóleo de la casa de mi madre en Milwaukee, mirando a Anne Bancroft presentar al ganador del Oscar a mejor actor. Ella abrió el sobre y dijo cinco palabras que hicieron historia: el ganador es Sidney Poitier. Al escenario subió el hombre más elegante que pueda recordar. Su corbata era blanca. Su piel era negra. Y estaba siendo celebrado. Nunca había visto a un hombre negro ser celebrado así.”
Con ese arranque, Oprah pone a su audiencia en la sala de su casa. Nos imaginamos perfectamente a una maravillada niña, presenciando un hito cultural y social. Y el arco narrativo se cierra con su triunfo, al que ella le da otro significado cultural poderoso:
“Y no olvido que, en este preciso momento, hay algunas pequeñas niñas viendo cómo me convierto en la primera mujer afroamericana en recibir este mismo premio”.
2. Emoción en las palabras y en el podio. Los discursos memorables ofrecen argumentos emocionales. Y Oprah lo hace muy bien al agregar detalles que vuelven conmovedora la historia de esa niña que describe al principio. Su forma de comunicar su origen humilde
“…mirando la televisión desde los asientos baratos, cuando mi madre cruzaba la puerta, muerta del cansancio después de limpiar casas ajenas”.
Es difícil permanecer indiferente al enterarse, como muchos, que una de las mujeres más poderosas de la televisión estadounidense es hija de una trabajadora doméstica.
La emoción también se transmite con la pronunciación del discurso. Y Oprah, siendo una actriz nominada al Oscar, no tuvo problemas en transmitir emoción genuina a lo largo del texto con la voz y el lenguaje no verbal.
3. Conocer a la audiencia. Lo más importante de un discurso no es ni el texto a pronunciar ni el orador: es la audiencia. Y cuando la audiencia está mayoritariamente a favor del orador, el discurso puede apelar a las emociones para reforzar valores compartidos y generar unidad de propósitos. Oprah entiende bien que está entre amigos de Hollywood, mayoritariamente liberales y anti-Trump, y por eso deja claro su mensaje político:
“Agradezco a la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood. Sabemos que la prensa está bajo sitio en estos días [referencia a Trump y sus ataques a los medios que lo critican] También sabemos que es la insaciable dedicación a revelar la verdad absoluta lo que evita que cerremos los ojos ante la corrupción y la injusticia, ante los tiranos y sus víctimas, ante los secretos y las mentiras.”
Pero ella también sabe que está en una industria sacudida hasta los cimientos por los escándalos de acoso y abuso sexual, por lo que rinde homenaje a las mujeres que han alzado la voz contra los hombres más poderosos del espectáculo:
“Y me siento especialmente orgullosa e inspirada por todas las mujeres que se han sentido suficientemente fuertes y empoderadas para hablar en voz alta y compartir sus historias personales”.
4. Recursos retóricos. La mano de redactores profesionales se nota cuando en un discurso se hace uso de recursos retóricos como:
Las triadas (repetición de la misma frase tres veces):
“Por mucho tiempo las mujeres no han sido escuchadas ni se les ha creído cuando se atreven a decir la verdad al poder de esos hombres. Pero su tiempo se acabó. Su tiempo se acabó. Su tiempo se acabó.”
Y los listados con cadencia:
“Decir cómo nos avergonzamos, cómo amamos, cómo nos enojamos, cómo fallamos, cómo nos retiramos, cómo perseveramos, y cómo nos sobreponemos.”
5. Claridad en el mensaje central. Oprah criticó a Trump, sí. Pero el mensaje central de su discurso fue contra el acoso y la discriminación a la mujer, no sólo en la industria del entretenimiento, porque como dice la oradora:
“[El problema del acoso y la discriminación] trasciende cultura, geografía, raza, religión, política o lugar de trabajo. Así que quiero expresar mi gratitud a todas las mujeres que han sufrido años de abuso y ataques debido a que ellas, como mi madre, tenían niños que alimentar, cuentas que pagar y sueños que perseguir. Ellas son las mujeres cuyos nombres nunca sabremos. Son trabajadoras domésticas y del campo. Trabajan en las fábricas y los restaurantes. Y en la academia, la ingeniería, la medicina y la ciencia. Son parte del mundo de la tecnología, la política y los negocios. Son nuestras atletas en las Olimpiadas y nuestras soldados en las Fuerzas Armadas”.
6. Cierre esperanzador. El cierre del discurso tiene que llevar a la audiencia hacia arriba emocionalmente. Oprah logra abrirle espacio a la esperanza, y de paso, cerrar el arco narrativo de la niña viendo la televisión en 1964:
“Así que a todas esas niñas, viéndonos ahora, hoy les digo: ¡se acerca un nuevo día en el horizonte! Y cuando ese nuevo día finalmente llegue, será porque muchas mujeres magníficas, muchas están aquí esta noche, y muchos hombres fenomenales, pelearán duro para asegurarse de ser los líderes que nos guiarán a una época en la que nadie tenga que decir “Yo También” otra vez.”
Especialista en discurso político y manejo de crisis.