Mark Peatfield

Tlön, Uqbar y la comunidad autónoma 18

En la comunidad autónoma 18 podrán funcionar las tarjetas sanitarias de todas las demás y el idioma común no se considerará un estorbo o una afrenta.
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El Gobierno ha propuesto la creación de la comunidad autónoma 18, una región virtual para reducir la burocracia. El futuro reconocerá esta iniciativa como una de las mejores ideas del ejecutivo. No será fácil, porque es un equipo que rebosa creatividad: lo muestran sus espectrales comités de expertos, el radar covid, el pajaporte, el comité antibulos. Lo confirma lo que dice de sí mismo en su web el nuevo director de políticas públicas, que también es novelista: “Descubre a través de mis libros un viaje a la empatía. No te dejarán indiferente. Todos ellos te llevarán a reflexionar sobre cuestiones que a todos nos hacen tambalearnos. Descubre lo que es Ser pobre y viaja a la realidad de todas esas personas que viven, sufren y luchan contra la miseria.  Sueña junto a Kianda y desvela las entrañas del poder y de la corrupción a la vez que viajas a un país en plena descolonización y descubres la capacidad de superación de su gente. Paséate en las calles de Luanda y siente con intensidad los extremos del SER humano [las negritas son suyas]”.

La comunidad autónoma 18 parte de una idea de Enrico Letta, que propuso la creación de un Estado europeo en la nube para mejorar la competitividad comunitaria. Sin embargo, la versión local no servirá como acelerador de una confederación moderna, ni se limitará a agilizar un Estado espasmódico compuesto o en descomposición. Nos permitirá, por supuesto, lograr la unidad de mercado, prescindiendo de mecanismos menos imaginativos como la ley de armonización que prevé la Constitución. Pero irá mucho más lejos.

En la comunidad autónoma 18 podrán funcionar las tarjetas sanitarias de todas las demás y los funcionarios de otras regiones serán acogidos al margen de su competencia en lenguas ancestrales o de creación reciente; el idioma común no se considerará un estorbo o una afrenta. Esa “comunidad fantasma”, como la ha descrito Rubén Amón, prescindirá de engorros como complicaciones orográficas y atrasos de trenes, se ahorrará el tedioso rencor de los agravios históricos y carecerá del anticuado concepto del plagio. Será la comunidad de la Organización Nacional de Transplantes y la salvación del lince ibérico, de la jornada partida en los colegios públicos, de la armónica convivencia de las identidades plurales y seguidores de Motos y Broncano, de tres poderes y un solo Estado. En ella no se deportará a disidentes saharauis y se detendrá a políticos prófugos. Inicialmente la comunidad autónoma 18 no tendrá población, para facilitar las labores administrativas, pero, poco a poco y discretamente, nos podremos mudar a ella: habrá vivienda pública y carril bici, y nos estará esperando Anne Hathaway. Quizá, hasta que encontremos un nombre más sonoro y mientras aparecen las primeras e inevitables tensiones secesionistas, la podamos llamar España.

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Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).


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