La escena ocurre en Tuscaloosa, Alabama, a mediados de 2011. La cรกmara recoge la vida de la familia Amaro: Ismael y Judith, que inmigraron hacia el aรฑo 2000, y sus tres pequeรฑas hijas, nacidas en Estados Unidos. รl se dedica a lavar piscinas. Ella a cuidar el hogar. Las niรฑas acuden a la escuela. Los domingos van a la iglesia pero por lo general permanecen en la modesta casa de dos recรกmaras que Ismael ha construido. La rodea un diminuto jardรญn (con columpios) donde juegan futbol.
Meses atrรกs, una noticia terrible habรญa cimbrado sus vidas: el gobernador Robert Bentley firmaba la mรกs severa ley contra los inmigrantes indocumentados de que se tuviera memoria: la HB 56. Entre otras cosas, ordenaba el cateo de escuelas pรบblicas para verificar el estatus migratorio de los estudiantes, el arresto indiscriminado en la vรญa pรบblica de personas y la criminalizaciรณn de quien diese un “aventรณn” a un inmigrante ilegal. Para completar el cuadro de terror, en una entrevista en televisiรณn, el representante republicano Mo Brooks culpaba a los inmigrantes de todos los males del estado: colmaban las salas de emergencia de los hospitales, presionaban a los sistemas educativos y saturaban las cรกrceles. “Tratรกndose de los ‘illegal aliens’ โagregรณ, desafianteโ harรฉ todo lo que estรฉ en mis manos… salvo fusilarlos”.
Ismael y Judith no tuvieron mรกs remedio que revelar a las niรฑas la verdad: ambos eran indocumentados. Y les advirtieron: “es probable que su papi o yo no podamos regresar un dรญa”. “Su corazรณn se partiรณ”, recuerda Judith. “Me siento triste. No entiendo por quรฉ no nos quieren aquรญ”, dijo la mayor. La pregunta quedรณ en el aire. Y sigue ahรญ.
Tiempo despuรฉs, un incidente provocรณ el congelamiento de la ley: un policรญa detuvo a un alto ejecutivo de la Mercedes-Benz que no llevaba consigo sus papeles. La compaรฑรญa desatรณ un escรกndalo y amenazรณ con cerrar la planta. Pero para la comunidad migrante de Alabama, la seรฑal era clara: habรญa que movilizarse para defender sus derechos humanos. Ismael improvisรณ un estudio de radio por internet y comenzรณ a trasmitir un programa de orientaciรณn a los migrantes llamado Radio-Guarache. “Infรณrmense, lean, pregunten”, les dice a sus escuchas. Por su parte, Judith se vinculรณ con otras mujeres para organizar reuniones de concientizaciรณn. El sacerdote (joven americano dulce y caritativo) prometiรณ proteger a su grey, al margen de raza, color o nacionalidad. Y hasta el jefe de la policรญa del condado (un oficial de color, sensible e inteligente) se comprometiรณ a no perseguir a los migrantes a quienes considera parte integral de la comunidad. Cuando el presidente Obama anunciรณ el “Dream Act”, la comunidad sintiรณ alivio y esperanza. “ยกEsto es como el dรญa en que llegaron a la luna!”, dijo Ismael, que soรฑaba con poner un negocio de pinturas. Los Amaro y decenas de familias de Tuscaloosa (blancos, negros, mexicanos) marcharon juntos por el puente Selma con pancartas que hermanaban su causa con la de Martin Luther King.
La historia de la familia Amaro es una de las seis que se entreveran en el documental Beyond Borders, producido por Independent Production Fund y Clรญo. Se trasmitiรณ en 2016 y se trasmite aรบn en centenares de televisiones por cable en Estados Unidos, incluida PBS (puede verse en http://www.beyondborders.tv/). El esfuerzo llevรณ varios aรฑos. Al concluirlo, sentimos la satisfacciรณn de una misiรณn cumplida. Igual que los Amaro, confiรกbamos en que episodios como la HB 56 no ocurrirรญan mรกs y que, si bien la ruta hacia una reforma migratoria iba a ser larga y difรญcil, los avances eran irreversibles. Nunca imaginamos que el tema cobrarรญa la dramรกtica relevancia que tiene ahora y que, por desgracia, seguirรก teniendo en los aรฑos por venir.
Con el arribo de Trump, una ley mรกs severa que la de Alabama se ha puesto en vigor a nivel nacional. La impondrรก el procurador Jeff Sessions, ex senador por Alabama. Ahora todos los inmigrantes sienten el terror de los Amaro. Y sus hijos temen despertar y no encontrar a sus padres. Los migrantes no tienen la posibilidad de marchar, acaso dejarรกn de ir a la iglesia o a un partido de futbol por temor a que la “operaciรณn militar” en su contra (asรญ la denominรณ Trump) resulte en su aprehensiรณn y deportaciรณn forzada, violenta, inmediata. Ahora no es un gobernador o un representante racista quien “harรญa todo contra los inmigrantes… salvo fusilarlos”. Es el presidente de Estados Unidos. Defender a nuestros compatriotas de este tirano debe ser la primera prioridad.
(Publicado previamente en el periรณdico Reforma)
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.