No he estado muchas veces en Torre Pacheco, donde esta semana se han producido varios disturbios raciales, pero he vivido durante años en Mazarrón, y todavía vuelvo y tengo una fuerte conexión con el pueblo. Tiene una sociología parecida: industria del tomate (o invernaderos en general), renta muy baja, turismo de temporada (Torre Pacheco es un pueblo del interior, pero está cerquísima de La Manga; Mazarrón tiene Puerto de Mazarrón, un pueblo que moriría si no fuera por el turismo), inmigración sobre todo magrebí y sobre todo guetificada, electorado cada vez más conservador. Es un caldo de cultivo complicado. Esto no es la España vaciada (si uno visita estos pueblos y ciudades y los compara con algunos de Castilla la diferencia es notoria), pero hay muy pocas oportunidades para los jóvenes y hay una disputa constante por escasos recursos.
Pero si hay pocas oportunidades para los nativos españoles, no hay apenas para la inmigración. Muchos magrebíes de la zona viven en infraviviendas y trabajan ilegalmente para las empresas de tomate. La mayoría mantiene la cabeza gacha e intenta no tener ningún tipo de problema; un contacto con la policía puede desembocar en deportación. Hace años presencié un accidente en una carretera entre las tomateras. El afectado no quiso llamar a la ambulancia y me pidió que no denunciara. Varios magrebíes de la zona acudieron de las casas de alrededor para ayudarle a dar la vuelta al coche. Hace un par de años, un trabajador magrebí de 24 años de un camping a apenas 200 metros de mi casa falleció mientras trabajaba a pleno sol a las tres de la tarde. El camping no estaba aún inaugurado y se inauguró a tiempo; su muerte no paralizó absolutamente nada. Poco después, otro trabajador falleció en La Majada, una pedanía mazarronera, por estar también trabajando en julio a las 3 de la tarde. Son los casos que conozco porque me entero de ellos hablando con la gente del pueblo. También mueren españoles explotados, pero nunca en las mismas condiciones. Desconozco si hay procedimientos judiciales abiertos al respecto; soy bastante escéptico de que algo vaya a cambiar. Hay casos así en toda la región, también de explotación laboral. En 2021, la Policía Nacional detuvo a 43 personas en Torre Pacheco que empleaban a inmigrantes ilegales a los que explotaban en condiciones de semiesclavitud. En la zona, la inmigración es únicamente mano de obra barata.
El conflicto que se ha producido en Torre Pacheco esta semana no ha surgido espontáneamente. La mecha han sido tres vídeos sin conexión entre ellos y descontextualizados, como explica Nacho Abad en El Debate: un incidente de tráfico entre jóvenes magrebíes y un hombre ruso, que acabó en violencia; un vídeo de una paliza a un hombre hace tres años; las fotos de un vecino de Torre Pacheco al que unos jóvenes, presuntamente magrebíes, le dieron una paliza. Los tres sucesos se promovieron como si tuvieran que ver algo entre sí.
Hay una combinación de precariedad y explotación laboral, alienación de una inmigración joven (o también de inmigrantes de segunda generación) que se convierte en una especie de nihilismo, competencia por recursos escasos y oportunismo político. También hay racismo, claro. Sobre todo de quienes han venido de fuera de Torre Pacheco para organizar cacerías, motivar pogromos y meter miedo a la población migrante. Quienes acuden a Torre Pacheco para hacer eso no distinguen entre legales e ilegales, entre inmigrantes y nacionales. Solo buscan el color de piel. Esto no ocurre en un vacío. El otro día la portavoz de Emergencia Demográfica y Políticas Sociales de Vox, Rocío de Meer Méndez, propuso expulsar a los ocho millones de inmigrantes que hay en España: “todos estos millones de personas que han venido hace muy poco tiempo a nuestro país y no se han adaptado a nuestras costumbres y en muchísimos casos han protagonizado escenas de inseguridad en nuestros barrios y en nuestros entornos, pues tendrán que volver a sus países”. Ese proceso de reemigración, dijo, era necesario porque “tenemos el derecho a querer sobrevivir como pueblo”. Es muy difícil no verlo como un discurso nacionalista identitario y supremacista.
Lo que consiguen estas reacciones racistas es evitar el debate y ocultar la verdadera magnitud del problema. ¿Hay un problema de integración de algunas comunidades inmigrantes, especialmente de jóvenes magrebíes, y también un problema de delincuencia? Sí. La reacción de la izquierda ha consistido en decir que es todo un invento de la ultraderecha. Es la mejor manera de que el problema persista. La mecha en Torre Pacheco se encendió con una mezcla de verdades, medias verdades y mentiras. Pero salvo en los casos más delirantes, si un bulo tiene rodaje es porque hay una preocupación real detrás.