A veinte días de la elección presidencial en Estados Unidos, Joe Biden mantiene una clara ventaja, tanto así que ningún candidato de oposición ha gozado de un margen similar sobre un presidente en funciones desde 1936. El candidato demócrata supera a Trump por casi diez puntos en las encuestas nacionales. En los cinco estados clave de la elección (Wisconsin, Pensilvania, Michigan, Florida y Arizona), el margen de ventaja de Biden oscila entre los cuatro y los siete puntos. En el mapa electoral actual, Biden podría darse el lujo de perder Florida y Arizona y, si logra recuperar los tres estados del cinturón del óxido que perdió Clinton de manera sorpresiva hace cuatro años, ganar la presidencia.
De acuerdo con el análisis de los expertos del New York Times, si los sondeos se equivocan de la misma manera en que se equivocaron en el 2016, Biden aún así vencería a Trump. Si la elección se realizara el día de hoy y los resultados reflejaran la radiografía que nos ofrecen las encuestas, Trump perdería por un margen equivalente al que obtuvo Bill Clinton en 1992 contra el primer Bush, la última vez que un presidente en funciones perdió la reelección. Ese es, en este momento, el escenario más probable. No es, por supuesto, el único escenario. Hay otros, en los que Trump aprovecha las últimas semanas de campaña para conseguir un regreso sin precedentes en la historia moderna de Estados Unidos. Pero eso, por ahora, es improbable. ¿Por qué, entonces, hay quien insiste en pronosticar la debacle de Biden?
Hay dos razones fundamentales. La primera es irracional. La elección del 2016 y los errores de las casas encuestadoras mermaron la confianza del electorado en cualquier diagnóstico previo a la votación. Si los sondeos se equivocaron así hace cuatro años, ¿por qué no habrían de equivocarse ahora? Esto es comprensible pero irracional. Las encuestadoras no están en el negocio de avergonzarse con análisis sesgados o incorrectos. Mucho menos los que se dedican a modelos predictivos. Nada de esto quiere decir que son infalibles, pero suponer que en los márgenes que vemos hay un error sistémico mayúsculo que puede abrirle la puerta a Trump resulta irracional. Hay, eso sí, factores quizás ocultos que podrían cerrar el resultado final en contraste con la predicción de las encuestas. Uno de ellos es la idea de que muchos votantes de Trump prefieren no contestar a los encuestadores, creando una suerte de grupo oculto de “votantes tímidos”. Esto es posible, pero no se antoja definitivo. Como sugiere el mismo New York Times, los márgenes de las encuestas son suficientemente amplios a favor de Biden como para pensar que, incluso si hay una avalancha de votantes tímidos que favorecen en secreto a Trump, el resultado de la elección no se verá mayormente afectado. Así están las cosas a veinte días. Pueden cambiar, pero así están por ahora.
La segunda razón para explicar los temores de un renacimiento de las aspiraciones de Trump en esta campaña es menos irracional y tiene que ver con la naturaleza misma de la elección. Faltan solo veinte días, pero todavía faltan veinte días. Hace cuatro años, el mayor punto de inflexión (la intromisión del FBI y James Comey por los correos de Clinton) no ocurrió sino hasta la última quincena de la campaña. A la elección del 2020 le restan todavía sorpresas, alguna de ellas seguramente significativa para un lado o el otro.
Aun así, Trump lleva las de perder por tres razones. Primero: el número de votantes indecisos es mucho menor ahora que hace cuatro años. La enorme mayoría ya decidió por quién votará y afirma que nada cambiará su juicio electoral. Segundo: Joe Biden no es Hillary Clinton: es un candidato más querido y menos polémico. Será difícil desmontar su prestigio en menos de tres semanas. Y tercero: las encuestas demuestran que Trump ha perdido el apoyo de demográficos fundamentales que antes lo apoyaban de manera contundente, como los votantes mayores de 65 años o las mujeres blancas, incluso aquellas sin educación universitaria.
Así las cosas, un regreso épico de Trump es posible. Todo es posible. Pero es improbable, al menos hasta hoy, 15 de octubre del (sí: impredecible) 2020.
(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.