United Airlines anuncia la salida de su vuelo con destino a una megacrisis de reputaciĆ³n

Tras el incidente en que un pasajero fue sacado con violencia de uno de sus aviones, la aerolĆ­nea respondiĆ³ ignorando las reglas bĆ”sicas del manejo de crisis. Tal vez esta reacciĆ³n obedece a la soberbia que proviene de la impunidad.
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Si hay una industria que tiene baja estima entre los consumidores, es la aviaciĆ³n comercial. En especial, las lĆ­neas aĆ©reas estadounidenses se han ganado a pulso una pĆ©sima fama por la forma en la que tratan a los pasajeros. Pero el pasado domingo 9 de abril, United Airlines tocĆ³ un nuevo fondo y hoy enfrenta una crisis severa de reputaciĆ³n. El vuelo Chicago-Louisville de ese domingo por la noche estaba sobrevendido, una prĆ”ctica comĆŗn de las aerolĆ­neas en todo el mundo para garantizar que ningĆŗn asiento se vaya vacĆ­o. Los pasajeros abordaron el aviĆ³n y, una vez en sus lugares, se les informĆ³ que cuatro integrantes de una tripulaciĆ³n de la empresa necesitaban viajar y tenĆ­an prioridad.

Para disminuir la molestia, los empleados ofrecieron hospedaje gratuito y una compensaciĆ³n a quien cediera voluntariamente su asiento. Tres personas aceptaron. Pero se necesitaba un lugar mĆ”s. Entonces se anunciĆ³ que elegirĆ­an al azar a quien tendrĆ­a que bajarse. SaliĆ³ presuntamente sorteado un mĆ©dico que se negĆ³ a dejar su asiento, argumentando que tenĆ­a que llegar a Louisville a ver a sus pacientes. La discusiĆ³n subiĆ³ de tono y la tripulaciĆ³n mandĆ³ llamar a la policĆ­a del aeropuerto, que con lujo de violencia, golpeĆ³ y sacĆ³ a rastras al pasajero. El acto fue grabado por los demĆ”s pasajeros con sus celulares, y los videos se volvieron virales, alcanzando millones de reproducciones. Hoy, abundan los memes y los chistes sobre la brutalidad de United.

ĀæQuĆ© tiene que hacer una empresa ante una crisis asĆ­? Primero, brindar una sola explicaciĆ³n clara de lo ocurrido y asumir plenamente su responsabilidad. Segundo, explicar por quĆ© se le pidiĆ³ al pasajero bajar, y si esto estĆ” avalado por alguna regulaciĆ³n. Tercero, reconocer lo evidente, es decir, que se usĆ³ fuerza excesiva por parte de la autoridad aeroportuaria para manejar una situaciĆ³n que no tenĆ­a que terminar con un cliente humillado y ensangrentado y decenas de personas asustadas. Cuarto, disculparse pĆŗblicamente con el afectado y con los pasajeros que presenciaron este espectĆ”culo. Quinto, ofrecer una investigaciĆ³n a fondo que deslinde responsabilidades de la aerolĆ­nea, la policĆ­a y, si las hay, del pasajero. Y sexto, brindar la seguridad a todos los clientes de que esta no es la polĆ­tica de la aerolĆ­nea y que tomarĆ”n las medidas necesarias para que no se repita una escena asĆ­ en el futuro.

ĀæQuĆ© hizo la aerolĆ­nea? Al principio, todo lo contrario. Oscar MuƱoz, el CEO de United, no asumiĆ³ la responsabilidad de la empresa y se disculpĆ³ de manera breve e impersonal en un tuit por ā€œtener que reacomodar a estos clientesā€, no por la brutalidad de los policĆ­as. La aerolĆ­nea cometiĆ³ despuĆ©s un pecado mortal: dividiĆ³ su mensaje. Mientras que hacia fuera se disculpĆ³ a medias, en un comunicado interno a sus empleados culpĆ³ al pasajero ā€œpor su conducta disruptiva y agresivaā€ y tambiĆ©n a las autoridades, diciendo que es a ellas a quienes tendrĆ­an que dirigirse los medios para obtener mayores detalles sobre lo sucedido. Se confirmĆ³ una vez mĆ”s la vieja regla del manejo de crisis que dice que un incidente puede poner en entredicho tu reputaciĆ³n, pero un pobre manejo de ese incidente puede destruirla por completo. No falta por eso quien diga que United estaba cometiendo ā€œgenocidio de su propia marcaā€. Fue hasta dos dĆ­as despuĆ©s ā€“una eternidad en la era de las redes socialesā€“ que MuƱoz se disculpĆ³ de manera mĆ”s profusa por escrito, ahora sĆ­ siguiendo las reglas mĆ”s elementales del control de daƱos.

ĀæPor quĆ© una empresa tan grande, en una industria que se supone tiene tantos protocolos de manejo de crisis para enfrentar verdaderas catĆ”strofes, tuvo una respuesta tan mediocre? Una explicaciĆ³n tiene que ver con la conformaciĆ³n de los equipos de manejo de crisis. Es muy comĆŗn que cuando un comitĆ© de crisis entra en acciĆ³n, los abogados de la empresa tomen la batuta. Y un abogado tiene como prioridad evitar juicios y, de haberlos, ganarlos. Rara vez se piensa en tĆ©rminos de la reputaciĆ³n corporativa. No es raro que los abogados recomienden que las empresas no se disculpen (porque eso es reconocer responsabilidad), que reduzcan al mĆ­nimo las declaraciones (todo lo que digas puede ser usado en tu contra) o que de plano eludan su responsabilidad y culpen a alguien mĆ”s (el que acusa se queda con la carga de la prueba).

Pero tal vez otra explicaciĆ³n mĆ”s simple es la soberbia que proviene de la impunidad. Como muchas otras grandes empresas, las aerolĆ­neas saben que no hay consecuencias econĆ³micas reales: la gente elige aerolĆ­nea por precio, horario y disponibilidad de asientos, no por el servicio, que ya sabe que serĆ” igual de mediocre de una marca a otra. Ni la historia de las chicas bajadas del aviĆ³n por usar ā€œleggingsā€ (el escĆ”ndalo previo de United) ni esta historia parecerĆ­an importarle mucho a esa empresa, porque el consumidor promedio no va a dejar de subirse a sus aviones por estas anĆ©cdotas. De hecho, las grandes aerolĆ­neas saben que ni siquiera un accidente mortal tiene consecuencias de largo plazo en la demanda por boletos.

Dicho de otra manera, las aerolĆ­neas se parecen a los bancos, las empresas telefĆ³nicas y, sĆ­, a los polĆ­ticos, en algo: saben que los consumidores estamos atomizados y desorganizados a tal grado que somos incapaces de ponerlos en su lugar cuando abusan de nosotros. En la medida en la que haya organizaciones de defensa del consumidor mĆ”s sĆ³lidas y nosotros hagamos valer nuestros derechos denunciando el abuso, esos mĆ”rgenes de impunidad deberĆ­an reducirse. Pero mientras tanto, si la tripulaciĆ³n les pide bajarse del aviĆ³n, lo mejor es negociar la compensaciĆ³n mĆ”s elevada con la aerolĆ­nea o razonar con algĆŗn otro pasajero mĆ”s sensato y sensible. MĆ”s vale rumiar la mala suerte en el bar de algĆŗn hotel que en el hospital o en una bonita Ć”rea de detenciĆ³n del aeropuerto.

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Especialista en discurso polĆ­tico y manejo de crisis.


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