Ilustración: Letras Libres

¿Ciudad dividida, o policéntrica y plural?

La polarización solo es una parte de la realidad política en la capital del país, y opaca un voto fragmentado y volátil.
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Veinte mil elecciones… ¿plebiscitarias?

Como está sucediendo en el proceso electoral en curso, los comicios generales de 2021 se celebraron en un ambiente político inusualmente polarizado. Como ahora, entonces se renovaron más de 20 mil cargos públicos, incluyendo ocho gubernaturas y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), las legislaturas federales y locales, así como los ayuntamientos de la casi totalidad del país. Pese al número y a la patente diversidad de las candidaturas que contendieron –y de las que compiten ahora de nuevo–, todos estos comicios se interpretaron como una suerte de elección única, de carácter plebiscitario y uninominal. No sorprende así que prevalezca desde entonces el discurso de la polarización, sobre todo entre las élites partidistas y en los medios de comunicación. Pero, ¿cuán profunda es esta división realmente? ¿Cuál es su arraigo entre los electores a nivel nacional, y particularmente en la capital?

Diversas encuestas de opinión pública han encontrado evidencia de polarización en las actitudes e identidades políticas de los mexicanos, que pueden ser de índole ideológica (auto ubicación “izquierda-derecha”), afectiva (rechazo emocional hacia partidos y liderazgos adversarios) o racional (aprobación o desaprobación presidencial, evaluación positiva o negativa del desempeño gubernamental). Asimismo, en una investigación reciente sobre las elecciones en la CDMX, logramos captar y medir el proceso añejo de polarización socio-territorial del voto que se comentó ampliamente en 2021, descubriendo que este tuvo su primer auge en 2006 y se remonta al menos a 1997.1

Empero, si bien es cierto que la polarización política está distribuida geográficamente en la capital y en algunas otras áreas metropolitanas, este fenómeno no se produce en todo el país, tal y como mostramos en un artículo publicado recientemente en estas páginas. En este ensayo, nos centramos en el caso enigmático de la CDMX.

¿Una ciudad polarizada?

En junio de 2021, la geografía binaria del voto municipal en la CDMX cautivó a la opinión pública. Cuando cerraron las urnas, el mapa de los resultados preliminares de las 16 alcaldías difundido por el Instituto Electoral se hizo viral: siete de ellas, ganadas por la coalición Juntos Hacemos Historia (JHH, compuesta por Morena-PT), se aglutinaron en el oriente; las nueve restantes, todas ellas situadas en el poniente, por Va por México (VxM, de PAN-PRI-PRD). La ciudad se había partido en dos, como Berlín durante la Guerra fría: los territorios opositores eran los más prósperos y los oficialistas los más marginados. La división resultaba intuitiva: las clases medias –desencantadas con el gobierno– habían ejercido un voto de sanción en contra del oficialismo. El discurso partidista de la polarización había cristalizado en el sufragio ciudadano.

El mapa de las coaliciones que ganaron las alcaldías de la CDMX en 2021 capta facetas de un complejo proceso de polarización territorial del voto. La política capitalina se caracteriza efectivamente por una creciente segmentación espacial de electorados con preferencias partidistas y con características sociodemográficas divergentes, que se concentran en polos opuestos. Esto contribuye a encapsular las diferencias políticas de los ciudadanos y reduce los espacios comunes de convivencia e interacción cotidiana entre vecinos.

Este proceso puede ser medido con dos indicadores complementarios que cuantifican la extensión geográfica y la profundidad de las raíces sociales de la polarización política. Como lo muestra el mapa 1, el voto capitalino alcanzó un alto nivel de polarización geográfica en 2021: JHH obtuvo amplios márgenes de victoria en las secciones electorales en color rojo y rosa, mientras que VxM arrasó en las secciones en color celeste y azul.

Se observa una clara diferenciación espacial entre ambas fuerzas, que se organizan en torno a dos grandes polos situados en la alcaldía Benito Juárez y en el oriente de Iztapalapa. Estas alcaldías han sido gobernadas durante décadas por los mismos grupos de poder, y siguen fungiendo como los núcleos de dos proyectos políticos diametralmente opuestos: sus respectivos alcaldes –Santiago Taboada y Clara Brugada– fueron nominados como los candidatos de las dos grandes coaliciones que se conformaron para competir por la Jefatura de Gobierno de la ciudad en 2024.

La polarización del voto se extiende a las alcaldías circundantes y se verifica tanto para las coaliciones como para los dos principales partidos contendientes. Como veremos ahora, esta se explica fundamentalmente por la concentración geográfica del PAN y de Morena: sus patrones se asocian estrechamente con otros clivajes socio-demográficos, en particular con niveles divergentes de escolaridad que también se aglutinan en torno a polos territoriales opuestos donde se vota masivamente por alguna de ambas fuerzas.

Mapa 1: Margen de victoria entre las coaliciones JHH y VxM (legislativas 2021)2

Gráfica 1-7 y mapa: Niveles de escolaridad y votos partidistas (legislativas 2021)

Elaborado por W. Sonnleitner, con Philcarto y datos oficiales del INEGI (2020) y del INE (2021).3

Es en estos lugares donde se sitúa la expresión más tangible de la polarización socio-territorial del voto capitalino. El PAN tiene su bastión principal en la Benito Juárez, una alcaldía con niveles consistentes y elevados de desarrollo humano. El perfil sociodemográfico de sus votantes está claramente diferenciado del resto de partidos, concentrado en secciones con una alta participación, donde el blanquiazul cuenta con un sólido apoyo ciudadano.

Los núcleos más duros de Morena se sitúan, en contraste, en las periferias y en Iztapalapa, desde donde irradian hacia las áreas circundantes. Este partido cuenta con electorados más dispersos y heterogéneos en términos sociodemográficos: atrae a un amplio rango de sectores sociales, incluyendo a los segmentos de menores recursos, pero también a otros situados en niveles intermedios. A diferencia del PAN, sus bastiones se concentran en secciones con elevados niveles de abstencionismo, donde la debilidad o ausencia de otros partidos se traduce en su predominio territorial. Su capacidad de movilización crece en las secciones con niveles medios de escolaridad –muy superiores a los de las zonas pobres y marginadas del resto del país– y solamente disminuye entre los estratos más altos –no solo de la ciudad, sino de todo México–.

Sin embargo, la polarización solo explica una parte del proceso y opaca la creciente fragmentación y volatilidad del voto, que se dispersó en las legislativas concomitantes. Cuando los resultados se analizan partido por partido, el pluralismo de los comportamientos electorales revela una megalópolis diversa y policéntrica.

Una megalópolis plural y policéntrica

El mapa del voto legislativo de los mismos electores en 2021 pone de manifiesto la pluralidad de una megalópolis policéntrica, con la presencia de diez partidos. La gráfica 2 ilustra la composición del voto, calculado sobre el total de votos válidos y de electores inscritos.

Gráfica 2: Votos por partido en las legislativas de 2021 (%válidos y %inscritos)

Ante todo, el abstencionismo matiza la intensidad de la polarización: en 2021, solo uno de cada dos ciudadanos acudió a las urnas; por ende, los dos partidos polarizadores juntos apenas movilizaron a una tercera parte de la población en edad de votar. Ante la debilidad estructural de los partidos, las coaliciones fueron cruciales para construir candidaturas ganadoras. Pero estas no solo sumaron votos: también erosionaron las identidades partidistas tradicionales y diluyeron las propuestas programáticas que las diferenciaban en el pasado. El problema resultó menor para JHH, que aglutinó a electorados con perfiles sociodemográficos más afines y complementarios bajo el liderazgo indisputado de Morena (que aportó 95 de cada cien votos de la coalición).

La situación fue más compleja para VxM, con mayores desequilibrios e incoherencias entre fuerzas que se enfrentaron como rivales durante décadas: el PAN captó hasta dos tercios del voto en la Benito Juárez, en solitario; pero en Cuajimalpa, Tláhuac y Milpa Alta, fue el PRI el que más sufragios aportó a la coalición. En 2021, esta estrategia sumó coyunturalmente votos de los sectores descontentos de las colonias más pudientes con los de aquellos de algunos de los barrios más marginados de la ciudad.

Al margen de ambas coaliciones concurrieron cinco fuerzas más en 2021: aunque minoritaria, su presencia diversificó la oferta política capitalina. Solo el PVEM y MC consiguieron suficientes sufragios para acceder a la legislatura local, pero todos estos votos alternativos suman una octava parte del sufragio. Esta pluralidad quedó manifiesta en la integración del Congreso local, compuesto por siete grupos parlamentarios, sin mayoría absoluta. Pese a los efectos desproporcionales del sistema electoral, Morena solo obtuvo 47% de los escaños y requirió de otros partidos para aprobar reformas legales.

El arraigo desigual de las distintas fuerzas se aprecia en el mapa 3, que sintetiza las seis configuraciones multipartidistas que emergieron en las legislativas federales de 2021. Más allá de la polarización entre los bastiones de Morena y del PAN, se observa la fuerte presencia del PRI en Cuajimalpa, Cuauhtémoc y Milpa Alta, la resiliencia del PRD en Álvaro Obregón, Coyoacán, Tláhuac, Iztapalapa, Venustiano Carranza y Gustavo Madero, así como la presencia significativa del PVEM en Tláhuac y Xochimilco, y del MC en Tlalpan. Esta geografía del voto confirma que la política de la CDMX no puede reducirse a una línea única de conflicto bipolar.

Mapa 3: Seis configuraciones multipartidistas en una megalópolis policéntrica4

“Mexico is different”

En suma, aquel mapa del voto a nivel alcaldías que se hizo viral en 2021 captó un aspecto relevante de la política chilanga, y al mismo tiempo opacó la diversidad creciente de una megalópolis eminentemente plural.

La importancia del caso reside en el peso simbólico y central de la capital, donde viven e interactúan a diario las élites políticas, económicas y culturales, quienes ocupan los cargos, formulan las políticas y toman las decisiones de alcance nacional. Es también aquí que se concentra en mayor número el llamado “público comprometido”: el segmento más politizado e informado del electorado, que se reúne, se moviliza y se manifiesta públicamente, con el interés y la capacidad de difundir su opinión en los medios de comunicación. De ahí la influencia rectora de la CDMX en la producción de las narrativas que definen la agenda pública nacional.

La polarización del voto capitalino resulta atípica cuando se sitúa en el contexto federal e internacional. Esta se extiende desde la zona metropolitana hacia otros territorios colindantes (en el corredor azul que conecta a la capital con Toluca, así como en el corredor guinda que la conecta con Texcoco) y se observa en Tijuana, Ciudad Juárez, Cancún, Hermosillo, Mexicali y San Luis Potosí. Empero, el resto de las grandes urbes rompe con este patrón, incluyendo a León, Puebla, Zapopán, Chihuahua, Mérida, Aguascalientes y Querétaro –que siguen bajo el predominio del blanquiazul–, así como a Guadalajara y a Monterrey –que cuentan ahora con una fuerte presencia de Movimiento Ciudadano–.

En Estados Unidos, dos partidos compactos y crecientemente enfrentados también se polarizan geográficamente al concentrarse en territorios urbanos y rurales ideológicamente opuestos. Pero la política contemporánea en México tiene una lógica socio-territorial distinta. En lugar de diferenciarse en polos sociológicamente opuestos, la alianza opositora conecta los electorados más prósperos (que votan por el PAN) con los más marginados (que votan por el PRI o el PRD), en contraposición a una coalición de gobierno centrista, que moviliza entre los segmentos populares e intermedios. La lógica de ambas alianzas se aleja del modelo centrífugo del vecino del norte.

Configuraciones variadas y diversas se observan a lo largo y ancho de la República, abriendo una amplia agenda para la investigación. Lo que queda claro son los límites de la polarización. Esta se observa con nitidez en lugares específicos de la CDMX, pero no puede generalizarse al conjunto del país. México sigue siendo una nación multicultural, étnica y socialmente diversa, políticamente plural y cada vez más policéntrica. ~


  1. Este artículo de divulgación sintetiza los hallazgos de dicha investigación, cuyos resultados se publicaron en la revista académica Foro Internacional y pueden consultarse aquí. ↩︎
  2. Este mapa representa las diferencias aritméticas entre los porcentajes de votos de las coaliciones Juntos Hacemos Historia (Morena-PT) y la alianza Vamos por México (PAN-PRI-PRD), en las 5 mil 527 secciones electorales. Las diferencias positivas (en color amarillo, rosa y rojo) corresponden a márgenes de victoria crecientes (de más de cero, diez  y veinte puntos porcentuales) en beneficio de las fuerzas oficialistas, mientras que las negativas (en graduaciones de celeste y azul) corresponden a victorias del bloque opositor. Lejos de distribuirse de forma aleatoria, ambos tipos de secciones se agrupan geográficamente, lo que se refleja en una fuerte autocorrelación espacial entre los valores de cada sección y los promedios de sus secciones vecinas (I de Moran de +0.841, I² = 70.7%). El mapa rompe con el carácter dicotómico Este-Oeste del mapa de las alcaldías, e indica patrones policéntricos de polarización. ↩︎
  3. Las gráficas 1-7 y el mapa 2, ilustran los perfiles educativos de los electorados de los principales partidos, así como la correlación estrecha entre los márgenes de victoria y los niveles de educación. Cada punto representa una sección electoral: los promedios seccionales de escolaridad se reportan siempre sobre el eje horizontal, los porcentajes de cada partido o coalición, sobre el eje vertical. Para facilitar la lectura, las secciones se agrupan en quintiles y se colorean en rojo (niveles muy bajos), rosa (bajos), amarillo (medios), celeste (altos) y azul (muy altos de escolaridad). En la medida en la que incrementan los años promedio de escolaridad, también se reduce la presencia del PRD, de Morena y del PT, mientras que incrementa la parte de votos a favor del PAN. Por ende, los márgenes de victoria entre Morena y el PAN, así como entre las coaliciones JHH y VxM, se reducen de forma simétrica y cuasi lineal, rebasando los +50 puntos porcentuales en las secciones con los menores, y los -50 puntos porcentuales en las secciones con los mayores niveles de escolaridad. ↩︎
  4. Este mapa se construyó mediante un análisis multifactorial que permite agrupar las secciones electorales en función de la configuración de los votos obtenidos por cada partido que accedió a la representación legislativa en 2021. Las 5 mil 527 secciones se agrupan sucesivamente en categorías en función de la similitud de sus configuraciones multipartidistas –minimizando su varianza interna y maximizando las diferencias entre ellas–. Su clasificación jerárquica ascendient” permite distinguir seis configuraciones con características distintivas: lejos de distribuirse de forma aleatoria, estas conforman territorios coherentes con patrones de competencia interpartidista propios. El cuadro sintetiza los promedios de votos que obtiene cada partido en cada categoría, e ilustra la fuerza desigual de los partidos en los distintos territorios. ↩︎
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es profesor investigador de El Colegio de México, especializado en elecciones y en el análisis socio-territorial del voto. Sus publicaciones se encuentran aquí y aquí.


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