“Yo creo en ustedes”: Obama y un discurso de antología

Ayer, Barack Obama dio su último discurso del estado que guarda la Unión ante el Congreso de EUA. Comparto con ustedes cinco aciertos que hacen de esta gran pieza retórica.
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Ayer, el presidente Barack Obama dio su último discurso del estado que guarda la Unión (State of the Union) ante el Congreso de Estados Unidos. Comparto con ustedes cinco aciertos que hacen de esta, en mi opinión, una gran pieza retórica.

1.-El tono. En línea con el Obama que hemos visto los últimos dos años, este discurso nos muestra a un líder que dejó atrás el cálculo político y se lanza con más fuerza y convicción a defender lo que ha logrado y lo que quiere lograr en la Casa Blanca. El discurso no solo establece su legado, como la ampliación de los programas de salud y la recuperación de la economía luego de la Gran Recesión. También narra lo que ha intentado lograr, aun con el Congreso en contra, como el control de armas y la reforma migratoria, y lo que le hace falta a Estados Unidos como nación: dejar de querer ser el policía del mundo y ponerse a trabajar en lo interno en una gran reforma al sistema político-electoral. Esto le da al discurso una enorme claridad en el mensaje central. Y quien tiene claro su mensaje, suena siempre seguro y más convincente al comunicarlo.

2.- La visión de futuro. Obama inicia diciendo que este no es un discurso en el que, como lo dicta la tradición del State of the Union, se centrará en una agenda legislativa y de políticas públicas para el resto del año. Señala desde el arranque que este es un discurso para la historia, en el que va a dejar claros los ideales y valores que le han movido a lo largo de su presidencia. Es una reflexión sobre lo que, en la narrativa estadounidense, hace fuerte a ese país: la libertad, la tolerancia, y el trabajo de los ciudadanos.  

3.-El alto al “payaso naranja”. Toda narrativa política necesita no solo dejar en claro cuáles son los valores que se defienden, sino también a lo que uno se opone. Y vaya que Obama dejó claro que se opone a la retórica populista y de odio racista de Donald Trump. En uno de los momentos clave del discurso, dijo que:

“Necesitamos rechazar a la política que señala a la gente por su raza o religión. No es un asunto de corrección política, sino de entender lo que nos hace fuertes. El mundo no nos respeta por nuestro arsenal, nos respeta por nuestra diversidad, nuestra apertura y la forma en la que respetamos las creencias religiosas de todos. Su Santidad el Papa Francisco dijo a este Congreso que “imitar el odio y la violencia de los tiranos y asesinos es la mejor manera de ocupar su lugar”.  Cuando los políticos insultan a los musulmanes,  cuando una mezquita es atacada o un niño agredido, eso no nos hace un país más seguro. Eso no es “decir las cosas como son”. Simplemente está mal. Nos disminuye ante los ojos del mundo. Nos hace más difícil alcanzar nuestras metas. Y traiciona lo que somos como país.”

4.- El llamado a reformar el sistema político-electoral. Obama se refirió a este tema con algo que realmente envidio de la cultura política estadounidense y su discurso: la posibilidad de decirle a la audiencia que ellos, los ciudadanos, y no el gobierno, son los responsables del destino del país. En contraste, en México tanto los políticos como los ciudadanos alimentan la fantasía de que los primeros son los únicos responsables del futuro colectivo. Dice Obama:

“Pero yo no puedo cambiar las cosas solo. Los cambios en nuestro proceso político sólo ocurrirán cuando el pueblo estadounidense los demanden. Depende de ustedes. Eso es lo que significa tener un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Lo que les estoy pidiendo es difícil. Es más fácil ser cínico y aceptar que el cambio es imposible y la política no tiene esperanza y creer que nuestras voces y acciones no importan. Pero si nos rendimos ahora, entonces renunciamos a un futuro mejor.”

5.- El cierre – “I believe in you”.  La parte más importante de un discurso político es el cierre, no solo porque es la sección donde se sintetizan los argumentos racionales, sino también donde se tiene que llevar a la audiencia a la mayor altura emocional. En el cierre ya no se debe hablar de cifras, leyes o reformas que a nadie le interesan. En el cierre se le debe hablar a la audiencia, se le debe tratar como lo que es: la protagonista de la narrativa creada a lo largo del discurso. Y se le tiene que dejar claro lo que se espera de ellos: un llamado a la acción. Y Obama dio cátedra de lo que es un buen cierre discursivo:

“Cualquiera que sea tu creencia política, ya sea que prefieras un partido político o ninguno, nuestro destino colectivo depende de tu voluntad para cumplir con tus obligaciones como ciudadano. Ir a votar. Opinar. Salir a la defensa de otros, especialmente de los débiles, especialmente los vulnerables, sabiendo que cada uno de nosotros está aquí porque alguien, en algún lugar, salió a nuestra defensa. Estar activos en nuestra vida pública para que ésta refleje la bondad, la decencia y el optimismo que veo en el pueblo estadounidense cada día. […] Eso es lo que me hace tener tanta esperanza en el futuro. Tengo esperanza por ustedes. Yo creo en ustedes. Por eso me presento aquí, confiado en que el Estado de nuestra Unión es fuerte.”

No tengo duda de que Obama es el líder político más talentoso para la oratoria que verá nuestra generación. Realmente lo voy a extrañar.

 

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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