Amigo de los sabios, maestro de los buenos,
He acogido en mi pecho ese canto profรฉtico,
Mรกs que canto de historia, de cuyo tema excelso
(Bien cantado por ti por vez primera)
Sobre los fundamentos y la edificaciรณn
De un Espรญritu Humano has osado contar
Lo que puede contarse, revelable a la mente
Comprensiva; y lo que hay dentro de ella,
Por hรกlitos vitales secretos como el alma,
De vernal crecimiento, que en el pecho acelera
Conceptos tan profundos que no pueden ser dichos.
Arduo, elevado tema
De espontรกneas sonrisas y miedos misteriosos
(Hijos de la Razรณn, y nacidos gemelos),
De mareas que ceden a una fuerza exterior,
Y corrientes que pueden parecer auto-determinadas,
O a un poder interior; de momentos terribles,
Ya dentro de tu vida, ya fuera de ella, cuando
De ti mismo brotaba el poder, y tu alma recibรญa
La luz que reflejaba, como luz concedida;
De hermosas fantasรญas, de juveniles horas mรกs benignas,
Murmullos ibleanos de pensamiento lรญrico
Diestros en su alegrรญa, por caรฑadas y valles
Natales o extranjeros, lagos, montes famosos,
O la calzada sola, cuando salen los astros;
O al lado de secretos arroyos de montaรฑa,
Guรญas y compaรฑeros de tu paso.
De mรกs que Fantasรญa: de Sentido Social que se dilata,
Vasto, y el hombre amado como hombre,
Donde, en todos sus pueblos, Francia quedaba trรฉmula
Lo mismo que una barca quieta bajo el estrรฉpito
Del trueno unido al Cielo, cuando ninguna nube
Se hace visible, o sombra sobre el mar.
Allรญ estabas, tus propias cejas engalanadas,
En medio del temblor de un reino fรบlgido,
En medio de una fuerte naciรณn alborozada,
Cuando del corazรณn comรบn del ser humano
La esperanza brotรณ como Deidad oriunda.
โDe esa amada Esperanza infeliz y abatida,
Asรญ llamada a casa, desde entonces pacรญfica y segura
De la atalaya atroz del yo total del hombre,
Con la luz no menguante en sus ojos, que miran
Lejos โella, en sรญ misma, gloria que contemplarโ,
รngel de la visiรณn. Y del Deber, entonces (canto รบltimo),
Leyes electas que controlan la elecciรณn,
Acciรณn y jรบbilo. Un verdadero canto รณrfico,
Un sacro canto de altos, ardorosos conceptos
Cantados a su propia partitura…
Velada tras velada,
Querida hora tranquila, cuando el dulce sentido del Hogar
Es el mรกs dulceโฆ Instantes por su objeto aclamados,
Mรกs deseados, mรกs preciados por tu canto,
Escuchando en silencio, como un niรฑo devoto,
Mi alma estaba pasiva, por tus varios acordes
Llevado como en olas, unas veces, debajo de los astros,
Con fugaces estrellas de mi propio principio,
Hermosa espuma constelada, todavรญa corriendo
Hacia lo oscuro; un mar tranquilo, a veces,
Desplegado y brillante, mas combado a la luna.
Y cuando, amigo mรญo, mi consuelo y mi guรญa,
Fuerte en ti mismo y con poder para dar fuerza,
Tu duradero canto finalmente acabรณ
Y cesรณ tu voz grave โpero tรบ todavรญa
Delante de mis ojos, y a nuestro alrededor
Una alegre visiรณn de amados rostrosโ
Consciente apenas, aunque consciente de su fin,
Colmo mi ser fundido en un solo concepto
(ยฟConcepto? ยฟAspiraciรณn? ยฟResoluciรณn?),
Absorto, pero aรบn pendiente del sonido,
Y al levantarme me encontrรฉ rezando. ~
(1807)
Versiรณn de Andrรฉs Sรกnchez Robayna y Sally Burgess