Si Badani fuera un electrodomรฉstico, serรญa uno que corta, pica y raya a su interlocutor a miles de revoluciones por segundo. Cuando habla —quizรก deberรญa decirse, cuando monologa—, se peina hacia afuera su bigote entrecano con finos movimientos del pulgar y el รญndice. Armar algunas frases con รฉl es imposible. Badani huele tus intenciones, adivina tus preguntas, interpreta tus gestos, sospecha de tus palabras. No es para menos: polรญgamo, experto en informรกtica, anticatรณlico incendiario, ilustrado sexual y amante de una libertad entendida como esa capacidad de elegir a quรฉ cadena te atas, Badani es tambiรฉn un adicto a la etimologรญa. Dice que familia viene del latรญn famulus, que significa siervo. รl tiene seis.
El hombre conserva una barba de profeta y un fulgor jactancioso en los ojos. Ahora estรก en su tienda de lencerรญa y ropa sexy que administra junto a sus esposas en un centro comercial de Miraflores, un barrio residencial de Lima. Ya lleva varios minutos hablรกndome de corsรฉs y no he dicho una sola palabra. Se toca sutilmente la garganta, la seรฑal para que una de sus esposas le sirva Coca-Cola. Me lo habรญa anunciado, como diciendo ahora verรกs mi poder. Ellas siempre estรกn pendientes de sus necesidades como siervas abnegadas, esclavas que aseguran sentirse libres como pรกjaros. La esclava y el paladรญn, รฉsa es su definiciรณn ideal de pareja. Ellas pasan a ser parte de รฉl y รฉl se juega la vida por ellas. Parece una reciclada pero revolucionaria fรณrmula de ser feliz.
El combate por la igualdad entre hombres y mujeres le parece el resultado de una estupidez erudita, la verdadera causa de la destrucciรณn de la familia. A los machos y las hembras los unen sus carencias, por eso la familia es para Badani la obvia integraciรณn de complementarios. Puede compararse, dice, a un barco en el que las mujeres son los oficiales y los hijos la tripulaciรณn. La tripulaciรณn no tiene ni voz ni voto. Los oficiales tienen voz para aconsejar al capitรกn y no voto. Pero el capitรกn Badani es el รบnico responsable del barco, la tripulaciรณn, la carga, los pasajeros, el itinerario. Es el รบnico que tiene voz y voto.
Yo sรณlo espero que me permita recuperar mi voz.
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La รบltima vez que lo entrevistรฉ en su tienda me dio la noticia: "Le has caรญdo bien a las chicas. Debe ser porque hiciste toda tu tarea". Antes de buscarlo, habรญa leรญdo su Aspas de molino, un libro de cuentos y poemas en el que Badani figura en la carรกtula vestido de Don Quijote. El gurรบ estaba al tanto de que visitar su casa, es decir, compartir un dรญa en el hogar de la familia Badani, era mi mรกs preciado objetivo. Para incrementar mi deseo, Badani habรญa ido dilatando su consentimiento tanto como pudo. Hace un tiempo se habรญa mudado a las afueras de Lima, donde no lo alcanzaran los tentรกculos de la prensa alimaรฑa. Ya en su nueva casa, รฉl y sus mujeres se habรญan prometido cerrar el paso a quien pretendiera mirarlos otra vez como unos animales de zoolรณgico. Nada de periodistas, segรบn Badani, mercaderes de gente. Pero รฉl es como un padre de familia que sabe cuรกndo debe dejar de mostrarse inflexible para tornarse benevolente, y ante el cual no queda otra que aparecer conmovidamente agradecido. Asรญ aceptaron recibirme, sin cรกmara fotogrรกfica, sin grabadora, sin libreta de apuntes.
Si hasta entonces habรญa sido la perseguidora y ellos los escurridizos, la historia estaba a punto de cambiar. Llamรฉ el dรญa acordado a la tienda y me contestรณ una de sus esposas. Era Mara Abovich, una chilena rubia y alta que se acomoda su esponjosa y pesada cabellera a un lado del cuello. Es la encargada de avisarme que Badani me invita a su casa de martes a jueves. La oferta consiste en pasar dos noches con el gurรบ del sexo y sus seis esposas en un lugar no precisado de Lima. Mara me pregunta si no era eso lo que querรญa. Y sรญ, lo era, aunque el asunto ahora sobrepasara mis expectativas. Recomienda que lleve mi cepillo de dientes y, si puedo, unos marshmallows blancos para dorarlos en la chimenea. El camino al camino es el camino, dice el Tao.
Esa noche, para no desentonar, llego en faldas a su tienda: "Badani, instrumentos de seducciรณn", se lee en las etiquetas de su ropa. Badani me dijo que sus mujeres no usaban pantalones. Tambiรฉn que usaban depilado total, pero a tanto no lleguรฉ. Mara, su sexta esposa, cargaba varias bolsas del supermercado donde iban las salchichas italianas y otros pedidos expresos de Badani.
—Me vas a disculpar, pero Ricardo me pidiรณ que lo hiciera.
Iba a medir mi aura de honestidad con un detector de cรกmaras comprado en RadioShack, uno de esos lugares donde Badani suele adquirir chucherรญas tecnolรณgicas. Mara Irma Abovich se parece a su cuerpo: es una mujer de carรกcter, vigorosa, que infunde respeto de inmediato. Hay en ella un modo de alternar la severidad y el buen humor que hace que no pueda dejar de mirarla cuando habla. Tal vez sea la รบnica de las seis mujeres que parece no haber sido domada del todo. Es la sexta. Da la impresiรณn de que la insurrecta que llevara dentro no estuviera muerta sino dormida, como si ella misma hubiera preferido que estuviera siempre asรญ, aunque de vez en cuando pueda salir con una ironรญa que Badani finge ignorar.
La sexta esposa me cuenta que pertenece a una familia adinerada de Chile. Su historia es ejemplar para entender a las seรฑoras Badani. Dice haber sido una exitosa empresaria del rubro de decoraciรณn de interiores, una de esas mujeres autosuficientes que, luego me enterarรญa, son un tanto mal vistas en la familia Badani. Se comprรณ un lujoso departamento y viajรณ por todo el mundo, pero un dรญa sintiรณ que nada tenรญa sentido. Hasta que vio a Badani en una conferencia hablando sobre Tamntra.
—¿Tu novio no se preocupรณ cuando le dijiste que te ibas a quedar en casa de Badani? —me pregunta de repente.
—Para serte sincera, no le hizo mucha gracia.
—Tiene razรณn —me dice.
La primera vez que fue a ver a los Badani, Mara Abovich recuerda haber pensado que eran unos locos que tenรญan una vida interesante, pero para nada podรญa imaginarse como una de ellas.
—Y ya ves, fui la sexta. Uno no puede resistirse a esa vida. Tal vez tรบ seas la sรฉptima.
Siento un escalofrรญo cรณmico. Puuyarii de Shrii Saarasvatii, la Diosa de la Sabidurรญa, rige la vida de Mara. Segรบn su religiรณn, su dรญa libre es el sรกbado. Cada mujer de Badani tiene un dรญa libre a la semana, un dรญa en que puede sentirse a sus anchas, en que estรก eximida del trabajo domรฉstico y recibe la bendiciรณn de dormir con el esposo en su king-size. Hoy es el dรญa de Gaby, mi tocaya.
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Genealogรญas: Badani es el apellido materno de Ricardo Ruiloba. Se lo cambiaron, me cuenta, en medio de una de esas guerras familiares. Su padre era Luis Marรญa Ruiloba, un abogado que se separรณ de Teresa Badani cuando el futuro gurรบ del sexo tenรญa apenas tres aรฑos; esto debiรณ de haber desatado los odios del abuelo materno. Ruiloba es un apellido asturiano que significa "seรฑor de los lobos". Es tambiรฉn el tรญtulo de la novela inรฉdita que Badani dedica a su padre y en la que explica la tesis de los clanes como base de la sociedad ideal.
Aรฑos despuรฉs Ricardo Badani recuerda haber conocido a su padre luego de que รฉste se cayera de una silla. Cuenta que llegรณ al despacho de Luis Marรญa Ruiloba en el Ministerio de Trabajo y que se anunciรณ con la secretaria: de parte de Ricardo, su hijo. Al otro lado de la puerta se escuchรณ un estrรฉpito espectacular: su padre se habรญa ido al suelo y salรญa medio abollado arreglรกndose la chaqueta. "Cancele todas mis citas que me voy a almorzar con mi hijo", dice Badani que fueron sus palabras. En Lima era un dรญa soleado.
Hoy que es un cincuentรณn, las menciones a su familia lo ponen tan a la defensiva como a un niรฑo al que han dejado solo. Pero Badani se emociona cuando recuerda al abogado Luis Marรญa Ruiloba. Mรกs que traumatizarlo, la experiencia del padre ausente parece a fin de cuentas haberlo enriquecido. En cambio, cuando le menciono a Bernardo, su hermano tres aรฑos mayor, un telรณn cae sobre su cara. Dice que su historia con รฉl nunca fue muy cercana, pero que a pesar de ello nunca imaginรณ que serรญa capaz de darle la espalda en el episodio de su retorno al Perรบ. Jamรกs. Y ahora le ha quedado el rencor.
En toda familia hay lรญos de hermanos. No se puede saber si Badani bromea cuando dice que el suyo es un vendedor de papas glorificado, alguien que vende tubรฉrculos para el gobierno del Perรบ. Pero ya no estรก dispuesto a seguir con el tema. Ha pasado demasiado tiempo desde la รฉpoca en que ambos, recuerda el gurรบ, montaban bicicleta entre las parras baรฑadas de luz de la hacienda de los Venturo. Allรญ trabajaba el abuelo Badani que hizo las veces de padre para los hermanos Ruiloba. Era un tรญpico hogar catรณlico de clase media tradicional.
Un dรญa conversรฉ con Rafael Leรณn, un reconocido escritor, viajero y humorista que habรญa sido compaรฑero del gurรบ en el colegio Champagnat de Miraflores. Se acuerda perfectamente de los Ruiloba Badani. Los recuerda como "dos hermanos igualitos, pรกlidos, medio mortecinos pero muy pedantes y sobre todo absolutamente gansos". Durante los aรฑos que pudo verlos se llevaron todos los premios escolares. En el caso de Ricardo Badani, hay que decirlo, obtuvo las once primeras medallas de oro de los once aรฑos que durรณ su etapa colegial. Todos los diplomas de ciencias, letras y conducta. Leรณn dice que la mamรก y la tรญa de los Ruiloba Badani eran muy amigas de los curas maristas. Podรญan interrumpir la clase a media maรฑana sรณlo para llevarles a los chicos una bandeja con jugo de papaya y pan.
Para Leรณn eran unos genios, pero del tipo que sรณlo tiene cerebro, no cuerpo ni emociones. Les auguraba un futuro como curas o, en el mejor de los casos, homosexuales. Hace unos aรฑos, se sorprendiรณ al ver al menor de ellos aparecer con seis mujeres y como todo un experto en sexualidad. Leรณn sรณlo puede pensar en un ajuste de cuentas. Otro compaรฑero de la misma aula escolar, Manuel San Romรกn, tambiรฉn pensaba que ese adolescente pegado a las buenas costumbres iba a ser cura. Alguna vez dice haberse tomado un cafรฉ con Badani y haberse quedado admirado por la vastedad de su cultura y de su libertad, y por la firmeza de sus ideas.
—Vivir con una mujer es difรญcil, con dos es peor, imagรญnate con seis. El tipo es un genio —concluye San Romรกn.
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Badani me advierte que he sido admitida en su casa porque se me ha concedido el beneficio de la duda. Me dice que reciรฉn cuando se publique esta historia serรฉ una certeza. Se abre la puerta de la casa de los Badani y aparece este hombre en pantuflas, seguido de los fidelรญsimos Taffy, Lucky y Cindy, los laberintosos perros de la familia que por aรฑos han sido los mรกs perfectos hijos sustitutos. Mรกs allรก veo por primera vez a las seis esposas juntas.
En orden de llegada a su vida:
1. Elsa 2. Gaby. 3. Lola. 4. Mercedes. 5. Beatriz. 6. Mara. Una en seis, como las llama Badani. Les echo un vistazo: todas pasan los treinta aรฑos y usan ropas de colores estridentes, pero elegantes a su manera. Siento que asumen mi invasiรณn con sabidurรญa. De hecho, si algo han aprendido durante el tiempo de su convivencia, es tolerancia hacia otras mujeres.
Una de las preguntas que Badani y sus esposas repetirรกn varias veces durante mi visita es si habรญa imaginado asรญ su casa. La verdad que no. Algunas veces la habรญa imaginado como un palacete a lo Taj Mahal y otras como un reducto para ascetas. Pero nada. Un bucรณlico sofรก-columpio se mece con el viento en el jardรญn de la entrada. Badani me lleva a su rincรณn favorito, un acogedor bar donde guarda una respetable reserva de vinos. En la รฉpoca en que tenรญa su programa de televisiรณn se convirtiรณ en un barman. Ahora es una especie de quรญmico loco metido detrรกs de la barra. Inventa nuevas bebidas. Es tan obseso que dice que se ha dado el trabajo de cronometrar cuรกntos minutos demora en entrar a la sangre cada uno de los licores mezclados en un trago de su autorรญa, bautizado por obvias razones como "Amnesia".
Badani me prepara un cรณctel para hacer mรกs entretenido un tour de bienvenida por esta casa que dice haber comprado a precio ganga. Fue despuรฉs de vender su rancho en Santiago y le ha costado una fortuna reconstruirla. Lo cuenta con el mismo orgullo con que suele hablar de su potencia sexual o de su coeficiente intelectual. Nada de alfombras persas ni de velos ni de alabastros ni de estatuas doradas. El living es casi campestre. A un lado, la sala de cรณmputos. Arriba estรก la biblioteca, con una estupenda colecciรณn de literatura erรณtica y una extraordinaria ediciรณn del Kamasutra. Una colecciรณn de videos erรณticos (algunos clรกsicos como Historia de O). Todo un festรญn para los amantes del erotismo con el que pienso divertirme antes de irme a dormir. Tambiรฉn las dos habitaciones con decoraciรณn minimalista. Tiene tres camas cada una, y allรญ es donde duermen las esposas. Por รบltimo, la habitaciรณn del marido con un cartelito de "no molestar" en la puerta.
El menรบ de la cena estรก a punto de decidirse. Esta noche me toca dormir en la cama de Gaby, mi tocaya. Compartirรฉ el cuarto con Mara y Beatriz. Pero volviendo al menรบ: podemos escoger entre la sopa Badani (fideos, chorizos, aceitunas, jamรณn, pollo, queso, res) o las salchichas a la chimenea, unos perros calientes en ese lugar de su sala. Titubeo. Beatriz tiene una iluminaciรณn y pide ser engreรญda con una pizza. Asรญ se deciden las cosas en esta casa. Mientras cinco de ellas trabajan en la cocina, Badani me lleva hasta el rรบstico sofรก de la sala. La Gatita, como llama a Mercedes, bailarรก la danza del vientre para mรญ. Me acomodo en la platea. Badani me explica cada fase del baile: la mirada, el llamado, el ofrecimiento, la entrega.
—Si la mujer no se moja despuรฉs de este baile —me explica—, entonces no lo ha bailado bien.
Maรฑana La Gatita me enseรฑarรก la danza del vientre. Hay expectativa. Por mientras, comemos pizza. Tema de la noche: es una familia que cuando cena conversa de la eyaculaciรณn femenina. Sugieren que pueden ayudarme a conseguirla. Me dicen que tienen un espรฉculo de ginecรณlogo en casa y que soy libre de usarlo cuando guste (sรณlo para hombres: un espรฉculo es un artefacto para examinar la cavidad vaginal). Todo es armonioso. Todo es un descubrimiento. Todo es tan perfectamente a lo Badani que les pregunto si esto no es una sesiรณn de cรกmara escondida.
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Badani se jacta de su inteligencia. Da nรบmeros. Me informa que su primera mediciรณn de iq dio 154. La segunda, 198. El detalle estรก en su pรกgina web. Dice que un dรญa puso un aviso en el periรณdico: "Alquilo cerebro, joven bilingรผe y en bastante buen estado de funcionamiento". Asรญ recuerda haber conseguido su primer trabajo en una petrolera como asistente de servicios administrativos. A los tres meses, dice, tenรญa el puesto de su jefe. Badani recuerda que supo entonces que la libertad era un estado de conciencia, que podรญa llegar muy lejos siendo sรณlo รฉl mismo. Dice que se hizo un hombre libre cuando descubriรณ por quรฉ querรญa ser el mejor de la clase, por quรฉ querรญa una carrera, por quรฉ querรญa estabilidad econรณmica. Y la รบnica respuesta fue: quiero una familia.
Le irรญa muy bien con las computadoras. Su microempresa de software para PC miniComp fue una de las primeras en el Perรบ. A inicios de la dรฉcada de 1990, Badani viajรณ a Chile en busca de nuevos horizontes. Cuenta que fue asesor informรกtico de compaรฑรญas como la Apple del paรญs del sur. Sospecho que el tema econรณmico no se discute en esta familia. El esposo ve cรณmo se las ingenia para producir y las mujeres sรณlo colaboran. Ahora Badani hace trabajos de software en su empresa independiente Gurรบ & Familia y toma los excedentes de trabajo que le pide resolver un ex socio. En 2001, รฉl y sus esposas emprendieron el negocio de la tienda de ropa erรณtica. El diseรฑo, la confecciรณn y la venta son responsabilidades de toda la familia. De la tienda y algunas conferencias —como la que dio Badani el otro dรญa en la Sociedad de Mujeres Judรญas— vive este matrimonio heptagonal. A los que piensan que Badani tiene que ser millonario para vivir con seis esposas, รฉl les responde que mรกs caros son esos parรกsitos modernos denominados "mujeres independientes". No me doy por aludida.
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Dice Badani que naciรณ en el clan de los "catolocos". Lรฉase catรณlico=loco. Me explica que era demasiado inteligente para seguir prendiรฉndole cirios a la trasnacional mรกs grande del mundo, que pide limosnas a los pobres mientras beben en cรกlices de oro. "Sรณlo cuando San Cipriano [el cardenal Cipriani] sea carpintero en el distrito de Comas, creerรฉ en รฉl". Ya no es el mismo Badani que hace aรฑos promovรญa las misas juveniles con guitarra elรฉctrica en la Comisiรณn Episcopal. Una de sus esposas me muestra un disco de vinilo con el rock catรณlico made in Badani. El romance entre รฉl y la Iglesia catรณlica se acabรณ como se acaban esas cosas: un sacerdote quiso que viera negra una vaca blanca y punto final.
Badani buscaba algo. Dice haberse ido a estudiar la Biblia con los mormones, a escribir historias con los Testigos de Jehovรก, a predicar con los evangรฉlicos. Dice que probรณ con el esoterismo, que aprendiรณ a leer el Tarot, y que terminรณ seducido por el Tao y el yoga. En eso estaba, cuando un amigo suyo le comentรณ que venรญa de la India un fulano medio gurรบ. Badani recuerda que encontrรณ a un greรฑudo que masticaba un inglรฉs elemental y que no le inspiraba ningรบn respeto. De la nada el hindรบ รฉse empezรณ a hablarle de fรญsica nuclear. Recuerda que le dijo que era un ser habitado de sistemas solares, lo conmoviรณ, y lo instรณ a adorar a Dios con todo el cuerpo y la mente. Un aรฑo despuรฉs se encontraron en la misma calle del centro de Lima y Badani recibiรณ la iniciaciรณn.
Lo que nunca sospechรณ, recuerda, fue que su maestro iba a escogerlo como sucesor. A Badani sus esposas le dicen "gurunyi". Lรฉase mi gurรบ. Dice tener uno de los rangos mรกs altos de una religiรณn con cinco mil aรฑos de antigรผedad. El tantrismo adora a Dios en su doble dimensiรณn: masculino (Shiva) y femenino (Shaktii). Pero el tantrismo de los Badani no tiene nada que ver con la publicitada tรฉcnica sexual tรกntrica de la Nueva Era. Va mรกs allรก: busca la realizaciรณn del ser humano aceptando la sexualidad como parte esencial de la vida. Pueden tener hasta seis mujeres, una para cada dรญa. Se dice que Shiva tiene un solo aspecto: el pene erecto. En cambio, Shaktii, la esposa, tiene seis aspectos. El lunes corresponde al seรฑor Shiva y se adora al aspecto masculino de Dios, es decir, a Badani. El martes se adora a Gaby, el miรฉrcoles a Elsa, el jueves a Beatriz, el viernes a Mercedes, el sรกbado a Mara y el domingo a Lola. Badani ha hecho realidad sus sueรฑos. Prefiriรณ ser Don Quijote a morir de empacho en una cama a lo Sancho Panza.
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No es tan simple identificar a este hombre que ahora hace el amor a seis mujeres a la vez con aquel escrupuloso joven que confesaba haber tenido su primera enamorada reciรฉn a los diecinueve aรฑos. Hormiguita, uno de sus amigos inolvidables, pensรณ que era hora de que Badani pasara de la teorรญa a la prรกctica. El gurรบ recuerda que Hormiguita lo invitรณ al burdel de una amiga suya, una profesional medio achinadita que se lo tomรณ con calma. Antes de casarse, dice, Badani tendrรญa algunas novias pero ninguna cรฉlebre. Ya en la รฉpoca en que impartรญa las enseรฑanzas del Tamntra, llegรณ Elsa Linares, loretana, secretaria ejecutiva y estupenda cocinera. Se enamoraron pero, antes de sellar el compromiso, Badani se sincerรณ. Ahora recuerda que le dijo:
—Mi gurรบ me ha advertido que la mujer que se case conmigo no serรก la รบnica.
Le recomendรณ tomarse un tiempo, y Elsa Linares le contestรณ que no necesitaba pensarlo. Cuenta que fue ella misma la que sugiriรณ aรฑos despuรฉs que se fijara en Gabriela Amor Zevallos (sรญ, es mi tocaya y se llama Amor), quien habรญa llegado a casa sรณlo para aprender computaciรณn. Badani dice que un dรญa estaban en la cama cuando Elsa lo sorprendiรณ preguntรกndole si Gabriela Amor le parecรญa una digna candidata para segunda esposa. Tres es un nรบmero cabalรญstico. Cuando ya tenรญa dos en su haber, Badani conociรณ a Aurora Revollรฉ, Lola, en el restaurante de un amigo. Tercera. Mercedes Morales llegรณ despuรฉs para escuchar sus charlas y se quedรณ para siempre. Cuarta. Y Badani se fue a Chile con un cuarteto de esposas. Beatriz Gonzรกlez llegarรญa a รฉl luego de escucharlo hablar en la radio sobre La Gran Explosiรณn. Quinta. Y finalmente Mara Abovich trocarรญa su curiosidad por amor. Sexta. Asรญ celebraron la Ceremonia de Uniรณn Eterna, para compartir todas las vidas futuras y sin celos. "Siete sin celos es como el cielo", dice el lema de su pรกgina web.
Para Badani es un hecho que una familia poligรญnica (un hombre y varias mujeres) es mรกs sรณlida y estable que una familia monogรกmica. Acaba de cumplir once aรฑos de casado con la รบltima y ya va por los veintitrรฉs con la primera. Badani es la prueba viviente de que su experimento funciona. Ventajas de ser un Badani: si la mujer no quiere acostarse con su esposo, poco importa porque estรก la otra. Fin al chantaje sexual. Estรก la figura de la mujer que ayuda al esposo a entender a otra mujer que no es ella. Si alguna tiene un bebรฉ, la otra puede sustituirla en sus labores de madre para que la primera no descuide sus responsabilidades de esposa. Y si el esposo fallece, ya tienen cรณmo salir adelante todas juntas. Una ventaja mรกs de la poliginia: la casa se limpia mรกs rรกpido.
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Las seรฑoras de Badani han publicado su firme voluntad de abrazar en pleno siglo xxi las cadenas del amor y asรญ son una patada al hรญgado para cualquier feminista secuaz de Simone de Beauvoir. Las han tratado como borregas de un depravado pastor, pero al conocerlas a muchos les sorprende encontrarlas bonitas e inteligentes. Sorprende hallar mujeres tan seguras de lo que quieren y de que, mรกs allรก de que haya sido o no una funciรณn teatral montada para mรญ (ninguna familia es tan perfecta), no sentรญ en absoluto que estuvieran haciendo algo en contra de su voluntad. Todo lo contrario. ¿Tendrรก que ver con el hecho de que su marido sea su gurรบ? Para las Badani ha sido una cuestiรณn de elecciรณn. Tuvieron la oportunidad de ser mujeres emancipadas a la manera de las demรกs, pero escogieron esta singular manera de ser libres.
Las seis esposas se acaban de levantar a las cinco de la maรฑana y yo con ellas. Me pregunto si todos los dรญas tendrรกn esa convicciรณn. Beatriz y yo lavamos los platos de la pizza de anoche. Dice que la diosa de la prosperidad y la devociรณn rige su vida. La chilena es menuda y de apariencia frรกgil. Como sรฉ que le gustan las novelas erรณticas, le cuento que anoche avancรฉ en la lectura de Viaje al deseo y ella me cuenta que estรก escribiendo una novela. El desayuno estรก listo. Jugo de naranja, ensalada de melรณn, mermelada de mora, cafรฉ y lo que quedรณ de la pizza. Badani me trae un enrollado de queso con salami. Es hora del gayatri, un mantra que canta toda la familia. Cuando terminamos de desayunar, me invitan a pasar al mandir, la capilla del culto. Todas se colocan velos en la cabeza y a mรญ tambiรฉn me dan uno. Badani me pide que escoja una direcciรณn. Escojo mirar hacia el norte, que, dice รฉl, quiere decir paz en mi corazรณn. Me encuentro al centro de todas y cierro mis ojos. Ellas me rodean en lo que llaman "cรญrculo de biyas". Los mantras que cantan las mujeres son hermosos, secundados por la voz grave de Badani.
Se acabรณ la hora del rapto mรญstico y voy a ponerme en forma con Gaby Amor. El gimnasio de la casa tiene todo lo necesario. Antes habรญa sido una cochera. Badani se burla de mi ineptitud para los steps. Gaby Amor debe ser una de las mรกs talentosas de la familia: es experta en sistemas informรกticos y siempre se la ve cargando al engreรญdo de Taffy, un bebรฉ negro, peludo y sin pulgas. Es tambiรฉn la administradora del hogar y la que acompaรฑa a Badani en sus diligencias y viajes. Dicen que es la diosa madre de los guerreros, la que protege a sus hijos. Quรฉ raro: jurarรญa que Gaby Amor tiene la cara exacta de una diosa hindรบ. Subo las escaleras empapada para darme un baรฑo y me asomo al cuarto del gurรบ, quien tambiรฉn parece ser un experto en acupuntura. En la cama estรก tendida Lola, con varias agujas clavadas en la espalda y en los pies. Lola, arquitecta de profesiรณn, tal vez sea la mรกs seca y seria de las seis esposas. Su diosa es la madre protectora. Badani me enseรฑa sus cรกmaras de video miniatura y no puedo sino preguntarme si no habrรก alguna por allรญ. En la ducha, ensayo mi mejor sonrisa, por si acaso.
Badani es un anfitriรณn esplรฉndido y atento hasta la exageraciรณn. A mรญ tambiรฉn me mima con chocolates y me dice que puedo hacer lo que quiera, por lo que me hago a la idea de que hoy es mi dรญa libre. Si ellas son serviciales, รฉl es un consentidor. Eso puede ser algo perturbador para alguien que proviene de una familia matriarcal como yo. Pero ahora me tocan clases de baile. Mercedes es la guapa, la artista de la familia, la que da masajes, la que corta el pelo, la diosa de la misericordia. Dice que su mayor bendiciรณn es la entrega a su esposo. Ademรกs le encantan los juegos de roles, escribir y leer en inglรฉs y en francรฉs. De lejos es la engreรญda de la casa. Basta ver la sala de baile rodeada de espejos que le regalรณ Badani. Piso de parquรฉ mismo salรณn de ballet. Ahora nos hemos amarrado paรฑuelos en la cadera. Me alucino una de las chicas de la telenovela El clon, de esas que en un club nocturno acercan sus ombligos al espejo con un cimbreante movimiento de cadera al ritmo de Las chicas de Alejandrรญa, una tรญpica canciรณn รกrabe. Badani entra y, sin mi permiso, me toma una foto en pleno trance. La Gatita ha tenido la delicadeza de decirme: "Tienes condiciones innatas para la danza del vientre".
Al terminar esta noche las veo y quiero ser como ellas. Quiero ser mantenida y adorada con caramelos en forma de corazรณn y rosas de chocolate. Quiero que mi trabajo sea un hobby, estar todo el dรญa en mi casa y que mi casa sea un lugar de juegos amorosos donde viven mis mejores amigas. Quiero hacer el amor delante de todas. Quiero bordar trusas y sostenes. Quiero hacer el mรกs memorable almuerzo para mi hombre. Quiero usar ropa de fantasรญa รกrabe. Quiero amar el presente. Quiero un dios.
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Una historia para no olvidar. Los Badani vivรญan apartados de todo en una granja de Los Maquis, un pueblo a dos horas al sur de Santiago. Tenรญan leguminosas y corderos. Gaby Amor me cuenta que hasta allรก fueron a hacerles la guerra, a recordarles que la persecuciรณn religiosa todavรญa existe y en su versiรณn mรกs lumpen. Dice que fueron cerca de una veintena de policรญas armados, de la Brigada de Delitos Sexuales. Hubo tambiรฉn camarรณgrafos de televisiรณn, y todos ellos ingresaron en la granja. En simultรกneo, la policรญa allanaba en Santiago la casa de otro miembro de la misma religiรณn. De ambos lugares, fueron llevados a los calabozos de Investigaciones de Santiago. Gaby Amor recuerda que tuvieron que hacer una huelga de hambre para que el entonces cรณnsul del Perรบ acudiera en su ayuda. Los acusaron de ser una secta sadomasoquista. Dice que los golpearon, que a algunos los torturaron, y que a las mujeres, las obligaron a desnudarse. Al final tuvieron que liberarlos por falta de mรฉritos, es decir, porque no existรญa delito. No los querรญan mรกs allรญ y los deportaron de Chile por los mismos cargos por los que habรญan sido absueltos. Los Badani persisten en apelar en un juicio que ha llegado hasta la oea. Gaby Amor me lo cuenta. Sus ojos de diosa hindรบ se incendian.
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Noticias de la prensa amarilla en tiempos de Fujimori: un tal Ricardo Badani, un peruano que tiene un harรฉn de seis esposas, el gurรบ del sexo, estรก preso en Chile acusado de sadomasoquista y de atentar contra las buenas costumbres. Eso vende. Apenas descendieron los siete del aviรณn en Lima, fueron acosados por la prensa. Era previsible, la carroรฑa del dรญa, lo normal. No habรญan pedido popularidad; se la habรญan impuesto. Pero a esas alturas no quedaba otra que aprovecharse de ella. El programa de televisiรณn Las noches de Badani fue una empresa familiar, como todo lo que es obra de los Badani. Sentada en el sillรณn mรกs cรณmodo de su biblioteca, repaso en el vhs una antologรญa de las escenas estelares del programa. Aรบn me parece increรญble que hayan podido difundirse en la cucufata televisiรณn nacional. Nunca el sexo fue tratado con semejante audacia clรญnica.
Era tan solemne que podรญa causar hasta risa. Visiones de los anales de la TV: Escena 1. Cumpleaรฑos de Badani. Sus esposas le regalan el espectรกculo de una estrรญper que sale de una inmensa torta de cumpleaรฑos y se desnuda en vivo y en directo. Detrรกs de ellos, reconocidos invitados, muy elegantes, aplauden, clap-clap-clap. Escena 2: Natalia Torres Vilar, una psicรณloga y sobria actriz de teatro, comparte sus experiencias con el sexo anal. Escena 3: Homenaje al cunnilingus: Badani exhibe un video casero y sin tapujos de una pareja que con antifaces ejerce el sexo oral. Se ve todo, primer plano buco-genital. Badani aparece seรฑalando con un apuntador de luz y en un lenguaje tรฉcnico describe las partes sensibles de los genitales de una mujer. Era un programa diario, a altas horas de la noche. Fue cancelado en un mes.
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Discusiรณn de la tarde en la residencia Badani: elegir el lugar donde colgarรกn la jocosa medalla olรญmpica que las esposas le regalaron en su รบltimo aniversario colectivo. En una cara se lee: medalla de oro al mejor esposo del mundo. Y a la vuelta: mรฉrito en el deporte amoroso. Cada una de las esposas duerme con Badani en su respectivo dรญa libre, pero todas saben que no hay organizaciรณn posible para el amor. รl puede hacerlo con una o con las seis. Su poema "Ellas seis" evoca la plenitud del amor entre siete: "Sus senos me rodean / sus senos erguidos / de curva excitante / con pezones duros / que mis labios abren / ponen en mis manos / corazรณn y sangre / que late en las seis / Sus vulvas me rodean / sus vulvas baรฑadas / de aroma fragante". A veces Badani estรก en la cama haciendo el amor con dos de ellas y entra una tercera con galletitas y algo de beber para los fatigados amantes. Si alguien llama, una cuarta puede contestar el telรฉfono y disculpar al esposo que estรก muy ocupado. Son los siete mosqueteros: uno para todas y todas para uno o todas para todas.
Una vez alguien escribiรณ a una revista, y propuso a Badani como ministro de Salud por su gran sentido de la planificaciรณn familiar. Honor al mรฉrito de su control de la natalidad. Badani dice que habรญa sido una advertencia de su gurรบ. Si querรญa divulgar su credo, no era recomendable tener hijos. Sin contar todo el dinero que podrรญa gastar en juicios, Badani corrรญa el riesgo de que se los quitaran como le sucediรณ a un mormรณn en Estados Unidos. La Gatita me dice que ella y las demรกs viven la decisiรณn de no tener hijos con honor. Para los Badani el universo brota del juego amoroso, pero la esencia de su religiรณn no son los hijos sino la uniรณn del hombre y la mujer, que es un sรญmil de la uniรณn divina. Hacer el amor como locos es su forma de alabar a Dios. Aleluya.
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Lo del bautizo de "gurรบ sexual" fue cortesรญa de la prensa. Badani admite encajar en el tรฉrmino: "Soy el que te lleva de gu (oscuridad) a ru (luz), el que te saca de la ignorancia". Dice que el tamntra es un edificio de cuatro pisos y el primer piso es nuestro cuerpo. Se empieza por dominar lo sexual para alcanzar las demรกs esferas. De ahรญ que Badani se tome tan en serio su misiรณn de enseรฑar a los mรกs comunes mortales a explorar las posibilidades del cuerpo. Su programa de TV Las noches de Badani fue para รฉl parte de su trabajo social. Uno de sus sueรฑos es que algรบn dรญa existan una clรญnica y una academia de sexo. Hay demasiadas cosas que a Badani le gustarรญa hacer pero que no puede. Ahora sรฉ que tal vez lo de usar un espรฉculo, lo de enseรฑar a hacer un striptease y lo de discutir en la cena sobre eyaculaciรณn femenina no eran ningรบn teatro. Ninguna broma.
De vez en cuando toda la familia ayuda y hace consejerรญa a gente a quien le toman confianza. Un dรญa conocรญ a Eiko Kawamura, una joven a quien los Badani prepararon para ingresar en la universidad sin cobrarle absolutamente nada. Recuerda que a ella la trataron como parte de la familia, que conversaba bastante con las mujeres de Badani y que, igual que a mรญ, La Gatita tambiรฉn le bailรณ y una vez le cortรณ el cabello. Dice que tuvo que alejarse porque es muy catรณlica y le preocupaba que el tantrismo pudiera influir en ella mรกs de la cuenta. La รบltima noche, antes de ir a acostarme, pude confirmar la gran labor social de los Badani: Gatita no tuvo reparos en meterse conmigo a la ducha para enseรฑarme cรณmo darle un baรฑo de jabรณn a mi hombre. No voy a ser tan necia y a negarme a la educaciรณn. Adam Phillips escribiรณ en su libro Monogamia: "Si fue el sexo lo que nos trajo a la familia, el sexo es tambiรฉn lo que nos saca de la familia". Ha llegado la hora de irme y poner en prรกctica los conocimientos adquiridos en esta casa del saber.
La รบltima noche con Badani y familia es mรกs que una fresca noche de verano ante la chimenea. Estรกn los marshmallows, estรก el gurรบ tocando himnos medievales en un รณrgano de marca japonesa y valses criollos en su guitarra. Estรกn las salchichas en el fuego. Todas cantamos un vals que parece un trabalenguas. Esta noche dormirรฉ en el cuarto de La Gatita y Lola, y maรฑana me irรฉ a primera hora.
La sexta, Mara, le cuenta a Badani la broma que me hizo sobre ser su sรฉptima esposa.
—Imposible. Dile a tu novio que si hubiera sabido antes que รฉl existรญa, no te hubiera invitado. Le hubiera pedido permiso para que tรบ vinieras. –
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