Ilustración: Martín Elfman

Baldaquino

Debemos a Bagdad el álgebra, la difusión de Aristóteles y la exaltación religiosa del amor humano, pero también la palabra con la que conocemos el techo de tela que protege una imagen sagrada.
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La palabra baldaquino suena a Ramón López Velarde, pero no está en su obra. Es un término de la liturgia católica.

Baldaquino es el techo de tela que protege y ennoblece una imagen llevada en andas en una procesión. Dentro del templo, tiene la misma función, pero está en lugar fijo y puede no ser de tela, sino parte de un templete. En este caso, se llama baldaquino a toda la construcción. Pueden verse ejemplos en Google Imágenes (baldaquino).

Es famoso el baldaquino monumental que construyó Bernini en el crucero de la Basílica de San Pedro. Sus columnas retorcidas de mármol negro fueron llamadas salomónicas porque supuestamente procedían del templo de Salomón. Hoy se llama salomónicas a las columnas retorcidas, aunque no sean de mármol.

El baldaquino tiene afinidades y diferencias con otros techos de tela. El dosel está adosado a un muro y no necesariamente tiene columnas. El palio siempre es portátil. El pabellón es cónico. El toldo puede ser pequeño. La tienda de campaña es grande. La carpa, más todavía. La sombrilla y el paraguas se arman y desarman. El mosquitero es de gasa. La marquesina no es de tela.

Según el Diccionario de los símbolos de Jack Tresidder, el baldaquino simboliza la protección celeste.

Bagdad fue un polo cultural para la Europa subdesarrollada. Inventó el álgebra, tradujo a Aristóteles y puso a Tomás de Aquino el ejemplo de una teología (islámica) que integraba razón y fe. Hizo una exaltación religiosa del amor humano que pasó a la poesía trovadoresca. Y desarrolló una industria textil de extraordinaria calidad.

La Edad Media llamó Baldac a Bagdad y baldaquino a la tela que de ahí se importaba, como el acero de Damasco fue llamado damasquino. Era de seda, a veces entretejida de filamentos de oro. El término existe en muchas lenguas, bajo distintas formas (baldaken en turco, baldachin en rumano, baldakin en noruego), como puede verse en el traductor de Google. En español, según Corominas (Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico), no fue creado directamente, sino tomado del italiano baldacchino dos veces. En 1352 como baldaquín y en 1498 como baldaquino. El Diccionario de la Academia registra baldaquín o baldaquino, lo cual indica que acepta ambas formas, pero prefiere baldaquín.

Según la Wikipedia en español, el baldaquino se usa desde el siglo iv en los templos cristianos. Pero esto no cuadra con el origen de la tela. Seguramente se refiere al ciborio: templete dentro del templo que después fue llamado baldaquino.

El orden cronológico pudo haber sido el siguiente. Los brocados (telas de seda con filamentos de oro o plata que dan una apariencia de bordado) se inventaron en China, donde antes se inventó la seda: el capullo del gusano de la morera (Bombyx mori) como fibra textil. En el siglo ix, los brocados de Bagdad se volvieron tan famosos que fueron llamados simplemente baldaquinos (bagdadeños). Ya existían los templetes, pero no el que se llevaba en andas en las procesiones. Para crearlo se usaron cuatro palos y un techo ligero, pero de lujo: de tela de Bagdad. El nombre de la tela pasó a toda la armazón portátil y de ahí a los templetes fijos.

Vestida de luto eres

Nuestra Señora de la Soledad,

un triángulo sombrío

bajo el dorado baldaquino

que preside la lúcida neblina

del valle…

dice López Velarde (sin el cuarto renglón) en el poema que dedica “A la patrona de mi pueblo”. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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